Diez años del asesinato de Isabel Carrasco, la presidenta de la Diputación de León: «Había juntas de gobierno en las que uno lo llegaba a pasar muy mal»

Carlos Peralta
C. Peralta REDACCIÓN /LA VOZ

ESPAÑA

Isabel Carrasco (derecha) junto a Triana Martínez, una de las condenadas por su asesinato, durante un acto en el 2010
Isabel Carrasco (derecha) junto a Triana Martínez, una de las condenadas por su asesinato, durante un acto en el 2010 diario de leon

El ansia de vengar a una hija motivó el último gran magnicidio de España

12 may 2024 . Actualizado a las 18:27 h.

La catedral de León vivió hace diez años un funeral multitudinario. El presidente del Gobierno entonces, Mariano Rajoy, y su antecesor, el leonés José Luis Rodríguez Zapatero, asistieron al adiós de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Días antes, el 12 de mayo del 2014, había sido asesinada a tiros en una pasarela peatonal del río Bernesga, en el corazón de la ciudad. Una década después, ni la institución que presidió ni el Ayuntamiento de la ciudad —fue concejal— tienen previstos actos en recuerdo de una mujer que marcó la política provincial y autonómica por su carácter indomable y amenazador. Carrasco es, al igual que la familia Baltar en Ourense, el claro ejemplo de una política que consiguió dominar la provincia desde sus altas montañas al Páramo Leonés. «Era una mujer con mucho poder», recuerda Juan Martínez Majo, vicepresidente de la Diputación de León con ella al frente de la institución provincial. Mario Amilivia, una figura clave en el PP en los años noventa y la década siguiente, asegura que «desde el punto de vista político ha sido superada muy rápidamente. Se le recuerda tristemente por estos hechos deleznables», añade, en referencia al último magnicidio en la política de este país. 

Un crimen a plena luz

El asesinato. Montserrat González fue la que apretó el gatillo aquella tarde de mayo. Esperó a que Carrasco saliera de casa y, cuando cruzaba la pasarela en dirección a la sede del PP, su partido, la encañonó por la espalda. Su plan se fue pronto al traste. Una pareja presenció la escena. Pedro Mielgo, agente retirado de la Policía Nacional, no dudó en seguir a la asesina mientras su esposa alertaba al 112. Él presenció cómo Montserrat le entregaba el revólver a su hija, Triana Martínez, en la próxima calle Colón. Posteriormente, la hija de la asesina le dio el arma a la agente de la policía local Raquel Gago, completando así el trío de culpables del crimen más mediático de León. Montserrat fue condenada a 22 años de cárcel, su hija a 20 y Raquel Gago, que disfruta actualmente del tercer grado en Madrid, a 15. La Audiencia Provincial la condenó a cinco años, pero el Tribunal Supremo elevó la condena hasta la pena actual.

Un juicio mediático

«Lo hubiera hecho bien». La asesina de Carrasco jamás mostró el mínimo ápice de arrepentimiento. «Arrepentirme no, lo hubiera hecho bien, que es distinto», afirmó en el 2016 desde la cárcel de León en una entrevista con La Nueva Crónica. En el juicio aseguró que la política del PP había llevado al límite a su hija: «Era Isabel o mi hija. Por eso decidí matarla». Triana, ingeniera de Telecomunicaciones y afiliada del PP, trabajaba en la Diputación hasta que Carrasco la despidió. Ambas señalaron que la cesó por no aceptar tener relaciones sexuales con ella. Luego, según declaró Montserrat, Carrasco usó su influencia en León para iniciar «una persecución» contra su hija. «Le hizo la vida imposible», añadió. 

La vida en prisión

Juntas en Asturias. Montserrat y Triana son hoy las responsables de la biblioteca de la cárcel de Villabona, en Asturias, donde cumplen sus condenas. Ambas, a diferencia de Gago, destacaron hasta el 2018 por su mal comportamiento, con más de una treintena de sanciones. 

Un carácter fuerte

Muchos frentes. Nadie en la política leonesa niega el carácter autoritario de Carrasco. «Abría muchos frentes y muchas guerras contra muchas personas. Ese fue su grandísimo error [en política]», recuerda Mario Amilivia, exalcalde de León y expresidente del PP provincial. Él apoyó a Carrasco en sus inicios en la Junta de Castilla y León, donde llegó a ocupar la Consejería de Economía y Hacienda durante casi una década. Coincidieron también en el consistorio —ella fue concejala con él de regidor— y en el Senado. Amilivia reconoce que era solvente en la gestión, pero que «personalizaba mucho los problemas políticos».

El fatídico 12 de mayo era la presidenta de la Diputación de León. El vicepresidente primero era Juan Martínez Majo. El PP, inicialmente, no tenía la mayoría absoluta y él había liderado una alternativa a Carrasco. Pero hubo un error en el recuento que cambió las piezas del tablero. Pasaban a tener la mayoría. Alfonso Fernández Mañueco, hoy presidente de Castilla y León y entonces secretario general del PP regional, instó a Majo y a Carrasco a repartirse los diputados. «Había juntas de Gobierno en las que uno lo llegaba a pasar muy mal. Nadie se atrevía a pedir explicaciones», recuerda. 

Respeto y temor

«Recelos y miedos». Martínez Majo llegó a la presidencia de la Diputación de León en la siguiente legislatura. Entonces la figura de Carrasco estaba muy presente: «Había una disciplina demasiado férrea. Intenté tranquilizar la institución porque había mucha gente con recelos y miedos». Recuerda también cuando el oficial mayor le mostró los juicios pendientes. Destacaba el período de Carrasco. «Había un volumen muy abultado con respecto a otras legislaturas».

 Muchos la recuerdan también por el aura de impunidad que desprendía. La oposición le recriminaba que contaba con 13 cargos públicos, entre ellos el puesto de consejera de Caja España —una caja de ahorros con mucho peso en la comunidad— y presidencias claves en la provincia como la del consorcio del aeropuerto de León y la del Instituto Leonés de Cultura. «Posiblemente, habría tenido muchos problemas, incluso contra [sus] propios compañeros», estima Martínez Majo. Amilivia coincide: «Esa forma de hacer política no habría acabado bien». 

Una pionera

Un mundo de hombres. Carrasco fue una pionera en la política provincial. «Fue una mujer en un mundo de hombres. Cuando era inspectora de Hacienda, de las llamadas grandes empresas, era muy joven y, normalmente, casi todos eran hombres», reflexiona Majo. Fue la primera mujer en ser delegada territorial de la Junta en León. «Era la primera superdelegada. Antes había nueve delegaciones por áreas, el PP las reunificó en una sola», recuerda Amilivia. Y, del mismo modo, Carrasco se convirtió en la hasta hoy única presidenta de la bicentenaria Diputación de León.