Ayuso mantiene la moderación y sale airosa del debate a cinco de las elecciones a la Comunidad de Madrid

Pablo Medina MADRID/LA VOZ

ESPAÑA

De izquierda a derecha: Rocío Monasterio (Vox), Mónica García (Más Madrid), Isabel Díaz Ayuso (PP), Juan Lobato (PSOE) y Alejandra Jacinto (Podemos).
De izquierda a derecha: Rocío Monasterio (Vox), Mónica García (Más Madrid), Isabel Díaz Ayuso (PP), Juan Lobato (PSOE) y Alejandra Jacinto (Podemos). Juanjo Martín | EFE

Las candidatas de Podemos, Más Madrid y Vox intentaron desgastar a la presidenta autonómica mientras que el del PSOE mantuvo un perfil moderado y diplomático

17 may 2023 . Actualizado a las 11:39 h.

Dos horas y media duró el primer y único debate de las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid en la que la actual presidenta, Isabel Díaz Ayuso, salió airosa en un asedio de cuatro contra una. Su objetivo era sencillo: presumir de las libertades que se disfrutan en Madrid, señalar a Sánchez como responsable de los males endémicos de los ciudadanos y escudarse frente a los ataques de sus interlocutores. Algo inusual en una presidenta siempre abierta a la confrontación directa, pero que guardó la compostura para tratar de vender su mensaje lo mejor posible.

En un todos contra uno, basta con aguantar. Ayuso contaría con los embates seguros de Mónica García (Más Madrid), Alejandra Jacinto (Podemos-IU-Verdes) y Rocío Monasterio (Vox). Bien preparada porque los temas estrella de las tres formaciones los había preparado. Las candidatas de la izquierda le asaltarían con la sanidad y la de Vox con la seguridad de los barrios, la ley trans, los menas y, en general, todo el campo semántico político que es feudo de su formación. Ante lo previsible, la presidenta madrileña supo lidiar con los sucesivos minutos de críticas a su gestión.

Ayuso sacó a relucir su carta favorita y más útil para el conflicto con otros partidos: vender a una izquierda catastrofista. Una izquierda «promotora» del consumo de drogas, apoyada en referentes «bolivarianos», que necesita «crear pobreza» para poder vender soluciones, enemiga de las empresas y la cultura del esfuerzo. Y toda esa izquierda bien definida en figuras políticas: Sánchez como caudillo, con Mónica García y Alejandra Jacinto como parte de la conjura «destructora» de Madrid y España.

Pero alejado de estos choques se mantuvo, de forma acertada, el candidato socialista, Juan Lobato, que en todo momento guardó una compostura institucional bajo la promesa de que los telespectadores seguramente escucharían algún insulto, «pero no saldrán de mi boca». Y si bien es cierto que el objetivo de los cuatro partidos era desgastar a Ayuso por confrontación, Lobato optó por reservarse una victoria dentro del debate: darse a conocer, mostrar el carácter más diplomático de entre los candidatos, mostrar un proyecto madrileño de ambición y con mirada europeísta —nadie más lo hizo— y ser capaz de explicar detenidamente a los madrileños qué propuestas proponía el PSOE madrileño ante qué problemas exactos de la Comunidad. 

El libro de los muertos y comida podrida

Donde más destacaron Mónica García y Alejandra Jacinto fue en el tema sanitario, porque a Ayuso se le han acumulado demasiadas polémicas y respuestas populares en torno al tema: Ipads que cumplen la función de médicos de atención primaria, manifestaciones por las condiciones laborales de los profesionales de la salud, el caso de su hermano y la compraventa de las mascarillas, largas listas de espera... y ahí jugaron sus cartas.

Jacinto, que en general ejerció un papel de presentación de candidata muy discreto, arrojando baterías de propuestas en cada turno de intervención, fue arrojada en este tema y, al estilo de Pablo Iglesias, le ofreció a la presidenta de la Comunidad de Madrid una copia del libro Morirán de forma indigna, escrito por Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales del Gobierno de la Comunidad de Madrid hasta el 2 de octubre del 2020. El libro recoge políticas de la Administración madrileña en las residencias de ancianos durante la pandemia que el propio autor cita como «ilegales» y que causaron la muerte de miles de ancianos. Ayuso rechazó el presente y se lo devolvió a Jacinto.

Mónica García, por su parte, también sacó a relucir las vergüenzas de las residencias de ancianos mostrando unas fotografías de comida podrida servida en residencias. También le achacó a la presidenta que, durante su gestión de la pandemia, Madrid fue la región europea donde más personas murieron en toda Europa gracias a su política de apertura de bares, libertades y permisividades. En general, estuvo activa y acertada en la estrategia «antiayusista», bien también porque nadie ha opositado contra Ayuso más que ella en la Asamblea de Madrid y demostró, por tanto, su perfil incontestable como líder de la oposición.

Ambas, además, hablaron de salud mental, refiriéndose a los altos precios de los psicólogos privados. Un lujo que, según las candidatas, solo se pueden permitir quienes pueden pagarlo y no pueden con las largas listas de espera de estos profesionales por la vía pública.

Menas, trans y presupuestos

El papel de Rocío Monasterio fue el esperado. Mantuvo una constante mención a los barrios en los que los menores no acompañados se han convertido en una «amenaza» por su afiliación a las pandillas juveniles, el elevado coste que supone su manutención, la manga ancha de la izquierda con los okupas y acusó a los otros cuatro candidatos de ser cómplices de la promoción de la inmigración ilegal masiva.

De hecho, llegó a confrontar también con Ayuso en dos temas fundamentales. El primero, que la presidenta madrileña no aprobara los presupuestos de la Comunidad —Vox condicionó su apoyo a la derogación de leyes de Educación y otras LGTBQ+— y que dejara sin inversión a los servicios públicos. El segundo, que hubiera sido «cómplice» de la izquierda al aprobar una ley trans regional.  

Protagonizó además otro de los momentos más polémicos del debate cuando sacó el famoso cartel que promocionaron en los anteriores comicios en el que Vox señalaba que los menas recibían 4.700 euros al mes del Estado para después romperlo y sacar otro que decía que en realidad eran 6.487,17. Lobato fue el primero en salir a reprocharle su «falta de sensibilidad», a lo que posteriormente se sumarían las otras candidatas.

Críticas, reproches de gestión, presentación de alternativas y una batería inagotable de propuestas por parte de todos los partidos transcurrieron por un debate en el que destacó la palabra «mentira» por encima de todas las demás. Las urnas esperan el día 28. Ayuso a por la mayoría absoluta, Vox a condicionar a Ayuso, Lobato a superar a Más Madrid y a la actual presidenta, y Jacinto con la misión de mantener a Podemos con buena representación en la Asamblea. La suerte está echada.