Rufián pide un frente común plurinacional de izquierdas sin el aval de la cúpula de ERC

ESPAÑA

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, interviene durante una sesión de control al Gobierno.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, interviene durante una sesión de control al Gobierno. JESÚS HELLÍN / EUROPA PRESS

El BNG, sorprendido, mantiene su negativa a alianzas con fuerzas estatales y se reafirma en concurrir en solitario

22 jul 2025 . Actualizado a las 17:51 h.

Gabriel Rufián, diputado de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) en el Congreso, es desde hace ya tiempo un verso suelto que vive cómodo en el protagonismo y el sobresalto. Y que a menudo supone un quebradero de cabeza para la dirección de su propio partido en Barcelona, poco amiga de los excesivos coqueteos parlamentarios de su representante, de su afán por acaparar el foco de forma constante. En el complicado rol de marcar distancias con Junts en Madrid, Rufián es a menudo un político hiperbólico e impredecible. Este martes, en los pasillos del Congreso, planteó sin reparos la alianza de una lista plurinacional de izquierdas en el caso de que asomasen en el horizonte unas hipotéticas elecciones generales, lo cual está por ver. «Si no hay acuerdo, nos matarán por separado», pronosticaba en relación a la batalla política que se abre frente al PP y Vox.

El diputado se pronunciaba así después de que el diario El Mundo, esa misma mañana, publicase que el propio Rufián había iniciado los contactos con Compromís, BNG, Bildu y Adelante Andalucía para formar un frente común, invitación que se trasladaría también a Podemos e Izquierda Unida. Consultado al respecto, un Bloque perplejo aseguraba no saber nada de esto. Y lo mismo sostenían Bildu y la propia ERC. Incluso su portavoz en el Parlament, Ester Capella, muy sorprendida, afirmaba rotundamente que su partido no tenía pensado presentarse en alianza con nadie.

La formación de Oriol Junqueras tiene que hacer un constante juego de equilibrio entre el pragmatismo político y la fidelidad a sus bases independentistas en Cataluña, algo complejo y a menudo contradictorio, como bien sabe Junts, siempre dispuesto a sacar tajada electoral. Y esta supuesta alianza de la izquierda plurinacional, para ERC, tiene una difícil venta en Cataluña. Otra cuestión es cómo se perciba en Madrid.

Tampoco en Bildu hay constancia de la propuesta de Rufián: las distintas sensibilidades de la izquierda abertzale viven bajo un paraguas que sigue empuñando Sortu, la antigua Herri Batasuna, que es quien decide cuándo se abre y cuándo se cierra. Es decir, no manda Óscar Matute, del mismo modo que tampoco manda Gabriel Rufián en ERC.

En el nacionalismo, la apelación al frente común o frente amplio, además, devuelve al Bloque a los tiempos de En Marea, como si evocase una pesadilla. Por aquel entonces, el año 2015, el nacionalismo escindido del Bloque y capitaneado por Beiras trasladaba a las generales su alianza con la izquierda estatal. Aquel experimento del 2016, bautizado como grupo confederal, acabó en conflicto, como muchos habían pronosticado. Y En Marea terminó fagocitada por Podemos, una operación cuya gran beneficiada fue Yolanda Díaz, que iniciaba en Madrid una carrera política con gran protagonismo, primero de la mano de Pablo Iglesias, y luego enfrentado a él.

Los argumentos esgrimidos ahora por Rufián para una alianza plurinacional de la izquierda —una supuesta emergencia nacional para frenar el auge de la derecha y la extrema derecha— fueron los mismos que empleó entonces Beiras, que incluso comparó ese escenario con el Frente Popular, la coalición electoral creada en enero de 1936 por los principales partidos de izquierda.

La alianza de una parte del nacionalismo gallego con la izquierda estatal en el marco gallego tampoco acabó bien, pese a su carácter pionero. El primer experimento, fraguado en los prolegómenos de las elecciones autonómicas del 2012, juntó en Alternativa Galega de Esquerda (AGE) a Anova (Beiras) y a Yolanda Díaz (IU), con Pablo Iglesias como asesor externo venido de Madrid, para enfado del círculo más próximo de Beiras, que finalmente se hizo con el control de la campaña. Todos acabaron enfrentados. La continuación de En Marea en el 2016, con Luís Villares de portavoz, supuso todo un récord en la historia del parlamentarismo: pasaron de 14 diputados a cero en una legislatura, con el BNG convertido en el 2020 en líder de la oposición.

Con estos precedentes — que demuestran al acierto que supuso para el Bloque mantenerse fiel a sus principios incluso en los peores momentos—, el nacionalismo gallego se reafirma en su postura de mantener un proyecto propio, autónomo y con la intención de defender a Galicia en Madrid. La alianza de las europeas obedece a que la circunscripción única es el Estado. En las generales es la provincia.