El nacionalismo impulsa un nuevo estatuto tras pactar las transferencias pendientes
09 mar 2020 . Actualizado a las 08:47 h.En una coyuntura política en la que las relaciones del PNV con el Gobierno de Pedro Sánchez atraviesan un momento dulce, el lendakari Íñigo Urkullu optó por adelantar las elecciones en el País Vasco para evitar que la campaña coincidiera con la de Cataluña y le forzara a elevar el tono de sus reivindicaciones soberanistas. Las encuestas previas parecen ratificar que su estrategia política ha sido la correcta.
Reedición de la coalición
Mayoría absoluta con el PSOE. Todos los sondeos, incluso los que apuntan a un ligero retroceso del PNV, garantizan que, al contario que en las anteriores elecciones, cuando se quedó a un escaño de lograrlo, alcanzará la mayoría absoluta con los socialistas gracias a un ascenso del PSE. Urkullu podría así ser investido en primera votación sin tener que esperar a una segunda para lograrlo por mayoría simple, como ocurrió en el 2016, y sin buscar apoyos adicionales.
Eje Madrid-Vitoria
Pocas opciones de gobernar en solitario. Pese a las buenas perspectivas, se aleja la aspiración del PNV de gobernar en solitario. Algo para lo que debería superar en mucho las expectativas, que le sitúan entre los 27 y los 31 escaños, cuando ahora tiene 28. La mayoría absoluta esta en 38. La reedición del bipartito se produciría sin mayores fricciones y reforzaría el vínculo de los nacionalistas vascos con el Gobierno de Pedro Sánchez en plena negociación de los Presupuestos del Estado, para cuya aprobación es imprescindible el apoyo del PNV, que arrancaría nuevas concesiones en la tramitación.
El efecto Sánchez
El PSE renuncia a ser alternativa. Los socialistas vascos confían en confirmar los pronósticos y crecer desde los nueve escaños actuales hasta alcanzar un mínimo de doce diputados gracias al efecto del Gobierno de Sánchez y a la crisis de Cs y de Podemos en el País Vasco. Pero han renunciado a ser alternativa de Gobierno al nacionalismo en Vitoria. Las aspiraciones declaradas de su candidata, Idoia Mendía, pasan exclusivamente por reforzar su posición en el Ejecutivo de coalición y servir de puente entre el País Vasco y Madrid.
La estrategia del PNV
Estabilidad para lograr un nuevo estatuto. El PNV afronta la campaña apelando a la estabilidad y la moderación, valores que reivindican tanto Urkullu como Andoni Ortuzar, líder del partido. El eje del discurso será la necesidad de, una vez pactado con el Gobierno de Sánchez el calendario de todas las transferencias pendientes, aprobar un nuevo Estatuto que vaya mucho más allá del actual marco de autogobierno y defina una nueva relación entre el País Vasco y el Estado.
La crisis de Zaldívar
Argumentos para la oposición. La plácida campaña electoral diseñada por el PNV se ha visto golpeada por el derrumbe del vertedero de Zaldívar (Vizcaya) el pasado 6 de febrero y la mala gestión informativa y de rescate del Gobierno vasco, que obligó a Urkullu a pedir perdón. Un mes después, los cuerpos de dos trabajadores siguen sepultados bajo toneladas de basura. Tanto la derecha como la izquierda aberzale y Podemos aprovechan esa crisis para desgastar al Ejecutivo de Urkullu, que lucha contra reloj para hallar los cadáveres antes de que se abra la campaña.
El adelanto provoca una nueva crisis interna en Podemos, que podría sufrir un fuerte castigo
El adelanto de las elecciones vascas ha agudizado la crisis larvada que vive Elkarrekin Podemos en el País Vaso y ha acabado con liderazgo del hasta ahora secretario general, Lander Martínez, y de toda su ejecutiva, que dimitieron en bloque tras perder las elecciones primarias, en las que apostaron por Rosa Martínez como candidata. La sorpresiva victoria en esos comicios internos de Miren Gorrotxategi, la aspirante apoyada por Pablo Iglesias, ha desestabilizado a la formación en plena precampaña y deja a la organización en el País Vasco como una aspirante más a la larga lista de las que son dirigidas por una gestora para terminar férreamente controladas por la dirección nacional de Podemos. Los dos antecesores de Lander Martínez, Roberto Uriarte y Nagua Alba, acabaron también dimitiendo. La fractura interna se refleja en los sondeos, que auguran un fuerte castigo a Elkarrin Podemos, que podría perder hasta cinco de sus actuales once diputados en el peor escenario demoscópico. La propuesta de Gorrotxategi en la campaña es la de alentar un Gobierno de coalición con EH Bildu y el PSE como alternativa desde la izquierda a la hegemonía del PNV. Una hipótesis improbable, ya que implicaría romper la alianza estratégica entre Urkullu y Pedro Sánchez.
Los comicios miden la normalización de Bildu como un actor más de la política en Vitoria y Madrid
El alcance de la normalización política entre la sociedad vasca y EH Bildu, el partido dirigido por el exmiembro de ETA Arnaldo Otegi, es una de las claves de las elecciones del próximo 5 de abril. La izquierda aberzale ha roto por primera vez en democracia el cordón sanitario impuesto por los partidos constitucionalistas que le impedía ser partícipe en cualquier pacto político en el País Vasco o en Madrid con el PP o el PSOE. El Gobierno de Pedro Sánchez ha habilitado a EH Bildu como un interlocutor político válido y se ha abierto al diálogo y la negociación para afianzar una mayoría estable en el Congreso. La abstención de los de Otegi fue clave, junto a la de ERC, para la investidura del candidato socialista y también para que la socialista María Chivite se convirtiera en la presidenta de Navarra. Y el Gobierno negocia ahora con Bildu el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, sin que haya renunciado a sus reivindicaciones de autodeterminación. La inhabilitación de Otegi ha situado como candidata a Maddalen Iriarte, que pretende dar un impulso a la izquierda aberzale y hacer valer esa normalización política para quedarse con buena parte del electorado de Podemos en el País Vasco y afianzarse como segunda fuerza y alternativa al PNV por la izquierda. La mayoría de los sondeos apuntan en esa dirección y auguran a EH Bildu un crecimiento que podría llevarle de los actuales 18 escaños a los 21. Aún así, el PNV optaría por pactar con el PSOE para formar Gobierno en Vitoria.