La poesía

Miguel Salas CRÓNICAS FORENSES

FERROL

10 oct 2013 . Actualizado a las 02:22 h.

Ha comenzado el curso. Superado ese agotador tira y afloja del primer mes que más vale ganar, los profesores podemos dedicarnos a lo nuestro: enseñar.

Este año me han tocado chicos más mayores: intentaré cumplir con lo más importante del temario de lengua, -justo lo que el plan ministerial desdeña-: aprender a leer -no me refiero a juntar letras, sino a interpretar textos- y a escribir. Tanta sintaxis seca la sangre. Y estoy muy sorprendido de lo bien que responden mis alumnos. Son capaces de escribir descripciones precisas, cuentos inquietantes, buenos textos argumentativos. Sin embargo, se quedan unánimemente paralizados cuando les toca enfrentarse a la construcción de un poema. La poesía es el género perdedor de la modernidad.

El siglo XXI -inmediato y extrovertido- es perfecto para la acción de una novela -tipo Dan Brown, sobre todo-, pero no predispone a la actitud que exige la lírica: ese estar en silencio, contemplando el contacto del Yo con el Mundo, dispuesto a registrarlo con palabras siempre en tensión, insuficientes, al borde de la quiebra y del absurdo. El esfuerzo que requiere ser testigo de esa sutil y casi invisible reacción química es demasiado intenso, demasiado preciso, para esta era de dispersión perenne. A ver quien se pone con un poema mientras mira el Whatsapp. ¿Conseguiré que lo consigan? Veremos si soy y son capaces. De nada nos sirve conectarnos con los demás si no estamos conectados con nosotros mismos.