ERC y Junts elevan su guerra interna en vísperas de la Diada y la mesa de diálogo
ESPAÑA
Carles Puigdemont llama a reactivar la confrontación contra el Estado español
06 sep 2021 . Actualizado a las 19:35 h.El independentismo llamó este lunes a sus bases a salir masivamente a la calle el próximo sábado en las movilizaciones de la Diada. Las fuerzas secesionistas pidieron un nuevo esfuerzo a su parroquia para hacer una demostración de fuerza, que pueda trasladarse la semana próxima a la reunión de la mesa de diálogo sobre Cataluña entre el Gobierno central y la Generalitat. No obstante, los dos principales partidos del ámbito nacionalista, ERC y Junts, volvieron a engancharse en sus cuitas internas y dejaron claro que el independentismo llegará dividido a las dos principales citas del arranque del nuevo curso político en Cataluña: la Diada y la mesa de diálogo con el Gobierno.
Carles Puigdemont trató de calentar el 11-S, elevando el tono combativo contra España, consciente de que la asistencia a la gran manifestación organizada por la ANC no será como la de los años del procés. Pero se pasó de frenada, pues acabó criticando a sus socios republicanos.
Por un lado, llamó a continuar la lucha en las calles y a reactivar la confrontación con el Estado, en cuanto fracasen las conversaciones con la administración, lo que a su juicio ya hay que darlo por hecho. La confrontación no se puede rehuir, es inevitable, dijo el expresidente, poniendo en cuestión el pacto de gobierno entre ERC y Junts, que de entrada apuesta por dar una oportunidad al diálogo con Madrid. La independencia no tiene caminos «suaves, inocuos o edulcorados», afirmó.
Estado opresor
Puigdemont cargó, a través de un comunicado del Consejo para la república, contra ERC, a quien puso al mismo nivel que lo que él llama Estado opresor. «No nos lo pone fácil nadie. Ni los que ya nos apalearon con extrema violencia el día del referendo; ni quienes, cuatro años después, actúan como si aquella victoria les estorbara», aseguró. «No podemos hacer creer a la ciudadanía que nos reconocerán la nación sin lucharla en las calles», arengó, justo el día en que se cumplían cuatro años de los plenos del Parlamento, en los que las fuerzas secesionistas, bajo la presidencia de Puigdemont, aprobaron las leyes de la desconexión, haciendo saltar por los aires el Estatuto y la Constitución; el día en que Puigdemont y Junqueras cruzaron por primera vez el Rubicón, como paso previo a los hechos de octubre del 2017, el referendo ilegal y la declaración unilateral de independencia.
ERC interpretó las palabras del expresidente como un intento por parte de los junteros de que afloren críticas contra su estrategia y su apuesta por el diálogo con Pedro Sánchez en plena manifestación del sábado. En Esquerra temen una pitada y, de hecho, aún no han confirmado quién encabezará la delegación republicana en la protesta.
Tanto Junqueras como Aragonès podrían escuchar silbidos por parte de quienes, como Puigdemont, consideran que el intento de negociar un referendo es una vía muerta, que lleva a la renuncia a la autodeterminación. «Sería un error usar la Diada para cargar contra compañeros», advirtió la portavoz republicana Marta Vilalta. «Estamos para plantar cara al Estado, no entre nosotros», avisó. Vilalta acusó al dirigente de Junts de intentar reventar la mesa de diálogo. «No entremos en debates estériles, nuestra fuerza reside en hacer piña», reprochó.
Parroquia desmovilizada
La división en el independentismo será una de las razones que explicarán la menor asistencia de público el sábado a la manifestación del 11-S. La ANC así lo ve. La competencia entre los dos principales partidos supone un freno para la secesión, argumentó en la Ser la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana, impulsora de la protesta, que ya se pone la venda antes de la herida y cuenta con que los titulares del sábado hablarán de «desmotivación» en el mundo nacionalista, si las cifras no son multitudinarias, sin tener en cuenta según ella que las movilizaciones se realizan en un contexto de pandemia.
En lo que sí coinciden los dos partidos es en exigir a Pedro Sánchez que acuda a la reunión de la mesa de diálogo. ERC confirmó que Aragonès estará presente vaya quien vaya por parte del Gobierno central. «No entenderíamos otra cosa que no fuera que estuvieran los dos presidentes», según los republicanos, que aprietan al jefe del Ejecutivo por la vía de los presupuestos para que las conversaciones avancen. «Está fuera de toda duda que tendría que estar. Si no, aparte de menospreciar la Generalitat y la misma mesa, muestra poco interés por abordar con seriedad el problema», señaló Junts.