Los expertos proponen alternativas para el grave problema ambiental que generan las colillas
11 oct 2019 . Actualizado a las 19:22 h.Envoltorios de caramelos, pajitas, bastoncillos para los oídos, algunas bolsitas de azucarillos, colillas... ¿Qué tienen en común? Todos son productos de consumo habitual que en su composición contienen plástico. Pero hay más. Son materiales de difícil, por no decir imposible, reciclaje o recuperación para su posterior reutilización. En el mejor de los casos acaban en vertedero o en una planta de valorización energética. Pero presentan un problema añadido para ello: su pequeño tamaño dificulta la recogida centralizada. Así, una vez que se convierten en residuos se diseminan fácilmente por el entorno y suponen un grave problema para el medio ambiente, ya que contaminan la naturaleza, tanto en tierra como en el mar o en los ríos.
«Hai quen pensa que por tirar unha palliña non pasa nada, pero se temos a 700 millóns de persoas tirándoas temos un problema moi grave», resume de forma gráfica el catedrático de Ingeniería Química de la Universidade da Coruña Manuel Soto. Pero, quizás, el mayor desafío lo constituyen las colillas que, según algunos cálculos, constituyen el 13 % del total de desperdicios, cifra que otros elevan al 30 %. Actualmente se fuman seis billones de cigarrillos en todo el mundo, de los que 4,5 acaban como desechos que pueden llegar a viajar miles de kilómetros y contaminar diferentes ecosistemas. La mayoría de los filtros están hechos de acetato de celulosa, un termoplástico que no es biodegradable, por lo que puede permanecer en el medio de 1 a 5 años en el mejor de los casos. Y contienen, además, sustancias tóxicas que reaccionan con el entorno. Basta un ejemplo: una sola colilla contamina hasta diez litros de agua.
¿Qué se puede hacer, entonces, para fomentar de alguna forma su reciclaje o recuperación en el contexto de una economía circular? «Sería necesario fomentar ciertas medidas que promuevan su depósito en lugares diseñados para ello, como poner a disposición de los consumidores un depósito donde se puedan devolver las colillas, como ya se hace con latas, pilas o vidrios». Es lo que se plantea en el informe Colillas en espacios naturales elaborado dentro del proyecto Libera impulsado por SEO Birdlife en colaboración con Ecoembes. Para mitigar los costes de limpieza y recogida del residuo también sugiere, en consonancia con iniciativas que se están planteando en otros países, aplicar una tasa de basura al tabaco, que deberían pagar los fabricantes, e incrementar las sanciones por tirar colillas al suelo.
El debate está abierto. Gumersindo Feijoo, catedrático de Ingeniería Química en la Universidade de Santiago no ve utópico un sobrecargo en el precio para financiar los gastos derivados de la gestión de las pavas. Cree que es algo que se puede plantear, al igual que un sistema de recogida selectiva que, sin embargo, no ve fácil. «O que sí se pode plantexar é si vale a pena poñer pequenos contenedores específicos nas saídas dos lugares de traballo ou en puntos onde haxa fumadores e, sobre todo, tamén habería que poñelos no verán nas praias».
Manuel Soto coincide en que donde tendría más sentido colocar los recipientes sería en los lugares de trabajo, porque «é difícil que se poida establecer no sistema de xestión de residuos dos concellos unha recollida separada». Sí cree, en cambio, que «sería posible aplicar unha taxa aos fabricantes».
A día de hoy, sin embargo, tampoco existen tecnologías lo suficientemente maduras como para ofrecer una alternativa para la puesta en valor de este tipo de desechos. Aunque desde la investigación sí se plantean opciones, como su reconversión para hacer cerámicas, ladrillos para la construcción, el uso de la nicotina como insecticida o su uso como material absorbente del sonido. Esta última opción está siendo ensayada, con buenos resultados a nivel experimental, por la Universidad de Extremadura. «A tecnoloxía pode existir, pero primeiro habería que concentrar as cabichas en algún sistema de recollida», advierte Feijoo.
«Logramos resultados estupendos para usarlas como absorbentes del sonido»
Las colillas podrían convertirse en la materia prima para insonorizar paredes. Es la alternativa que ha probado con éxito en laboratorio un grupo de la Universidad de Extremadura liderado por el profesor de Física Valentín Gómez Escobar. «Hemos conseguido absorciones cercanas al 100 %», explica.
-¿En qué consiste su propuesta?
-Las colillas pueden utilizarse para el aislamiento de las paredes, para proteger a los vecinos de los ruidos, pero también para acondicionamiento, para la absorción del sonido en estudios de radio, de grabación, en cines o en teatros. Sería una alternativa a las fibras de vidrio o a las lanas de roca que se utilizan actualmente en estos procesos.
-¿Qué resultados han logrado?
-En laboratorio hemos conseguidos resultados estupendos, muy buenos, de absorción acústica. Pensamos que puede ser una buena alternativa, pero aún estamos trabajando a nivel de laboratorio y nos queda mucho por andar.
-¿Aún les quedan entonces retos por resolver?
-Nos faltan dos pasos importantes. El primero, mecanizar el proceso para hacerlo industrial. Y, lo que es más importante, eliminar los tóxicos de las colillas, que están contaminadas con metales pesados, hidrocarburos y muchas otras sustancias. Tenemos que buscar cómo limpiarlas para que no sean contaminantes y que este proceso no sea más costoso, desde el punto de vista económico y medioambiental, que el resultado que podamos ofrecer. Ahora estamos en un nuevo proyecto para estudiar estos retos y creemos que podremos conseguirlo para luego ofrecer los resultados a las empresas.
-¿Cree que debería implantarse una recogida selectiva para este tipo de desechos?
-Lo ideal sería que existiera un sistema de recogida selectiva, como el del papel, los envases o el vidrio, pero pueden existir otras alternativas. Y hay empresas que ya se plantean alguna forma de recogida de colillas.
-¿Y aplicar una tasa de recogida al tabaco?
-Hay gente que ya lo propone, y podría estar bien. En Estados Unidos, de hecho, ya se está planteando. Y las tabaqueras también están buscando alternativas para que los filtros sean biodegradables, pero los fumadores no los quieren porque dicen que el sabor es diferente.
-¿Quizás no son conscientes del grave problema medioambiental que acarrean?
-También en Estados Unidos se han hecho estudios que revelan que los fumadores no son conscientes de este problema. Pero sí lo es. Por un lado, tardan mucho tiempo en desintegrarse en el medio y, por otro, contienen sustancias tóxicas que, cuando llueve, van a parar a los ríos y a los mares. Una colilla no es un problema, pero si son muchas generan una gran toxicidad ambiental.