Abascal busca apoyos a su moción para convocar elecciones: «Yo sí cumpliré mi palabra»

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

ESPAÑA

El presidente de Vox cargó con dureza contra el peor Gobierno en los últimos 80 años en un discurso repleto de presiones hacia el PP

21 oct 2020 . Actualizado a las 12:41 h.

El reglamento del Congreso recoge que en la moción de censura intervendrá el candidato a la presidencia para exponer su programa de Gobierno. El de Santiago Abascal se redujo este miércoles a la mínima expresión: «organizar un Gobierno de transición y de emergencia nacional hasta convocar unas elecciones libres e inmediatas».

Como se preveía, el resto del discurso del líder de Vox se centró en cargar contra el Gobierno «socialcomunista», pero también contra el principal partido de la oposición, el PP, su gran objetivo político en una moción sin posibilidades de prosperar.

Abascal bebió de las dos últimas mociones registradas hasta la fecha. Su parte más estratega estuvo inspirada en la impulsada por Pablo Iglesias y Podemos en el 2017, cuando sin posibilidad alguna de triunfo camufló su presión a un PSOE en horas bajas bajo la excusa de censurar a Rajoy. Pero para su versión más espiritual, Vox se sirvió de la maniobra parlamentaria que un año más tarde acabaría llevando a Sánchez a la Moncloa bajo la promesa de convocar elecciones a la mayor brevedad. «Yo sí cumpliré mi palabra», garantizó Abascal.

Tras una extensa introducción de Ignacio Garriga, su candidato a la Generalitat en las elecciones catalanas, el presidente de Vox se despachó a gusto desde la tribuna de oradores haciendo un repaso por todas y cada una de las polémicas que afectan o han afectado al Ejecutivo de coalición. Desde sus primeros pasos, recordando las promesas de Sánchez en campaña de no pactar con Podemos, acusando al secretario general socialista de haber cometido fraude electoral, hasta sus planes de futuro, como «el asalto al Poder Judicial» que pretenden con la reforma de la elección de los vocales del CGPJ que, denunció, es solo un movimiento más del «Gobierno más sobredimensionado de la historia» en su cometido de poner fin a «la alternancia política». 

Abascal se refirió al Consejo de Ministros como una «mafia» que en menos de un año se ha convertido en el peor Gobierno de España en 80 años, «y quizás me quede corto», dijo, insistiendo en unas polémicas declaraciones pronunciadas recientemente desde su escaño en las que situó por delante a régimen de Franco. «Cobran todos los meses para representar a la nación y trabajan todos los días para destruirla», lamentó.

La gestión del «virus chino» fue uno de los asuntos más criticados, acusando directamente a Pablo Iglesias, vicepresidente de Derechos Sociales, de haber «abandonado a decenas de miles de ancianos en las residencias» mientras «maniobraba para acabar con la monarquía». También mostró dureza con el diputado de Unidas Podemos Enrique Santiago, líder del Partido Comunista de España y abogado de las FARC, faceta por la que le acusó de defender «a los traficantes, secuestradores y violadores de menores en Colombia». 

Pese a que el grueso de las críticas se dirigieron a los asientos azules ocupados por los miembros del Gobierno, Abascal también lanzó constantes chinitas de distinto calibre contra el PP. La principal, equipararlo constantemente con el PSOE. «Entre el último ministro de Hacienda y el actual solo hay una diferencia, una letra en sus apellidos», dijo, sobre Montoro y Montero. También reprochó a Génova un pacto de cooperación firmado en el 2013 con el Partido Comunista Chino que «haría bien en romper», aconsejó a Casado poco antes de pedirle su apoyo.

«La distancia política que nos separa es cada vez mayor, y aún así les hemos dado las mayorías de gobierno en tres autonomías. Ahora me toca pedirles el voto a ustedes». Abascal también buscó algún apoyo en la bancada del PSOE ante «la certeza de que muchos comparten el diagnóstico sobre este Gobierno de sus antiguos dirigentes, pero lo comparten en privado, y eso no va ayudarles cuando los españoles les pidan cuentas».

Tras más de hora y media de duración, Abascal concluyó su discurso con un enérgico «¡Viva el rey y viva España!».