Puigdemont llevará hasta el extremo el pulso con el Gobierno de Sánchez

Xavier Gual BARCELONA / E. LA VOZ

ESPAÑA

El presidente de Junts, Carles Puigdemont, antes de su reunión con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa.
El presidente de Junts, Carles Puigdemont, antes de su reunión con el presidente de la Generalitat, Salvador Illa. OLIVIER MATTHYS | EFE

Junts exige al PSOE cumplir los acuerdos, aunque Podemos tumbe hoy el de extranjería

23 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Carles Puigdemont sabe que solo Pedro Sánchez puede darle lo que quiere. Y no tiene prisa por apretar el botón nuclear. Si hace un mes dijo que «en otoño pasarán cosas», ayer convocó a los suyos en Waterloo para despedir juntos el verano. El cambio de estación comenzó este lunes a las 20.19 hora peninsular. No ha hecho más que empezar. Los miembros de la dirección permanente viajaron a la localidad belga por tercera vez en menos de un mes, una reunión que sirvió para que el prófugo expresidente de la Generalitat les informara del resultado del encuentro mantenido el jueves pasado con José Luis Rodríguez Zapatero, convertido en su interlocutor principal desde el ingreso en prisión del ex número tres del PSOE Santos Cerdán. Por lo demás, nada nuevo bajo el sol. En Junts se remiten a lo ya dicho en los últimos días, que los socialistas no cumplen con los compromisos suscritos (ni en la aplicación efectiva de la amnistía, embarrancada en los tribunales de justicia, ni en la oficialidad del catalán, «ni en tantas otras», objetan), y que a partir de ahora irán «carpeta a carpeta», llevando «al límite» al Ejecutivo de Sánchez, hasta forzarle las costuras. De los presupuestos generales del Estado, tal como quiere Sánchez, «ni hablar». Y se remiten al desayuno informativo que esta mañana de martes protagonizará el secretario general, Jordi Turull, en el céntrico hotel Palace de Barcelona. Sobre las relaciones de su partido con los independentistas, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, advirtió que el Gobierno «no puede fiarse lo más mínimo de alguien que realmente lo que quiere es romper España». También señaló que en Junts lo tienen «crudo» si amenazan con tumbar los PGE, ya que el propio Sánchez dijo hace «no mucho tiempo» que seguiría gobernando sin ellos.

El Congreso

Votación clave. Turull estará muy pendiente de lo que acontezca a 600 kilómetros de distancia, en Madrid. Como lo estará Puigdemont. El Congreso aborda la proposición de ley de delegación de competencias en inmigración a Cataluña, pactada a principios de año por el PSOE y Junts. Si no hay sorpresas de última hora, Podemos votará en contra por considerarlo «racista», de manera que el mismo decaerá gracias a los 175 escaños que suman PP, Vox, UPN y los cuatro diputados morados. Al bloque del no podrían sumarse a última hora incluso los representantes de Compromís e IU, que ayer se planteaban romper la disciplina de voto en Sumar. Turull cargó con dureza contra la formación de Ione Belarra el pasado fin de semana, cuando les tildó de «catalanófobos» por oponerse a la cesión. Su portavoz, Pablo Fernández, respondió ayer sin miramientos: «Que este señor venga ahora a llamarnos catalanófobos es infame, es una estupidez y es una absoluta gilipollez por parte de este personaje al que se le tendría que caer la cara de vergüenza». El ministro Ernest Urtasun, de los Comunes (socios de Salvador Illa en Cataluña), terció en el asunto para defender la posición oficial de la coalición de Yolanda Díaz, partidaria del sí. «A los diputados que dicen que esto es racista, hay que ser riguroso, que digan cuál de los 13 artículos es racista», adujo el titular de Cultura.

ALIANÇA CATALANA

El factor Orriols. Aunque todos parecen obviar que quien gobierna en Cataluña no son los independentistas, sino el PSC de Illa, los posconvergentes hacen bandera de una medida que les podría abrir la puerta a imponer el catalán como condición para conceder la residencia en la comunidad, que sería una potestad de la Generalitat. Pero, sobre todo, les serviría como dique de contención contra el imparable avance de la ultraderecha de Sílvia Orriols, de Aliança Catalana (AC), cuyo discurso islamófobo va calando en amplias capas de la sociedad catalana y seduciendo a una parte significativa del electorado separatista tradicional. La última encuesta de Ipsos para La Vanguardia dibuja una Cataluña ingobernable, con una AC disparada en intención de voto (hasta 19 diputados, hoy tiene dos) a costa del desplome de Junts (14 menos). El PSC de Illa también retrocedería, en su caso, seis escaños; Esquerra se mantendría y Vox superaría al PP catalán. El sondeo arroja un Parlamento autonómico roto, sin mayorías coherentes. Para el consejero catalán de la presidencia, Albert Dalmau (PSC), el auge de Aliança responde a una tendencia ideológica a escala mundial y a la «enorme frustración» generada en la Cataluña secesionista tras el fracaso del procés: «Hemos prometido helado de postre todos los días, hemos prometido Magia Borrás y que lo solucionaríamos todo, y después de todo, una inmensa frustración; hombre, tampoco sé por qué nos sorprende tanto que haya algunas personas que se hayan lanzado al independentismo radical», declaró en la emisora catalana RAC1.