Un soberano toque de atención

ESPAÑA

Felipe VI, durante su tradicional discurso de Nochebuena
Felipe VI, durante su tradicional discurso de Nochebuena Ballesteros | EFE

30 dic 2024 . Actualizado a las 12:01 h.

Casi nadie —salvo aquellos oportunistas que viven del tuit o del titular del minuto— debería estar en desacuerdo con el mensaje que Felipe VI puso sobre la mesa poco antes de la cena de Nochebuena. Casi todos queremos defender la democracia y sus valores de tolerancia, libertad y solidaridad. Casi todos queremos un clima político de entendimiento que aleje la confrontación y los muros, donde el diálogo y el entendimiento para el progreso sean los ejes centrales y desplacen el quítate tú para ponerme yo como único argumento del debate.

Nadie en su sano juicio quiere que haya gente que no pueda comer, no tenga donde dormir o no pueda acceder a unos servicios públicos de calidad. Y casi nadie puede olvidar que casi dos meses después de la peor catástrofe del siglo en España, resolver las consecuencias de la dana que arrasó parte de Valencia debería ser una urgencia.

Tanto consenso hay que incluso coincidieron en el aplauso el PP y el PSOE y en la crítica los del no de siempre, Podemos y los separatistas de cualquier pelaje y condición.

El problema es que el rey reina, pero no gobierna. Y cuando acabemos de digerir los langostinos y los turrones, volverá la dura realidad al menú de cada día. Y nuestros políticos, lejos de buscar ese entendimiento que nos permita avanzar más y mejor, seguirán reprochándose de todo en lugar de dar la cara y asumir las consecuencias de sus hechos.

Felipe VI nos pide defender la democracia. Y esa primera línea roja incluye el respeto a las decisiones judiciales y la defensa de la igualdad de todos los españoles, cuestiones que quedan en entredicho cuando se ve al mismísimo presidente del Gobierno atacando a algunos magistrados por el mero hecho de investigar a su familia o a sus compañeros de partido. O, simplemente, por negarse a aplicar la injusta, y veremos si constitucional, ley de amnistía que santifica hasta la malversación del dinero público. Por no hablar de las concesiones a vascos y catalanes con las que cada semana tenemos que pagar el peaje de que el PSOE —y lo que queda de Sumar— alargue su permanencia en la Moncloa unos meses más.

La semana que viene será 2025 y las ayudas a los afectados de la dana seguirán llegando a cuentagotas, las familias que alcanzan fin de mes con holgura serán menos y nuestros políticos seguirán tirándose los trastos a la cabeza.

Sánchez, que está dispuesto a reunirse cuando sea y donde sea con Puigdemont, y Feijoo han cumplido ya un año sin hablar a solas. Ni siquiera un wasap, con todo lo que ha pasado. Y ahí, el soberano toque de atención de Felipe VI tampoco hará mella. España se merece que sus líderes se comporten como adultos de una vez.