Sociedad y deporte

Carlos Bremón

FERROL

30 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

unque desde Barcelona 92 hasta hoy el deporte español ha cambiado notablemente, cuando los aficionados hablamos de nuestros éxitos en el panorama internacional, en especial en los resultados de unos Juegos, yo siempre saco a relucir en la conversación una de las principales causas, en mi modesta opinión, del fracaso permanente que sufrimos durante tantos años. Se trata de la gran incomprensión que la sociedad de nuestro país ha tenido siempre hacia el deportista humilde, practicante de base (el 99%). Lejos quedan, afortunadamente, aquellas burlas que recibíamos los que practicábamos deporte hace muchos años, como cuando los nadadores gallegos volvíamos de un campeonato de natación en el que nuestros resultados eran los que eran por la falta de instalaciones adecuadas, y algún periodista se atrevía a mencionar que «afortunadamente no nos habíamos ahogado». Pero sigue habiendo, aún, una cierta falta de empatía con el sacrificio y la entrega del deportista en su entrenamiento, por parte de la gente en general.

Todo esto se me ha refrescado en la memoria al escuchar que el excelso Severiano Ballesteros tuvo que sufrir también su etapa de incomprendido (hablamos de finales de los años sesenta), y que empezó practicando el golf en la playa, o a escondidas, colándose en el campo de Pedreña, lo que le costó varias sanciones que a punto estuvieron de hacerle replantear su futuro como golfista. Menos mal que se trataba de un deportista como Ballesteros.

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