La presión interna y Aliança empujan a Puigdemont a romper con Sánchez

Xavier Gual BARCELONA / E. LA VOZ

ESPAÑA

Turull, en la reunión con alcaldes donde se concretó el malestar de las bases independentistas.
Turull, en la reunión con alcaldes donde se concretó el malestar de las bases independentistas. Junts

Junts decide mañana cómo poner fin a dos años de colaboración infructuosa

26 oct 2025 . Actualizado a las 09:35 h.

En las próximas 24 horas, la legislatura puede dar un giro de 180 grados. Los herederos de Pujol deshojan la margarita de su matrimonio de conveniencia con los socialistas cuando todavía no se han cumplido dos años del sí quiero impostado que mantuvo a Pedro Sánchez en la Moncloa gracias a sus siete diputados en el Congreso. En este tiempo, los independentistas han lanzado al menos cuatro avisos al Gobierno para advertirles de que las cosas no iban bien. De los acuerdos de Bruselas del 2023, negociados hasta la extenuación por Santos Cerdán, entonces mano derecha del secretario general del PSOE, poco o nada se ha cumplido. Con la amnistía varada en los tribunales de justicia, la delegación de inmigración frustrada en el Congreso, las propuestas para combatir la multirreincidencia y la okupación durmiendo en un cajón, y el catalán dando tumbos por las cancillerías de la Unión Europea, a Sánchez se le acaba el tiempo y el crédito que le dieron sus socios.

En el Estado Mayor de Waterloo consideran que ha llegado el momento de la verdad. Del cónclave de la ejecutiva de Junts que se reunirá este lunes en Perpiñán, al otro lado de la frontera francesa, no saldrá esta vez una nueva amenaza. La ruptura está cantada, lo que se va a discutir es el cómo. Lo dijo alto y claro el jueves Míriam Nogueras, la correa de transmisión de Carles Puigdemont en Madrid: «El tiempo de los ultimátums se ha acabado». Este sábado, en la convención municipalista del partido, el secretario general, Jordi Turull, evitó adelantar la decisión que adoptará la cúpula dirigente, pero dio pistas inequívocas de por dónde irán los tiros: «Vienen tiempos complicados», dijo a sus alcaldes y concejales, a los que conminó a «estar preparados».

El tsunami Orriols

El fulgurante ascenso de Aliança Catalana en el tablero político catalán no es ajeno al estado de ebullición que consume a los herederos del pujolismo. La formación ultranacionalista de Sílvia Orriols está causando estragos en las filas posconvergentes a base de un argumentario populista tan escaso como contundente, con recetas de digestión fácil para acabar con problemas mayúsculos, como la inseguridad ciudadana o la falta de vivienda, convertida ya en la principal preocupación de la ciudadanía. Con ello, no solo es capaz de convencer a muchos de los tradicionales votantes del nacionalismo conservador, como revelan los sondeos, sino que al mismo tiempo sumerge en un mar de dudas a sus cuadros territoriales de la Cataluña interior, que están comenzando a notar las primeras deserciones. La última encuesta de Ipsos sitúa a AC casi al mismo nivel que los partidos separatistas tradicionales, a los que Orriols acusa de haber traicionado el espíritu del procés para abandonar el objetivo de la independencia y acabar pactando con el Gobierno central. Según el sondeo encargado por La Vanguardia, alcanzarían una representación de 19 escaños en el Parlamento catalán, de los dos que cuenta en la actualidad. Un salto espectacular en menos de dos años, que se da a costa principalmente de Junts, que perdería hasta 14 y se quedaría con 21, los mismos que Esquerra.

Unas cifras que han caído como un tsunami en el desconcertado establishment posconvergente, cuando en el horizonte despunta ya el nuevo ciclo electoral, en el que se dibuja una guerra fratricida de incierto final. «Quedan 19 meses para las elecciones municipales, parece mucho tiempo, pero no es tanto: tendremos que hacer frente a un contexto extremadamente difícil», advirtió ayer el número dos del partido en su arenga municipalista. Porque es precisamente el pánico de los alcaldes lo que va a precipitar la ruptura con los socialistas.