La lucha por la hegemonía de las juventudes radicales, tras la violencia aberzale

David Guadilla / Octavio Igea VITORIA / COLPISA

ESPAÑA

Una manifestante de las juventudes de la izquierda abertzale, Ernai, es detenida por la Ertzaintza cuando pegaba carteles en la Gran Vía de Bilbao
Una manifestante de las juventudes de la izquierda abertzale, Ernai, es detenida por la Ertzaintza cuando pegaba carteles en la Gran Vía de Bilbao Javier Zorrilla | EFE

Sortu se resiste a perder terreno frente a grupos que ensalzan más su ideología comunista que el independentismo y recriminan a Bildu su «aburguesamiento»

28 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los enfrentamientos registrados recientemente entre jóvenes de las diferentes corrientes que existen en la izquierda aberzale y en el entorno radical han elevado el nivel de preocupación al máximo. El temor a que los incidentes y la intolerancia se multipliquen es patente en los Gobiernos central y vasco, pero también en EH Bildu y Sortu. Las demostraciones de fuerza, las amenazas e incluso la agresiones han empezado a extenderse entre los diversos colectivos que forman el movimiento juvenil. Muestra de ello es la agresión denunciada por Mikel —hijo del presidente del PP vasco, Carlos Iturgaiz— que fue rodeado, insultado y amenazado en Guecho cuando se encontraba con sus amigos en las fiestas del barrio de Romo o la reciente expulsión en Motrico (Guipúzcoa) de una comida popular de una ertzaina por parte de una comisión de fiestas.

Aparte de un componente ideológico, detrás de la actual tensión está el control de las txosnas (tabernas), un importante instrumento para recaudar fondos. La batalla soterrada que desde hace un par de años mantienen los diversos grupos que forman el universo juvenil de la izquierda aberzale y de la extrema izquierda estalló a principios de verano en San Sebastián. La lucha por el control de un local derivó en un enfrentamiento abierto con un protagonista claro: la Gazte Koordinadora Sozialista (GKS). Se trata de un grupo de ultraizquierda, que se define como comunista y que carga de forma directa contra EH Bildu y Sortu. También opera bajo la denominación de Kontseilu Sozialistak.

En qué punto está la tensión se evidenció el 6 de junio. Alrededor de 300 de sus miembros comparecieron en el anfiteatro de Miramón para leer un duro comunicado en el que además de acusar a los de Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez de representar «a la clase media» y de «criminalizarlos», denunciaban «la campaña de agresión anticomunista que lleva a cabo la izquierda aberzale» y lanzaban un mensaje claro: «Si siguen los ataques contra nuestras organizaciones y militantes, hacemos a EH Bildu y Sortu responsables del escenario que se puede generar». 

Enfrentamientos

Casi de forma simultánea, otro centenar de jóvenes comparecía en la plaza de la Trinidad, en plena parte vieja, y denunciaba la actitud de GKS y los ataques sufridos por representantes del sector «socialista». Lo hacían bajo el lema Autodefensa. Representaban a la Gazte Asamblada, un colectivo heterogéneo compuesto por varias asociaciones. De hecho, la pelea que ha encendido los ánimos tenía como protagonista a un militante de Jarki, otro subgrupo escindido de la línea oficial. Aunque todo hacían un llamamiento a la calma, la tensión es máxima. Por varios motivos.

El primero, porque lo ocurrido en San Sebastián no es una excepción. Los enfrentamientos se han dado en otras localidades, como Hernani. En el fondo hay una pelea por la hegemonía de las juventudes radicales de izquierda. Un campo en el que Sortu siempre se ha movido con comodidad, pero en el que en los últimos años están ganando terreno movimientos con un discurso más centrado en ensalzar la ideología comunista que el soberanismo y en reprochar a Bildu su «aburguesamiento». 

El dinero de las «txosnas»

El segundo, que uno de los orígenes del conflicto tiene que ver no tanto con las posturas ideológicas, sino con las fuentes de financiación. En concreto, con la colocación de las txosnas en las fiestas de las localidades vascas. Según GKS, Bildu las ha «vetado» en muchos municipios. Según la izquierda aberzale tradicional, la Koordinadora Sozialista está realizando una labor de «acoso y derribo», cuyo principal objetivo sería lograr hacerse un hueco en las txosnas para recaudar fondos y poder sufragar las multas que algunos militantes de GKS habrían recibido en los últimos meses. La estrategia de Bildu y de Sortu pasa por ahora por marcar distancias.