Sánchez se afana en desmontar a Feijoo, quien augura un invierno duro con un Gobierno inestable

Carlos Punzón
Carlos Punzón VIGO / LA VOZ

ESPAÑA

Alberto Núñez Feijoo interviene en el debate del Senado ante Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.
Alberto Núñez Feijoo interviene en el debate del Senado ante Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Yolanda Díaz. JESÚS HELLÍN | EUROPAPRESS

Cruce de reproches para el inicio de una larga campaña

07 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni una corbata en los bancos del Gobierno y una sola despistada en uno de los escaños del PSOE anticiparon que el discurso del presidente del Gobierno iba a ser más ideologizado que el de una cíclica sesión de control de la gestión del Ejecutivo. Pedro Sánchez se empleó en la cita en el Senado encarándola como la oportunidad decisiva con la que frenar el viento a favor que sopla en las encuestas hacia el PP y que lo dibuja como alternancia con rumbo de destino fijo. Aprovechó su prerrogativa de no estar sometido al cronómetro, y eso le permitió ser explicativo, sosegado en su discurso inicial y hacer también un repaso deslegitimador del papel de Alberto Núñez Feijoo como líder de la oposición, el verdadero objeto central de su intervención.

Rodrigo Jiménez | EFE

El presidente del Gobierno fue escalando hacia esa idea central estratificando el mensaje.

Como entrante: la incertidumbre y los nubarrones que se ciernen para este otoño son hechos internacionales y, pese a ellos, España va mejor que los demás países de la UE. El IPC del año que viene volverá a dígitos digeribles del 3 %, asumió. Como plato principal de un discurso muy planificado, Sánchez se afanó en tratar de explicar que es un mandatario activo adoptando medidas frente a la crisis energética cuyos resultados, añadió, distinguen y avalan a su Gobierno en el contexto europeo. Y como postre, pero de los contundentes, el presidente sacó a relucir un acento de izquierdas para comparar la gestión de esta crisis con la financiera que afrontó el PP con Rajoy. ERTE frente a despidos; ciudadanía o beneficios para las grandes empresas; energía verde o nucleares y carbón. El presidente se afanó en trazar dicotomías que vino a identificar en dos: la suya con el pueblo o la de Feijoo, a quien insistió en presentar como embajador de las grandes corporaciones bancarias y eléctricas.

Sánchez no es de los que olvidan. El destino le puso ayer a Susana Díaz prometiendo su condición de senadora para abrir la sesión. El rencor emergió cuando sacó a relucir la alusión que el expresidente de la Xunta hizo en la jornada previa al debate de la similitud que augura entre la trayectoria del socialista y el fin de la obra de García Márquez, El otoño del patriarca. El presidente del Gobierno empezó a salirse del carril tan esmeradamente trazado en sus primeras intervenciones.

Ese cuerpo a cuerpo hizo algo chusca la tarea de seguir desmontando el perfil de gestor atribuido a Feijoo tras 13 años al frente de la Xunta. La empezó tirando de afirmaciones que atribuyó erróneas, bien por «insolvencia o mala fe», para acabar asegurando que el líder del PP no se estudia los temas y repite la estrategia de Rajoy, un sentarse a esperar «porque hasta los relojes parados aciertan dos veces al día», se le ocurrió, para desvalorizar la oferta de sentarse y dialogar.

Las frases de Pedro Sánchez 

  • «No va haber medidas dramáticas: ni apagones ni racionamiento de butano»
  • «Sus errores encadenados y abultados (...) ¿Es insolvencia o mala fe?»
  • «Sin despeinarse puede mentir, insultar, usted puede insultar y quejarse de que le insultan; yo, nunca le he insultado, diga cuándo»
  • «El Gobierno no tiene ninguna animadversión a la banca y a las eléctricas»

Feijoo pone la vista en las urnas y augura un invierno duro con un Gobierno inestable

El líder del PP se atropelló al ir al grano desde el primer segundo, consciente de que su tiempo, pese a la generosidad del responsable de la cámara, estaba muy tasado.

Rodrigo Jiménez | EFE

El aplauso de los suyos simplemente por aparecer en el hemiciclo del Senado, por protagonizar el combate que el PP llevaba meses esperando, semejó colocar a Feijoo con más responsabilidad personal que la pensada ante la cita crucial que él ideó para dejar pequeño al secretario general del PSOE.

Se atropelló al ir al grano desde el primer segundo, consciente de que su tiempo, pese a la generosidad del responsable de la cámara, estaba muy tasado. Nervios, boca seca, verbo tembloroso, hicieron que los rostros de la bancada popular reflejasen seriedad, temor a un fallo en el momento clave.

Las cifras empezaron a salir por la boca de Feijoo un tanto arremolinadas al hablar del desempleo, la deuda pública, el IPC o al comparar el gasto público y el número de ministros de España con el de Alemania. Sánchez lo olió y le aconsejó tomar clases de economía y rodearse de mejores consejeros.

Pero pasada esa ensalada de reproches numéricos, Feijoo respiró y llegó a donde todo el mundo sabía que quería llegar, a presentarse como un político propositivo, aunque lo hizo en realidad a medias. Sacó un documento, como él destacó, sin logo del partido ni identificación política y se lo ofreció a Sánchez para discutir entre ambos medidas frente a la crisis energética, aunque apenas entró en detalle.

Empezó a mostrar más intención y le atribuyó al Gobierno el reverso de las acusaciones que salen de la Moncloa. Es el Ejecutivo el que no tiende la mano al primer partido de la oposición, y opta, incluso cuando los vaticinios de invierno duro acechan, por seguir dependiendo de los votos de Bildu y ERC, argumento que rescató Feijoo más para que sus seguidores le capten que como pieza argumental para lograr el consenso que ofreció a Sánchez.

Para rebatir que el PP es el partido del «no es no», el presidente popular tiró de las cuentas que se manejan en su equipo como la regla de oro de la negación de que no esté dispuesto a entendimientos por España. El 52 % de las ocasiones que el Ejecutivo llevó a las Cortes un real decreto para su convalidación, el PP las secundó, y en otro 22 % de ocasiones se puso de perfil con una abstención, blandió Feijoo para mostrar el compromiso de su formación, pese a todo.

Pero lo que acabó por rescatar a Feijoo de su nerviosismo inicial, fue el empecinamiento de Sánchez en hacer ver que su oponente le insulta y tiene la virtud de hacerse él el insultado. «Ahí no me va a encontrar a mi», dijo en su alegato final, rememorando una salida clásica suya cuando el tono en el Parlamento gallego superaba los límites de la cortesía.

Lo que sí deja en todo caso el debate de ayer es que lo que será difícil es que la ciudadanía se encuentre a Sánchez y Feijoo firmando acuerdos trascendentes en el poco más de un año que resta para las generales.

 

LAS FRASES DE ALBERTO NÚÑEZ FEIJOO

  • «Para hacer oposición solo tiene que esperar a las próximas elecciones»
  • «Un dictador es una persona que manda sobre todo un pueblo: es evidente que usted no lo es porque usted no manda ni siquiera en su Gobierno»
  • «Decir que a mí me han puesto las empresas es un insulto a la democracia española»
  • «Cese a los ministros que usted no ha nombrado»