Hace apenas un año y medio, en enero del 2013, don Juan Carlos inició una campaña de recuperación de su imagen tras el escándalo de su accidente de caza en Botsuana que le obligó, en un hecho sin precedentes, a pedir perdón públicamente por su comportamiento. Esa campaña incluyó una entrevista en televisión con el periodista Jesús Hermida, en la que dejó claro que no tenía la más mínima intención de abdicar. «Me encuentro en buena forma, con energía y, sobre todo, con ilusión para seguir adelante y lograr el mayor consenso». El contraste entre ese discurso y el mensaje que ayer envió a todos los españoles en el momento de su renuncia ejemplifica el cambio profundo operado en España en el último año y medio y deja bien a las claras que el rey ha tenido que rectificar sobre sus intenciones. El análisis del discurso del monarca da las claves sobre su decisión.
Ceder el paso
Regeneración. La parte clave del discurso del rey es aquella en la que reconoce que su generación, la de quienes forjaron la transición, debe dejar paso a otra más identificada con los nuevos tiempos y con más energía para enfrentarse a los nuevos retos que reclama el país. Un discurso inédito, ya que don Juan Carlos expresó siempre y hasta hace muy poco en sus intervenciones su plena capacidad física y de ánimo para enfrentarse a los problemas que atraviesa el país. El rey parece animar a la clase política a dar un paso similar al suyo cuando dice que «merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías»» y decidida a emprender «las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando». Esa determinación de dejar paso a otra generación no excluye un reconocimiento a la suya, que fue, según dijo, a la que correspondió el papel protagonista «en una coyuntura crucial de nuestra historia».
Apoyo al heredero
Preparación. Uno de los objetivo fundamentales del discurso del rey era reforzar la figura del heredero y pedir implícitamente el mayor respaldo a su labor, dejando claro que se encuentra sobradamente preparado par asumir la sucesión y sin olvidar un elogio a la princesa Letizia. El monarca destacó entre otros valores el «sentido de la responsabilidad» que posee don Felipe, consciente de que entre sus tareas está la de abrir una nueva etapa que combine la experiencia que él le ha transmitido durante estos años con el impulso que puede proporcionar un hombre perteneciente a una nueva generación.
Sencillez y cercanía
Ejemplo para el príncipe. Don Juan Carlos eligió para su discurso de abdicación un tono mucho más cercano y sencillo que en ocasiones anteriores, que incluyó el tuteo directo a los ciudadanos en lugar de expresiones como «los españoles...». Además, quiso dejar claro desde un principio su cercanía con los problemas de los ciudadanos, asegurando que siempre ha querido ser «el rey de todos los españoles» y explicando que se ha sentido «identificado y comprometido» con sus aspiraciones y ha sufrido también «cuando el dolor o la frustración» les han embargado. El monarca le marca así el camino a su hijo don Felipe, dejando claro que es necesario un nuevo modelo de reinado.
Reivindicación
Defensa de su labor. El rey se despide del trono reivindicando su labor como impulsor de la democracia y su deseo de poner siempre los intereses de su país por encima de los propios. «Asumí el compromiso de servir a los intereses generales de España», señaló, para dejar claro que, por encima de los errores que haya podido cometer, siempre actuó al servicio de los españoles. Y, al hacer balance, elude cualquier falsa modestia asegurando que, al mirar atrás, siente «orgullo», aunque también «gratitud» hacia los españoles por haberle ayudado en la tarea de transformar el país.
Marco del discurso
Imágenes simbólicas. Ni don Juan Carlos ni sus asesores descuidan nunca el marco simbólico que acompaña a sus palabras. Y ayer no fue una excepción. Don Juan Carlos compareció junto a una fotografía en la que aparece con su hijo, el príncipe don Felipe, y su nieta, la infanta Leonor, simbolizando así la continuidad de la línea dinástica durante dos generaciones. La otra foto visible durante la alocución era una de don Juan Carlos con su padre, don Juan de Borbón, reivindicando así la figura paterna y explicitando la legitimidad dinástica, al margen de que fuera Franco quien lo eligiera como sucesor, ya que heredó de don Juan, según dijo, «el legado histórico de la monarquía española».