Un caniche gigante desmintió su muerte: así cayó la asesora que fingió un accidente para huir con un millón de euros
ESPAÑA

La Audiencia Provincial de Palma de Mallorca ha condenado a dos años de cárcel a una mujer alemana que dijo estar muerta tras ser acusada de malversar las cuentas de la empresa para la que trabajaba
03 jul 2025 . Actualizado a las 08:18 h.A Inna Z., una asesora fiscal alemana que vivía en Mallorca, la dieron por muerta en el 2020. Eso dijo su hermana, que incluso presentó un certificado de defunción ante un juzgado de Palma. Inna había fallecido —supuestamente— en un accidente de coche en Rostock, una ciudad alemana ubicada a orillas del mar Báltico. La misiva llegó al juzgado porque allí esperaban tomar declaración a la asesora de 47 años, imputada por haberse adueñado de cerca de un millón de euros de las cuentas de la empresa donde trabajaba que debían usarse para pagar a Hacienda.
La compañía —una firma de energía renovable con oficinas en la isla— desconfió del repentino fallecimiento y contrató a una agencia de detectives para investigar la supuesta muerte. Como es habitual en estos casos, los agentes repasaron pormenorizadamente las redes sociales de Inna. En una de las imágenes salía una caniche negro gigante. Una raza bastante única que llama bastante la atención. Durante meses, según cuenta el ABC, los investigadores peinaron lugares populares entre los dueños de perros en los alrededores de Santa Ponça. Hasta que dieron con un hombre que paseaba un caniche como el de las fotos. Lo siguieron y llegaron a una lujosa vivienda de la que, un buen día, salió una mujer. Era Inna. La Guardia Civil de Calvà la detuvo pocos días después, informados por los detectives. La alemana e había cambiado el pelo y se le incautó documentación falsa a nombre de otra persona. No trabajaba y conducía coches de alta gama.

El modus operandi
En el 2021, a la alemana se le imputaron delitos de estafa, apropiación indebida administración deslealtad, falsedad documental, usurpación de estado civil y estafa procesal. Se descubrió que contaba con un poder notarial de su empresa para realizar transferencias y firmar cheques. Gracias a eso, durante años, robó 2,3 millones de euros de las cuentas de la compañía, haciendo creer a sus jefes que esos pagos eran, en realidad, para impuestos y que irían directos a la Agencia Tributaria.
Esta semana, la Audiencia Provincial de Palma la sentó en el banquillo. Para ella, la fiscalía pedía siete años de cárcel, que han sido rebajados gracias a un acuerdo de conformidad. Tras declararse culpable, con carácter previo al juicio, consignó 1,5 millones de euros. Un gesto considerado un atenuante de reparación del daño. Finalmente, la condena ha sido de dos años y siete meses de prisión.