Cerdán, el interlocutor de Puigdemont y Bildu que empezó de electricista en Milagro

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Caricatura de Santos Cerdán
Caricatura de Santos Cerdán Pilar Canicoba

Santos Cerdán fue el padrino político de Koldo, el socio de Ábalos y el ejecutor de Sánchez

13 jun 2025 . Actualizado a las 09:21 h.

Santos Cerdán León (4 de mayo de 1969) nació en el pequeño pueblo navarro de Milagro (3.700 habitantes). Sonaba a predestinación. Y lo fue. Hijo y nieto de militantes socialistas, abrazó la doctrina del puño y la rosa desde su juventud. Con los libros nunca destacó e hizo una FP de Electrónica que le permitió entrar como técnico de mantenimiento —sus críticos siempre le relacionaron con los enchufes — en una fábrica de congelados, aunque pronto encontró el camino de la realización personal en la política.

Se afilió al PSOE de forma oficial con 30 años. Y un lustro después ya tenía puesto destacado en la ejecutiva regional, aunque no había pasado de concejal en su pueblo, cargo que ocupó entre 1999 y el 2005, salvo cuatro años entre el 2003 y el 2007.

Siempre estuvo vinculado a las cañerías del partido como secretario de organización. Bajo su apariencia afable se escondía un killer. Tras la caída en desgracia de su antecesor, José Luis Ábalos, le tocaba a él hacer el papel de poli malo ante los barones críticos con el sanchismo. Así lo admitió públicamente Javier Lambán. Y con menos decibelios Emiliano García-Page.

Su salto a la política nacional llegó en los peores meses de la vida política de Pedro Sánchez antes de que la corrupción sacudiera su entorno. Fue de los primeros en sumarse al proyecto de reconquista de Ferraz lanzado por el ahora presidente tras ser desalojado del cargo de secretario general un 1 de octubre, otra curiosidad, tras ser sorprendido escondido con una urna tras una cortina antes de una decisiva votación sobre su continuidad.

En el Peugeot con el que se lanzaron a la carretera para conseguir el respaldo de la militancia estaban José Luis Ábalos, el supuesto cerebro del grupo, y Koldo García el hombre para todo que Cerdán había reclutado en el cercano pueblo de Huarte, en la periferia de Pamplona, cuando ejercía como concejal cuando su trabajo como portero de un night club se lo permitía.

Los cuatro forman parte de una foto en La Rioja, en medio de una calle semidesierta, reflejo de la hermandad que se tejió en aquellos días de destierro. Pero, cual Escarlata O'Hara, todos ellos se conjuraron para no volver a pasar hambre. Con la reconquista de Ferraz, Santos Cerdán se recolocó como presidente de la Fundación Pablo Iglesias, un sueño para cualquier socialista de pro. Y se convirtió en una de las piezas clave para mover el engranaje de la moción de censura.

Sus relaciones con Bildu siempre fueron buenas. Y contaba con el apoyo de algún amigo con el que luego, según la UCO, haría negocios. La jugada salió bien a comienzos del verano del 2018 y Cerdán decidió reclamar su parte del botín. Ahora sabemos que reclamó a Sánchez ser consejero de Indra —«para mantener a la familia en Madrid»—. Sin éxito. José Luis Ábalos ya era ministro y le confió el puesto de número 2 de organización en el partido mientras el ya ministro de Transportes se dedicaba a muchas más cosas que la política.

Santos Cerdán no perdió el tiempo. Se hizo con el control de los territorios a costa de promesas aún por desvelar y se convirtió en indispensable para Sánchez. Cuando el escándalo de las mascarillas aún era incipiente y nadie había oído hablar de Leire Díaz o Víctor de Aldama, fue el elegido por el líder socialista para reemplazar al que era su amigo. Y para hacerse la foto de la vergüenza en Waterloo con Carles Puigdemont, con el que estrechó una relación de interés de votos en el Congreso a cambio de prebendas.

