Carmen Calvo, la todopoderosa vicepresidenta que perdió la batalla por liderar el feminismo

ESPAÑA

La hasta ahora vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, en una imagen del 17 de febrero
La hasta ahora vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, en una imagen del 17 de febrero Óscar Cañas | Europa Press

El enfrentamiento con Irene Montero, que le ganó el pulso, le da la puntilla

10 jul 2021 . Actualizado a las 19:40 h.

De ser la política más poderosa de España y mano derecha de Pedro Sánchez a salir sin pena ni gloria de su gabinete. Para Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 1957), fue un golpe demasiado duro perder la batalla por liderar la causa feminista en el Gobierno. Se la ganó Irene Montero, que logró imponer la polémica Ley Trans, que incluye la autodeterminación de género, y la denominada ley del «solo sí es sí». Y con el beneplácito del propio Pedro Sánchez, a quien había sido leal desde que lo apoyó en las primarias del 2017 cuando nadie confiaba en que derrotaría a Susana Díaz. Feminista antes que socialista (se afilió al PSOE con 42 años), ya llevó muy mal perder en el 2018 las competencias de Igualdad, que compaginaba con la vicepresidencia del Gobierno. Para alguien que, según ha dicho, es feminista desde que tiene «uso de razón», que considera que «el machismo es otra forma de fascismo» y la violencia contra las mujeres el «principal problema de España», verse obligada a renunciar al control de la agenda feminista ha sido muy difícil de encajar.

Segunda política

Ministra de Cultura con José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2007), donde fue protagonista de varias controversias, entre ellas la devolución de los papeles de Salamanca a Cataluña o la ley del cine, en el 2011 dejó la primera línea política y se centró en dar clases en la Universidad de Córdoba, donde se doctoró en Derecho Constitucional. Su apoyo a Sánchez en las primarias le valió integrarse en su equipo como secretaria de Igualdad del PSOE. A partir de ahí se fue ganando la confianza del líder y fue ascendiendo. El segundo capítulo de su vida política sería mucho más fructífero que el primero. En junio del 2018, Sánchez la nombró vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. En enero del 2020, vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.

Negociadora en jefe

Calvo ha llevado muchas de las principales negociaciones del Ejecutivo: sobre Cataluña, desde la aplicación del artículo 155, que pactó con Soraya Sáenz de Santamaría, a la apertura del diálogo; las complicadas relaciones con la Iglesia y el Vaticano; o la gestión de la llamada memoria histórica, con hitos como la salida de Franco del Valle de los Caídos (aunque aquí jugo un papel clave el nuevo ministro de la Presidencia, Félix Bolaños) o la restitución del Pazo de Meirás. Su marcha tiene lugar antes de que el Gobierno apruebe el anteproyecto de la Ley de Memoria Democrática, que, entre otras cosas, pretende disolver la Fundación Franco.

La cordobesa jugó también un papel destacado como contrapoder y muro de contención que permitía Sánchez no desgastarse en peleas internas. Lo fue frente al poder creciente de Iván Redondo, el estratega en jefe de la Moncloa; ante Pablo Iglesias, con quien protagonizó sonoros choques dialécticos; y últimamente con Irene Montero. Además, se la ha responsabilizado de la descoordinación entre los ministerios y de no controlar las relaciones con los socios de coalición, que fue una tarea que asumió Iglesias hasta su salida del Gobierno. En su última etapa, más que apagar fuegos los avivaba.

La política más poderosa

Abolicionista de la prostitución y opuesta frontalmente a los vientres de alquiler, su choque con la titular de Igualdad escenifica la brecha que se ha abierto dentro del feminismo, entre la posición clásica que representa ella y la nueva que encabeza la dirigente de Podemos. «La prostitución no es una profesión, el que lo piense, que dedique a sus hijas a hacer un máster», aseguró recientemente, al tiempo que anunciaba que tenía un borrador preparado para abolir la que dijo no es «la profesión más antigua del mundo, sino la esclavitud más antigua del mundo».

La niña rebelde a la que encerraban en el torreón, fan del «heavy» y los toros

 Calvo ha contado que cuando estudiaba en el colegio no le gustaba coser y la castigaban por rebelde encerrándola en un torreón. También que escribió sus primeros artículos defendiendo la igualdad con 16 o 17 años, que se publicaban «porque mi padre daba la cara por mí y mandaba su DNI». Fan del grupo «heavy» Metallica y entusiasta de los toros, enfermó de covid tras participar en la marcha del 8M. Su ingreso en la clínica privada Ruber fue muy criticado al optar por este centro en lugar de uno público. «Lo he pasado muy mal, he sentido mucho miedo», dijo tras ausentarse un mes de la vida pública. Ahora su nombre suena para sustituir en el Consejo de Estado a María Teresa Fernández de la Vega.

Las polémicas

A lo largo de su trayectoria como ministra de Cultura y vicepresidenta del Gobierno, Calvo ha dejado frases polémicas.

«Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie» (29-5-2004).

«Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes» (1-12-2004).

«Señoría, usted para mí nunca será Van Halen, Dixi ni Pixi», (9-2-2005). Lo dijo en el Senado, en respuesta a la intervención del popular Juan Van-Halen, que empleó la expresión «Calvo dixit».

«Yo he sido cocinera antes de fraila» (2005). Quería recordar que fue consejera de Cultura de la Junta de Andalucía antes de hacerse cargo del Ministerio de Cultura.

«Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas». (11-6-2005). En un encuentro mundial de ministros de Cultura a favor de la diversidad cultural.

«No sé yo si los hombres saben cómo funcionamos las mujeres porque para eso hace falta que nos escuchen» (12-7-2018).

«Yo trabajo en el ámbito privado, soy funcionaria pública» (marzo del 2019).

«Ha aflorado que el feminismo es de todas, no, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista (17-7-2020).

«Algunas mujeres no piensan a qué hora poner la lavadora, sino quién plancha y quién pone la lavadora. Ese es el temazo» (2-6-21).

«Estupenda obra, fantástica la interpretación de Juan Diego Botto y demás actores y actrices». (4-7-2021). Publicó este tuit, que luego borró, sobre un monólogo teatral.