Porta do Camiño: la vida después de la vacuna
Mascarilla, distancia y mucha más tranquilidad: así vive la primera residencia inmunizada de Galicia
«Aos meus 82 anos, lembro moitas cousas». A través de los ventanales se cuela un resplandor plomizo que recuerda insistentemente que esto es Santiago. Y esta es la mañana del 23 de febrero. Se lo han recordado los residentes a María José -es imposible decidir si la columna vertebral de esta residencia es ella, la animadora, o el médico-, así que decide que la fecha se merece hacer un poco de memoria. Van surgiendo los recuerdos poco a poco (el miedo, la preocupación, las imágenes del Congreso, aquel todo el mundo al suelo) y brotan con la misma calma con la que un orballo especialmente fino planea al otro lado de las cristaleras. Teresa, Plácido, Nieves, Serafín, Olimpia, Dolores, Mirta, Azucena... Sus vidas acumulan más de 80 años de historia. Han vivido la Guerra, la posguerra, la emigración, el franquismo, la Transición, la democracia... Y también esta pandemia.
De repente, las carcajadas se desparraman por toda la sala, la misma en la que hace prácticamente dos meses hacían historia. Porque son usuarios de la primera residencia inmunizada de Galicia. «Vivírono como un regalo, ata chegou polo Nadal». Vanessa Castro, la directora de Porta do Camiño, no se cansa de repetirlo. Si hay algo que defina a esta residencia (quizá a toda esta generación de gallegos) es la resiliencia. La vacuna llegó en medio de la tercera ola, y desde la primera dosis hasta ahora han vivido en una burbuja. El grupo hace crítica cinematográfica: Titanic, preciosa, pero tan triste que hubo quien no pudo terminar de verla. Sobre el espectáculo cómico mejor no comentar, porque las opiniones son de todo, menos buenas.
Nieves Cabo y tres trabajadoras de una residencia de Santiago, las primeras personas en completar la vacunación contra el covid en Galicia
«Vés a traballar con moita máis tranquilidade, que están protexidos. Aínda así, temos moito coidado». Lo explica María José, uno de los pilares de la residencia. Tener la vacuna no ha relajado las medidas, aunque el personal de Porta do Camiño se esmera en insistir a los residentes en que estar vacunados no significa que no vayan a contagiarse y que hay que mantener la higiene y la distancia, como hasta ahora. «Dende que deron a vacina aquí todo o mesmo, pero de marabilla», dicen las residentes. «Eu antes estaba no Carballiño e non había actividades, aquí estou encantada», insiste Dolores.
Se han decretado turnos para las comidas por planta, pero en realidad, es como una gran familia. Una enorme burbuja que se resume en un «temos que estar unidos» que pronuncia Nieves Cabo, la primera vacunada de Galicia, ya más que acostumbrada a las cámaras. Mirta comparte la reflexión, aunque reconoce que en un principio era reticente a inmunizarse. «Es una cosa nueva, desconocida... Pero después cambié de idea». La información que le llegaba le demostró que la vacuna era segura. Que no había problema.
«Eu nacín na Guerra». Nieves es algo así como el tótem de su generación: una guerrera. Charla con Mirta y Dolores tranquilamente sobre ese momento que las ha convertido en parte de la Historia.
-Non nos deu ningunha reacción.
-Bueno, a algunos compañeros sí, un poquito. Casi nada. Es natural, porque con más de 80 años que tenemos casi todos...
-Claro, é que non todos os corpos son iguais.
Llega la hora de la gimnasia -no la perdonan- y nadie se ha quitado la mascarilla. Mientras, la directora pone palabras a aquellos momentos tan duros de la primera ola: un día les dijeron que tenían que hacer las maletas, porque Porta do Camiño pasaba a convertirse en el centro en el que se atendería a los mayores enfermos de covid. Empaquetaron y se mudaron al hotel Congreso, en Teo. A la vuelta, hubo unos días un tanto raros, como si el ambiente todavía guardase algo de lo que había ocurrido durante los peores momentos de la pandemia.
Pronto regresó cierta normalidad. La desescalada les permitió recuperar algunas rutinas y sobre todo volver a tener relación con esa vida que también se había quedado congelada al otro lado de la cristalera. Porta do Camiño es mucho más que una residencia. Es uno de los principales nudos de comunicación de un barrio, el de San Pedro, que miraba con alegría todos los jueves el baile que se celebraba en el centro sociocomunitario, que cerró -y así sigue- el día que se decretó el estado de alarma.
Luego llegó la segunda ola, y después esta tercera. Otra vez se restringió la comunicación con el exterior. Otra vez las visitas escaseaban. Ahora que la situación ha comenzado a mejorar y Galicia ha entrado en su tercera desescalada, están deseando poder volver a hacer su vida: pasear, ir a misa, hacer compras, tomar un café, reunirse con las amistades del barrio... «As visitas agradécenas, pero o que queren é saír», explica Vanessa Castro.
«¡A mis 89 años, añoro irme a tomar mi vermú!»
«A peniña é que non se dea a vacina xa por toda Galicia», insiste Nieves. Afuera, ha llegado el mejor momento de la jornada. Un buen pasodoble y algo de Paloma San Basilio y todos se arrancan en un alarde de sincerísima alegría. Si no fuese por las mascarillas y porque de momento impera el baile suelto, por unos minutos el coronavirus habría desaparecido por completo de esta sala, tan cálida a pesar del frío al otro lado de la cristalera.
«Os que non a queren poñer son uns parvos»
La vida en la residencia discurre tranquila, aunque a veces la nostalgia se adivina en los ojos de esta pequeña comunidad, que echa de menos su conexión con el exterior, la cafetería en la que siempre había una conversación pendiente y el bullicio del centro sociocomunitario. «Non tiveron dúbida» a la hora de decidir vacunarse, remarca Vanessa Castro. Ni los usuarios, ni los trabajadores. «Os que non a queren poñer son uns parvos», dice Nieves Cabo con convicción. La jornada comienza con el desayuno, tras lo que los mayores pueden decidir qué hacer el resto de la mañana: pueden leer el periódico, tomar el sol cerca de una ventana, quedarse en sus habitaciones tranquilamente... O participar en las actividades. Entre las 11 horas y las 13 horas, en las que empiezan ya a almorzar, María José se encarga de las actividades de memoria, también de una pequeña sesión de gimnasia, de la conversación y de uno de los grandes hits: el rosco de Pasapalabra.
-Coa letra O. Órgano da vista. O que usamos para ver.
-As gafas!
A pesar de todo, aquí no falta la risa.
El domingo 7 de marzo La Voz de Galicia distribuye el especial Un año de pandemia junto a la edición impresa del periódico.
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