El monarca alerta de las consecuencias de una quiebra de la Constitución
25 dic 2023 . Actualizado a las 19:46 h.Si el año pasado Felipe VI se vio obligado a lanzar mensajes que tenían a su propio padre como destinatario, al defender que «los principios éticos están por encima de consideraciones familiares» y que los servidores del Estado tienen que ser «ejemplo de integridad pública y moral», en esta ocasión ha dirigido claramente su discurso a los representantes políticos, que deben ser los que impidan que «el germen de la discordia» se instale de nuevo entre los españoles. Un papel que a ojos de la Corona los partidos no están sabiendo interpretar.
Estilo directo
Llamada a los políticos. No es frecuente que el rey haga llamadas tan directas a los políticos. Y por ello su mensaje deja ver su preocupación por la radicalización de los discursos en una u otra dirección, con el consiguiente riesgo para el modelo democrático de monarquía parlamentaria y para la Constitución aprobada en 1978, hace ahora 45 años. En su papel de jefe del Estado, el rey recalcó que «todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución».
Desafío secesionista
El discurso del 3 de octubre. Las primeras reacciones al discurso navideño del monarca dejan ver, sin embargo, que nadie quiere darse por aludido y que todos cargan la responsabilidad en el otro. Aunque evitó menciones directas a la situación creada por el desafío independentista en Cataluña, a los indultos o la ley de amnistía, proclamó que si España es una «sociedad fuerte» es porque ha sabido expresar y defender sus valores constitucionales «cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo». Eso fue lo que el propio Felipe VI hizo en su discurso del 3 de octubre del 2017, previo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución para intervenir el Gobierno de la Generalitat como respuesta al desafío independentista y al referendo ilegal del 1 de octubre, tras el que se produjo una declaración unilateral de independencia.
Unidad frente a los retos
Defensa de la igualdad. La apelación a la unidad como la mejor forma de lograr el progreso fue una constante en su intervención. En esa llamada a la unidad deben sentirse aludidos quienes defienden la desmembración de una parte del país pensando exclusivamente sus propios intereses. En un momento en el que la Constitución del 78 y los valores de la Transición son criticados por distintas fuerzas políticas, el rey toma partido defendiendo la igualdad de todos los españoles ante la ley.
Instituciones
Alusión al fin de las injerencias. No menos directa fue la llamada de Felipe VI a todas las instituciones del Estado para que cumplan cada una su papel respetando el de los demás en el ejercicio de sus competencias. «Cada institución, comenzando por el rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde», dijo con claridad. Palabras que llegan en un momento de máxima tensión entre el poder judicial y el legislativo y que ha llevado al hecho insólito de que el Consejo General del Poder Judicial se pronuncie sobre el riesgo de una ley de amnistía y reivindique su independencia frente a injerencias externas.
Advertencia
Límites de la Constitución. El mensaje del rey llega en medio de las acusaciones de lawfare por parte de los partidos independentistas, así como de los socios del Gobierno, que han aprobado la creación de comisiones de investigación en el Congreso con el propósito de hacer pasar por ellas a los jueces para acusarlos de dictar sentencias por motivos políticos. Frente a quienes son partidarios de una quiebra de la Constitución por considerarla superada y desfasada, Felipe VI fue muy claro al alertar de lo que ocurriría si esa ruptura del marco constitucional llegara a producirse. «Fuera del respeto a la Constitución, no hay democracia ni convivencia posibles».