El Dépor liquida al Real Madrid y atisba nuevos horizontes en la Liga

FERROL

16 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Se buscan, se estudian, se tantean, pero no se deciden a atacar. Como dos escorpiones en una caja jugaron en Riazor el Deportivo y el Real Madrid. En tensión y frente a frente, los dos adversarios dirimieron el duelo con el aguijón levantado y a la espera de una debilidad del rival para soltar su veneno. Pero después de 57 minutos con la guardia alta, fue Filipe Luis el que encontró el punto flaco que mató el partido.

Fue una victoria trabajada con la que el Dépor suma su cuarto partido consecutivo sin perder. Siete puntos de nueve ante el Sevilla, el Valencia y el Real Madrid sacan al Deportivo de los puestos de cola, instalan a los de Lotina en una cierta tranquilidad y abren incluso horizontes por arriba, insospechados hace solo tres jornadas.

Además, la leyenda continúa viva y el año que viene ya serán 18 años sin caer en casa. El Deportivo sigue fiel a su empeño de redactar la historia más oscura del Real Madrid, que suma casi cuatro lustros sin ganar en Riazor. Y por el medio, una Supercopa y un centenariazo.

El maleficio sigue vivo. Da igual que los coruñeses residan ahora en la zona innoble de la Liga o que entreguen un 70 por ciento de posesión a los blancos en los primeros 20 minutos. Los madrileños son, junto con el Sevilla, el invitado favorito de un anfitrión implacable.

Veinte minutos duró el dominio del Real Madrid en Riazor, tan intenso como estéril. Un 70% de posesión, pero también de ineficacia, porque no fue capaz de rematar ni una sola vez entre los tres palos.

En cuanto el Deportivo sacó la línea defensiva de su propio área (un posicionamiento inexplicable) y se sacudió el dominio, el partido se fue inclinando a los puntos del lado local.

El aguijón tardó 57 minutos en caer, pero lo hizo con contundencia cuando Filipe, que ya había cuajado una excelente primera parte en ataque, volvió a sentar a Torres, pisó el área y mandó un balón envenenado que tropezó en un contrario y se alojó en la portería de Casillas. El lateral brasileño, que fue aprendiz de brujo en la cantera blanca, celebró el gol con euforia delante de los Blues.

El gol espoleó a los blancos que metieron en el campo todo su arsenal ofensivo: Robinho, Higuaín y Baptista, pero solo sirvió para que otro equipo más se estrellase en el muro del 5-4-1 para que el Deportivo elaborase un nuevo triunfo desde su solidez atrás.

Lotina se jugó sus bazas a la contra y buscó la velocidad de Riki y Guardado, pero el de Aranjuez no encontró la arrancada buena y el mexicano dejó evidencias de que el mes de inactividad le pasa factura.

El equipo más realizador de la Liga, con más de dos goles de promedio por encuentro, se quedaba a cero en Riazor en medio de la fiesta de la grada, que despidió al equipo envuelta en una ola de entusiasmo. Sin descuidarse, ni mucho menos, el descenso empieza a parecer tan solo una vieja pesadilla.