Dos antiguos cargos municipales del PP guardan la llave del Senado para Feijoo

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago SANTIAGO / LA VOZ

ESPAÑA

El líder popular podría entrar en las Cortes si le cede el paso un senador autonómico

24 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El 7 de febrero del 2006, seis meses después de perder la presidencia de la Xunta, Manuel Fraga fue designado senador por el Parlamento de Galicia. El león de Vilalba, fiel a su mote, todavía dio titulares durante años e incluso algún quebradero de cabeza a la dirección del PP en Génova, aunque su designación parecía solo pensada para que disfrutase de una jubilación activa.

Alberto Núñez Feijoo, que ya siguió los pasos de su antiguo jefe al encadenar cuatro mayorías absolutas, podría ahora seguir la estela de Fraga en dirección a la Cámara Alta, aunque con un fin muy distinto al del retiro dorado.

Un escaño en el Senado proporcionaría al presidente de la Xunta un atril institucional desde el que dirigir la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez.

Poner en marcha esa estrategia requeriría varias condiciones, que incluyen dosis de sacrificio personal y algunas maniobras con riesgo político. En primer lugar, uno de los dos senadores elegidos por el Parlamento gallego a propuesta del PPdeG tendría que renunciar a ese puesto.

Los dos son antiguos cargos locales del partido. Uno de ellos es Juan Carlos Serrano, exalcalde de Portomarín, que gobernó del 2015 al 2021 con mayoría absoluta. Tomó posesión del escaño en noviembre del 2021, sustituyendo al exconselleiro y exalcalde de Ourense Jesús Vázquez Abad.

La otra es Elena Muñoz, conselleira de Facenda a las órdenes de Núñez Feijoo del 2012 al 2015. Ese año pasó a la política local como candidata del PP en Vigo. Pero no pudo superar al socialista Abel Caballero en esos comicios ni en el 2019. Dimitió y poco después fue designada senadora.

No solo tendría que renunciar al puesto uno de ellos. El presidente de la Xunta tendría que cesar a su Gobierno, dimitir de ese puesto y, a continuación, dejar su escaño en el Parlamento gallego.

Esa operación no está libre de peligros, y llenará los arsenales de la oposición gallega con la munición de que el líder del PP renuncia a gobernar Galicia.

Más allá de ese riesgo político, los populares tienen todas las herramientas parlamentarias para hacer el cambio. Tras la renuncia de Feijoo a su escaño en O Hórreo, los 42 parlamentarios del PP que sustentan la mayoría absoluta podrían designarlo senador sin mayor problema.

Toda esa compleja secuencia de renuncias y votaciones, que debe combinarse además con la formación de un nuevo Ejecutivo autonómico, requeriría un preciso control de los tiempos, más complejo si cabe en plena crisis del partido a nivel nacional.

En todo caso, la secuencia no tendría que ejecutarse de forma inmediata. El presidente gallego, al que sus rivales atribuyen una gran habilidad para «medir los tiempos», podría ponerla en marcha después de ensayar otras fórmulas para levantar el vuelo del PP, en barrena tras el estallido de la crisis Casado-Ayuso.

Una de esas soluciones es compatibilizar el Gobierno gallego con la dirección del PP nacional. Esa alternativa daría además tiempo para preparar su sucesión en Galicia. El propio Feijoo señaló en el 2016, tras obtener su tercera mayoría absoluta, que también prefería seguir el modelo de Manuel Fraga para decidir su herencia: «Los liderazgos no se señalan, se ganan».