A casi cuatro años de la erupción, cientos de vecinos sobreviven en contenedores marítimos mientras las ayudas a la recuperación llegan a cuentagotas
03 jun 2025 . Actualizado a las 20:01 h.El volcán de La Palma expulsó lava, y con ella una corriente de destrucción, durante 85 días, pero sus efectos y desgracias son aún visibles cuando ya han pasado casi 1.400 desde aquel fatídico 19 de septiembre del 2021. Podría pensarse que, tras casi cuatro años y la lluvia de millones que fue llegando en sucesivos plazos, con compromisos claros de todas las Administraciones, casi todo debería estar ya en orden. Pero no es así. Ciertamente (solo faltaría), se ha avanzado, pero queda mucho por hacer, muchas heridas que cerrar, en viviendas (siguen los contenedores marítimos en Los Llanos, no hay ni una vivienda social construida, se mantienen los alquileres...), infraestructuras, fincas agrícolas (el plátano es la principal industria de la isla y clave en la producción española), y una normalidad que tardará años en recuperarse. Años.

El volcán de Tajogaite (este es el nombre que le ha quedado) arrasó casi 12 kilómetros cuadrados en Los Llanos (el que se llevó la peor parte), El Paso y Tazacorte, tres de los catorce municipios que componen esta isla y que miran hacia el oeste. Parece poco, pero destruyó 1.700 edificaciones, entre ellas un barrio entero, y hubo más de siete mil evacuados. Sobre una parte de esa superficie se van abriendo ahora, poco a poco, caminos, tuberías de agua y de servicios, algunas viviendas y fincas de cultivo. Impresionan las obras, con decenas de grandes excavadoras por todas partes moviendo enormes rocas de lava para allanar y construir. No en todos los sitios se puede, porque hay zonas de colada de hasta 40 metros de altura que van a quedar así para siempre, y puntos donde el calor es muy intenso a poco que se hurgue.
La nueva carretera que se construyó entre Las Norias y La Laguna sobre la lava advierte en sus carteles: «Atención: coladas volcánicas. Superficie caliente». Está prohibido detener el coche, la velocidad suele estar limitada a 50, hay que ir con cuidado y tampoco se puede uno desplazar a pie. Grandes rotondas ayudan a reducir la velocidad. Una tiene una escultura con dos grandes brazos y cazos de excavadoras, otra, una recreación de los pueblos arrasados. La otra vía nueva, también sobre la lava y casi al lado de la costa, no tiene tantas limitaciones.

Algunos agricultores han plantado plátanos sobre las coladas, justo donde los tenían antes, y ya empiezan a dar sus frutos, que, por cierto, se pagan mejor que nunca, dada la escasez de los últimos meses. Son obras titánicas, de mucho empeño.
Por donde quiera que uno va siempre tendrá un interlocutor que le diga que no ha cobrado todas las ayudas anunciadas. Para indagar en los motivos, cada caso parece un mundo. Dinero hubo y hay. El presidente Pedro Sánchez dijo en el Congreso, a finales del año pasado, que el Gobierno ya había transferido o ejecutado el 99 % de los 1.046 millones en ayudas o inversiones anunciadas. Ejecutivo canario, Cabildo y ayuntamientos han puesto mucho dinero. Para viviendas, por ejemplo, los afectados han recibido 60.000 euros de Madrid y 30.000 de Canarias, y bastantes ya han percibido el total del valor de su inmueble. Otros no. Los agricultores lo mismo. Llegó a haber tres mil afectados en ERTE, ahora no llegan a cien. Ha habido ayudas para vivienda, para autónomos, plataneros (44 euros por metro cuadrado), planes de empleo... Fue necesario crear marcos jurídicos para la gestión de los terrenos. Y se celebraron elecciones autonómicas y municipales por medio, también. Todos los habitantes de la isla han tenido (pendiente de que se confirme la de este ejercicio fiscal) una deducción del 60 % en el IRPF. También los no afectados, para dinamizar la economía insular. Y así una larga lista. Asimismo el pago de los seguros. A lo que se une el debate y reclamación actual, local, para que el Gobierno central aporte cien millones más para sufragar más ayudas. Y sin embargo...
De los múltiples vecinos consultados estos días, se saca la sensación, la resignación, de que todo debería haber ido mucho más rápido. No es que sean cuatro años, es que van a ser más. No hay obra nueva de vivienda efectiva, y cuando la hay los precios se han disparado, en materiales y mano de obra. Todo lo recibido puede no llegar para construir otra vivienda o negocio. Tampoco hay empresas o trabajadores suficientes para todo, lo que está estimulando la inmigración, pero ocurre que apenas hay espacios en los que alojarse. El valor del suelo rústico en el que ya se puede edificar se ha disparado. Como en todo, como casi siempre en las catástrofes, no son pocos los que se han aprovechado para hacer algo de negocio. Las plataformas de afectados que fueron creciendo en su momento ahora se van apagando. Los damnificados que vivían en los hoteles hace ya más de un año que los dejaron. En Puerto Naos, sellado por los gases tóxicos hasta hace pocos meses, se ha autorizado la vuelta a un millar de viviendas.

