Sus rivales acusan al secretario general del PP de ejercer un mando «testosterónico» y hostigar a los díscolos del partido
19 feb 2022 . Actualizado a las 09:52 h.«Soy el secretario general del Partido Popular». Así se presentó el jueves Teodoro García Egea (Cieza, Murcia, 1985) ante la prensa. Iba a dar su réplica a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y, por si alguien había olvidado quién ostenta los galones en el PP, los puso encima del atril antes de empezar.
García Egea iba para Robert Duvall haciendo de consigliere de Marlo Brando en El Padrino, pero después del estropicio de esta semana en Génova 13, parece que se ha conformado con el papel de mayordomo del inspector Clouseau. Al menos, también es experto en artes marciales, según su carta de presentación en Twitter. «Doctor ingeniero, tecnólogo y político. Secretario general del PP. Judoka, mountain biker, maratoniano y amante de las travesías en la nieve», resume.
Ingeniero de telecomunicaciones por la Politécnica de Cartagena y profesor asociado de la Universidad Católica de Murcia, García Egea fue concejal en Cieza del 2007 al 2009, antes de saltar al Congreso de los Diputados en el 2011, donde se convirtió junto al ahora ministro Alberto Garzón en uno de los veinteañeros del hemiciclo. Ya entonces parecía un señor de Murcia. Será por su conservadurismo de serie, pero con solo 37 años, Teodoro García Egea suena antiguo. Como ese título de campeón del mundo de lanzamiento de aceituna que se embolsó en Cieza en el 2008 tras escupir un hueso de oliva mollar chafá a 19 metros.
Diez años después, en julio del 2018, ascendió a la secretaría general del PP. Su trabajo como director de la campaña de Pablo Casado en las primarias en las que se impuso a Soraya Sáenz de Santamaría lo colocó en la sala de máquinas de un partido reducido en aquel momento a la imagen del bolso de la vicepresidenta en el escaño de un Mariano Rajoy ausente de su propia moción de censura.
«Todo el poder, todo el poder»
Una de sus grandes rivales en el seno del PP, la exportavoz parlamentaria y todavía diputada Cayetana Álvarez de Toledo, lo dibuja sin piedad en su libro Políticamente indeseable, donde define el sistema de gobierno del partido como teocracia y recoge una reveladora confesión de Pablo Casado: «Te lo reconozco: le he entregado a Teodoro todo el poder, todo el poder».
La exportavoz del PP en el Congreso apunta que García Egea —pianista aficionado— no lee libros y lo sitúa en «un sector recalcitrante de la Iglesia» al que también apunta uno de sus grandes azotes desde el flanco derecho de los medios, Federico Jiménez Losantos, que denuncia las tácticas de hostigamiento del número dos de los populares contra Ayuso y otros díscolos.
A ese «mando testosterónico» del secretario general alude también Álvarez de Toledo en su ensayo: «Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo». Lo asiste en la tarea el ahora archifamoso Alberto Casero, secretario de organización de los conservadores por designación directa de García Egea.
Tras derrotar a Sáenz de Santamaría en el 2018, el recién elegido secretario general lo festejó en Twitter con una foto del equipo de campaña y una frase: «Como no sabían que era imposible, lo consiguieron». Apenas cuatro años después, la sentencia podría reciclarse para esbozar las consecuencias de esta pugna sin cuartel en el núcleo duro del PP. La implosión del primer partido de la oposición se antoja imposible, pero si Casado y Ayuso se lo proponen, pueden conseguirlo.