Lo ha sido todo en política, excepto presidente del Gobierno. Secretario de Estado, ministro, portavoz del Ejecutivo y vicepresidente del Ejecutivo. Todo lo hizo bien, excepto ser líder de la oposición, en donde dio su medida más baja. Sobrevivió a tres secretarios generales del PSOE: Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero, y se las arregló para seguir en puestos de dirección pese a las sucesivas derrotas electorales, incluida la suya propia, que terminó por ser la más estrepitosa en toda la historia del PSOE. El secreto de Rubalcaba para lograr esa proeza se basa sin duda en ser siempre el más listo de la clase y en hacerse imprescindible, fuera quien fuera el que llevara las riendas. Pero, también, en saber amoldarse a lo que tocara en cada momento.
Fue secretario de Estado y ministro de Educación y de Presidencia con Felipe González y acabó ocupando el puesto de portavoz del Gobierno. Tras el interregno de Almunia, Rubalcaba formó parte del equipo con el que José Bono trató de hacerse con las riendas del partido en el congreso del año 2000. Pero tras el inesperado triunfo de José Luis Rodríguez Zapatero, cambió de bando y se convirtió en principal asesor del nuevo líder, que le hizo portavoz del Grupo Socialista tras su victoria en las elecciones del 2004, ministro de Interior en el 2006 y vicepresidente del Gobierno y portavoz en el 2011.
Cuando Zapatero entró en barrena, consiguió ser nombrado candidato sin necesidad de unas primarias, gracias a que Carme Chacón renunció a disputarle el cargo alegando haber recibido presiones para ello. Sobrevivió a la histórica derrota del 2011, pero desde entonces fue incapaz de recuperar terreno frente a un Gobierno acosado por la crisis, la necesidad de hacer recortes y la corrupción del caso Gürtel. La nueva debacle en las pasadas europeas acabó con sus esperanzas de ser candidato en el 2015.
Durante los últimos años, Rubalcaba se ha ganado más aplausos en el PP, que alaba su sentido de Estado, que en su propio partido. En ello influye el que nunca fuera un hombre de familias ni de aparato, y que tampoco tuviera arraigo en ninguna federación. Fue diputado sucesivamente por Toledo Madrid, Cantabria y Cádiz. Pero, después de una larga carrera, deja a su partido en la peor situación de su historia y sin una ubicación clara en el nuevo escenario político.