El turismo se mueve. El volcán atrae y hay excursiones al límite de su boca. Como pasó aquí con el Cason o el Prestige, nació un bar llamado Tajogaite (y cerró) en El Paso. Se anuncian camas hoteleras en varios municipios, de momento en el papel. E igualmente (esto es lo importante y lo más duro de los retrasos generales) están en marcha viviendas de promoción pública destinadas a los afectados. Tardarán.
Carreteras cruciales están pendientes, y sobre alguna, como la LP-2, existe gran controversia. Otras están sepultadas en algunos tramos, y así seguirán.
Los caminos (pistas asfaltadas que lo fueron, realmente) son fundamentales para la gran dispersión poblacional de esta parte de la isla, la que había y la que queda. Recuerda a Galicia, en general. Toda la isla, a la que se podría llamar la Galicia canaria: en el noroeste de la comunidad, verde intenso, sinuosa, con ya mucha población mayor extraordinariamente apegada a su tierra, con núcleos de casas que fueron germinando en torno a las mismas familias, repartiendo las parcelas entre los hijos, construidas entre todos, con sus huertas. Por eso estas desapariciones tienen un efecto letal sobre muchos, incapaces de superar la pérdida, y con lo que eso supone para su salud mental. Aspectos que no suelen aparecer en los grandes discursos ni en las cifras, pero que tienen un efecto interno devastador.

«Podrían haberse construido 500 viviendas antes de dos años»
Chicho Acosta es uno de los empresarios más conocidos de La Palma. Promotor inmobiliario, contratista de obras públicas, productor de plátanos... Ya fue famoso en su juventud, en las carreras, la lucha canaria o sus caballos. No para un minuto de una zona a otra de la isla, y aún saca tiempo para plantar plátanos en una enorme finca con invernadero que ha construido muy cerca de una de las dos fajanas que nacieron sobre el mar cuando cayó la lava. Chicho, a través de su inmobiliaria 2Tumbos, ha levantado en Los Llanos un edificio de 53 viviendas, con 90 garajes y dos locales para oficinas del Cabildo y el Gobierno de Canarias. Lo vendió completo para uso público. Lo hizo sobre un semiesqueleto (más bien, la base) de un edificio que quedó en nada hace 23 años. «Se puede decir que es todo nuevo», explica. Para algunos de esos pisos irán quienes aún están sin casa, por ejemplo, familias que viven en los contenedores. Cree que dentro de ocho meses podría estar ya listo, pero ya se verá. Dada su trayectoria, es factible creerlo cuando dice que «podrían haberse construido 500 viviendas antes de dos años», él mismo se hubiera encargado. Hizo la propuesta, pero sin eco. «Con los políticos todo son promesas, esto y lo otro, y al final, ya se ve», lamenta.

«No todo va lo rápido que podría, pero avanzamos»
José Félix Rodríguez Domínguez lleva dos años en el gobierno municipal de Tazacorte, de coalición, en su caso por el PP. Fue de número dos (no salió), y ocupa el puesto de adjunto al concejal. Trabaja en la oficina técnica, en el área de Urbanismo, y por tanto le toca, casi a diario, tratar sobre temas de construcción y reconstrucción, y hablar constantemente con afectados. Reconoce que, a cuatro años vista, queda bastante pendiente. «Es cierto que no todo va lo rápido que podría, pero avanzamos, por ejemplo concediendo licencias para la reconstrucción de fincas. Hemos dado ya permiso para hacerlo a 112», explica. El proceso va a ser lento y caro. Contra eso están la ayudas, el tesón y el medio de vida de numerosos vecinos, que necesitan sacar lava, sembrar y vender. Para nuevas viviendas los permisos son trece, gracias a la nueva ley que permite en suelo rústico, donde antes no se podía, y con al menos 500 metros disponibles. En la letra pequeña, lo que no se ve, implica llevar servicios adonde no los había, o lidiar con tensiones personales entre vecinos que ven obras donde no podía haberlas. Destaca la ayuda de 44 euros por metro para fincas cubiertas por la lava: el agricultor cobra ese dinero y mantiene su propiedad, unos metros por encima, claro, y absolutamente rodeado de esa lava si los colindantes deciden no recuperar, lo que está sucediendo en bastantes casos. «Y además hay gente que aún no ha cobrado las ayudas», explica, un mantra común que se escucha frecuentemente a poco que se pasen un par de días en esta zona de la isla. «Y no hay constructores suficientes, otro problema», añade. En Tazacorte se construirán 135 viviendas de protección. De momento se levantarán 34. Irá para largo. Otro edificio se aprovecha para alquiler social.
José Félix es gallego por parte de padre, de Ordes. El progenitor acude a diario a la Casa del Mar (que lleva su hermano Lolo) y con él se puede hablar de cuando, hace medio siglo, fue posiblemente el primer productor gallego de plátanos en la isla, tras llegar de la emigración en el Reino Unido con su mujer palmera. Y él sigue con el negocio, aunque ahora esté más centrado en su tarea en el Ayuntamiento, ya que también se encarga del área de Deportes. Con los plátanos se ha criado, y señala que la gran subida de precio (en la Península llegó el kilo a los 5 euros, o más) se debe a que el mal tiempo de finales de año arruinó parte de la producción, y actúa la ley de la oferta y la demanda.