El primer gran fracaso de la coalición complica el futuro de los presupuestos

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el pasado jueves en el Congreso
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el pasado jueves en el Congreso Europa Press

Los socios preferentes subirán su precio y la llave sigue entre ERC y Cs

11 sep 2020 . Actualizado a las 14:52 h.

Varapalo y toque de atención en la Moncloa. El intento fallido de convalidar el decreto que habilitaría al Gobierno a disponer de los remanentes de tesorería de los ayuntamientos ha supuesto una sonada derrota parlamentaria para la coalición; por dura y por inoportuna. Dura, porque no es habitual que los Gobiernos tengan este tipo de tropiezos, ya que lo que se estila es llevar al Congreso de los Diputados solo los reales decretos que tienen garantizada su convalidación; e inoportuna, por darse en plena negociación de los presupuestos, una votación para la que el Ejecutivo todavía dispondrá de un par de meses, pero que será sin red de seguridad: la incapacidad de unir a 176 diputados que apoyen unas nuevas cuentas precipitaría la disolución de las Cortes y el correspondiente adelanto electoral.

Debilidad parlamentaria

Falta de músculo. La derrota hace volver a aflorar la debilidad parlamentaria del Gobierno, que tan solo dispone de 155 diputados, pero también vuelve a dejar en evidencia las fracturas dentro de la coalición. El PSOE y Unidas Podemos se han mostrado incapaces de atraer a nadie, pero es que hasta los comunes de Ada Colau, con presencia en el Consejo de Ministros, estuvieron a punto de votar en contra del Ejecutivo, y solo una llamada a última hora de Pablo Iglesias a la alcaldesa de Barcelona acabó de mover el sentido del voto de la marca con la que Podemos concurre a los procesos electorales en Cataluña. Durante las últimas semanas varios alcaldes de partidos en el Gobierno manifestaron su desacuerdo con la normativa, como el regidor de Zamora, de IU. Muchos más fueron los que censuraron el decreto de manera privada.

SOCIOS PREFERENTES

Encarecimiento del apoyo. Pese a la sonada derrota, nada invita a pensar que los considerados en la Moncloa como socios preferentes puedan dar la espalda al Gobierno a la hora de negociar las cuentas públicas, pero la postura de debilidad parlamentaria en la que quedó este jueves el Ejecutivo encarecerá todavía más los apoyos de aliados como el PNV —«esta vez no va a poder ser», lamentaron—, Compromís, Teruel Existe (único partido que votó con el Gobierno pese a que acabó arrepintiéndose), Nueva Canarias o Más País. Salvo sorpresa mayúscula, Sánchez e Iglesias podrán contar con estos votos para los presupuestos. Juntos suman 166 diputados, por lo que aún faltarían diez apoyos para garantizar la aprobación de las cuentas. Y aquí es donde el Gobierno debe decidir.

Solo dos caminos

El dilema entre Cs o ERC. Diez diputados son exactamente los que tiene Ciudadanos. Se trata de la fórmula favorita de Sánchez, que aunque no quiere cerrar ninguna puerta, contempla en los naranjas unos socios de mayores garantías que las que ofrecen los independentistas de ERC, apuesta preferente de Iglesias. La llave de la votación pasa por conseguir el apoyo de al menos una de estas dos formaciones. Desde la irrupción de la pandemia se percibió un acercamiento entre Arrimadas y Sánchez, oficializado la pasada semana por la propia líder de Cs tras su visita a la Moncloa, donde constató su predisposición a explorar un acuerdo presupuestario. Pero durante esta semana se apreció en las Cortes un enfriamiento de la relación del Gobierno con los naranjas, a los que Sánchez se refirió como los que no se han movido de «la foto de Colón». Y cuando Cs cotiza a la baja, las acciones de ERC se disparan. Esta semana Rufián pidió paciencia y comprensión al Gobierno.

La oposición

El señuelo de Sánchez. Tampoco cambia la postura del PP ni de Vox. Ninguno de estos dos partidos salvará las cuentas del Gobierno. En Génova consideran que las constantes llamadas de Sánchez para reclamar un apoyo de la principal fuerza opositora no son más que un señuelo.

Pablo Casado, este jueves, tras la derrota del Gobierno en la votación sobre los remanentes municipales
Pablo Casado, este jueves, tras la derrota del Gobierno en la votación sobre los remanentes municipales E. Parra. POOL

Casado busca apuntarse el tanto de lo que definió como «derrota histórica»

Pablo Casado se apresuró este jueves a comparecer ante la prensa en un claro intento por apuntarse el tanto del fracaso gubernamental a la hora de convalidar el real decreto del superávit. El presidente del PP, que calificó el resultado de la votación como «una derrota histórica», argumentó que en el fondo denota un «grave problema de debilidad» dentro de un Gobierno» al que acusó de «arrogante», por despreciar los acuerdos con otras fuerzas parlamentarias, e «incompetente», al considerar que la necesidad de recurrir a los ahorros de las entidades municipales responde a fallos en la gestión. Antes del inicio del debate, el jefe de la oposición posó en la escalinata del Congreso junto a alcaldes, concejales y representantes de las diputaciones del PP como señal de rechazo a la medida.

Vox y las luces de Vigo

Ya dentro del hemiciclo, el portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, se acordó de la aplaudida visita de Abel Caballero este verano, en calidad de presidente de la FEMP, al Congreso, donde expuso que las entidades municipales debían ser las encargadas de gestionar sus remanentes. El diputado de la formación de Abascal criticó que «el sanchismo doblegó la sensata propuesta del socialista Abel Caballero. Al pobre señor ya solo le queda hablar de la iluminación navideña de Vigo», dijo.

Solo cinco decretos rechazados por el Congreso en más de 40 años, y uno de ellos por error

Las votaciones de los reales decretos no suelen dejar lugar a sorpresas, ya que los Gobiernos solo se prestan a impulsarlos cuando tienen garantizado el respaldo del Parlamento para su convalidación. La de este jueves es la quinta ocasión en la que el Congreso tumba un real decreto de los 678 promulgados en cuarenta años. La primera ocasión se remonta a 1979, cuando Adolfo Suárez se encontró con la negativa de la Diputación Permanente para prorrogar la Junta Central de Acuartelamiento. En el 2006, un error en el grupo socialista pulsando el botón obligó a Zapatero a volver a llevar al pleno una ley relacionada con el tabaco, que acabó convalidando. Rivera propició un tropiezo de Rajoy con los estibadores en el 2017. Y Sánchez, con su Gobierno en solitario, también fracasó en su intento de regular los alquileres. Ahora con Iglesias, tropieza en la misma piedra.