La artillería para destruir el virus

El fabricante de desinfectantes y limpiadores Disiclín está invirtiendo más de un millón en su planta de Silleda para producir más


La Voz

La fábrica de Productos Disiclin de Silleda se vio desbordada por el trabajo cuando empezó la pandemia. De los supermercados volaban los rollos de papel higiénico, pero también las botellas de desinfectantes y de limpieza del hogar. España se confinó y se desató la guerra contra el virus. «Se disparó la demanda de repente, pero tuvimos muchos problemas para conseguir pulverizadores, botellas, etiquetas... fue un caos. Para poder dar servicio tuvimos que fabricar durante las 24 horas del día, estuvimos totalmente desbordados», confiesa José Gauchi, director comercial de la empresa gallega Disiclin.

Las ventas se han disparado casi un 47 %; la facturación pasó de 9,6 millones a 14,5 millones en el 2020; y la plantilla, de 28 personas en el 2019, se ha incrementado hasta el medio centenar. De hecho, el grupo está ampliando la fábrica para aumentar producción con una inversión de 1,1 millones, avanza Gauchi. «La desinfección ha sido la catapulta del negocio», pero también la limpieza del hogar, porque «la gente está más en casa y limpia más».

El grupo ha desarrollado productos nuevos por el covid. En todos usa bactericidas, «que tienen un efecto más largo contra los virus, la lejía es un gran desinfectante que mata al covid, pero cuando se seca deja de hacer efecto», aclara el director comercial de la empresa, que vende en toda España. Además, el 4 % del negocio lo hace en otros países como Francia, China, Rumanía o Portugal.

Disiclin fabrica en Silleda. Foto: Carlos Silva

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