Verde, rojo, combativo y poco carismático

ELECCIONES GENERALES 2008

20 feb 2008 . Actualizado a las 21:37 h.

Julio Anguita encabezó la candidatura de Izquierda Unida al Congreso en 1996. Logró 2.639.774 votos, el 10% de los sufragios, y 21 diputados. La entonces pujante coalición era la tercera fuerza política en España y soñaba con sobrepasar al PSOE.

Anguita desapareció del primer plano de la escena política en 1999, víctima de sus problemas de salud y de las tensiones que generó la arriesgada pinza que planteó con Aznar sobre Felipe González.

Su sustituto, Gaspar Llamazares, es asturiano de crianza (riojano de nacimiento) y médico de formación. Lleva desde el año 2000 intentando resucitar a su coalición. Sin mucha fortuna. Tuvo sus momentos de gloria efímera en la oposición a la guerra de Irak. Entonces su voz pudo oirse de forma alta y clara en casi toda España. Pero llegaron el 11 y el 14-M. Las urnas no ofrecieron el veredicto que esperaba el coordinador. Apenas obtuvo el 5% de los votos. Y cinco diputados. Tras una legislatura de pactos y desencuentros con el Gobierno, ¿podrá mejorarlos?

Las encuestas dicen que sí, pero sólo un poco. El salto no será notable. Y no será por falta de esfuerzos. En estas elecciones, a falta de recursos económicos y de carisma, Llamazares se ha lanzado en la carrera hacia las urnas por la senda digital. En su campaña, muy centrada en la Red, no faltan personajes de cómic y un buen arsenal de vídeos. Parecen pobres armas para hacer frente a dos grandes escollos: el sistema electoral, que penaliza a cualquier posible tercera fuerza parlamentaria; y la profunda crisis de identidad y liderazgo que padece la coalición.

Izquierda Unida padece el mismo mal que casi todos los los partidos de izquierda (ex comunistas) en Europa: no encuentran su sitio. Ha recogido el mensaje ecologista, pero no le ha servido para enganchar nuevos viveros de votantes. También ha intentado conquistar el apoyo de los más jóvenes, sin éxito por ahora. Además, en España la coalición ha sufrido más que ninguna otra fuerza política los rigores del bipartidismo y el voto útil.

En esta encrucijada se encuentra Gaspar Llamazares. Inasequible al desaliento, combativo y siempre discutido por el PCE, partido hegemónico en IU, quiere ser ministro si Zapatero gana las elecciones. Y así condicionar desde la izquierda las políticas de la próxima legislatura.

Pero en el fondo este médico que nunca ha ejercido, que se presenta como verde y rojo, cambiaría cualquier sillón de la Moncloa por una reforma de la ley electoral que haga valer su millón de votos. Con esa medicina quizá entonces, solo entonces, IU tenga cura.