Desde hace semanas, Santos Cerdán estaba desaparecido. Y apenas asomaba al pasillo del Congreso para negarlo todo. Pero su voz grabado por el que un día fue más que su amigo, Koldo García, acabó con su particular manual de resistencia. El padrino político de Koldo, el socio de Ábalos y el ejecutor de la voluntad de Sánchez entregó su cabeza. Aunque la rueda de la justicia sigue avanzando.

Santos Cerdán siempre se había movido en el segundo plano de la política, erigido en secretario de organización del PSOE a la sombra de Pedro Sánchez después de que este prescindiera de José Luis Ábalos en el partido y en el Gobierno en julio del 2021, hasta que se convirtió en pieza clave de las negociaciones que permitieron al presidente retener la Moncloa tras el 23J y su rostro comenzó a hacerse familiar. Sobre todo en aquellas intensas jornadas del otoño del 2023, las de la montaña rusa de las conversaciones con Carles Puigdemont que desembocaron en el pacto de investidura, en las que pernoctaba en el Sofitel de Bruselas. El hotel, uno de los más conocidos de la capital belga, fue el campamento base del secretario de organización de los socialistas, cuya rutina -además de intercambiar documentos- consistía en bajar cada mañana a recepción o, en su defecto, mandar a alguien en su nombre, para preguntar si podía alargar una noche más su estancia, en vista de que el acuerdo no terminaba de germinar.

La elección Cerdán, miembro del núcleo duro de Sánchez para negociar con Puigdemont no fue casual. Su papel como mediador con los partidos independentistas se remonta a sus años en la política navarra, donde tuvo que llevar escolta por la amenaza de ETA, y su capacidad de gestión en situaciones límite avalaban su papel para que hubiera acuerdo con Junts. Antes de dar el salto a la política en Madrid y a la dirección federal del PSOE, cuando Sánchez acometió una importante remodelación de Gobierno retirando de la primera línea a Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Iván Redondo, Cerdán ya venía de allanar el camino con las formaciones independentistas en su tierra, Navarra.

Nacido en Milagro, Santi, como le llaman los próximos, comenzó a militar en el partido socialista a finales de los años 90 siguiendo los pasos de su padre y de su abuelo. Fue concejal de su pueblo durante tres mandatos (1999-2003, 2007-2011 y 2011-2015) y después ocupó varios cargos en la dirección del PSN y en el Parlamento navarro. Allí, y gracias a su buena relación con los socialistas vascos, Cerdán fue el encargado de normalizar las relaciones con EH Bildu, con quien pactó el primer acuerdo en Navarra para el PSN que daría la presidencia de la comunidad a María Chivite, y puso la la primera piedra para normalizar las relaciones entre ambas formaciones.

Imagen facilitada por Junts de la primera reunión entre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y Carles Puigdemont cuando se negoció la investidura de Pedro Sánchez
Imagen facilitada por Junts de la primera reunión entre el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán y Carles Puigdemont cuando se negoció la investidura de Pedro Sánchez

Con el acuerdo entre el PSOE y Junts, cimentado sobre la amnistía, Cerdán añadió un nuevo capítulo a su hoja de servicios al partido. La fotografía del encuentro que mantuvieron el diputado navarro y Puigdemont en el despacho aquel 30 de octubre del 2023, que ya es historia y rompió el tabú de la exhibición del diálogo con el aún prófugo de la justicia, causó un gran revuelo y escenificó el avance de las negociaciones centradas en la amnistía para los encausados del procès. Mientras el Sofitel, a unos 250 euros la noche y donde se aloja el presidente del Gobierno a las cumbres europeas, se convertía en el sobrevenido centro de operaciones de Cerdán, el equipo negociador de Junts fue variando sus lugares de encuentro, a ratos «jugando al gato y al ratón» con los periodistas.

Desde aquellas citas casi clandestinas al principio y cristalizadas al final, Cerdán y Puigdemont han trabado una relación de confianza en estos dos años de legislatura en las reuniones mensuales que, en cumplimiento de lo pactado para investir a Sánchez, ambos celebran en Suiza. Encuentros con altibajos, incluso con crisis que han puesto en peligro el devenir del cuatrienio, pero que siguen sucediéndose con ambos interlocutores sin que los independentistas hayan desatado su nudo con el presidente.