De las estrellas a las hojas de los árboles

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

30 dic 2021 . Actualizado a las 17:31 h.

Ediciones 98, sello que ya ha dado una nueva vida a obras de autores como Josep Pla, Stefan Zweig, César González-Ruano y Pío Baroja, acaba de sacar a la luz, con un extraordinario prólogo de Andrés Amorós, su propia edición de El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez. Maravillosa novela, ¿no creen? Maravillosa, también, y todo sea dicho de paso, en el sentido que le da Todorov al término, que es el de la perfecta convivencia —y aun se diría que connivencia— entre el mundo regido por las leyes de la Física y ese universo absolutamente mágico al que solemos asomarnos cuando soñamos. Un libro que nos recuerda, sobre todo a partir de una cierta edad, que el milagro de la vida late entre las hojas de los árboles con la misma intensidad que en el resplandor de las estrellas más brillantes. La primera vez que yo leí ese libro —y discúlpenme el comentario, tan personal— fue en un ejemplar que me regaló, creo que en el año 1984 o en quizás 1985, un gran periodista, y profundo conocedor de los clásicos, nacido en Moeche, Manolo Rodríguez (Rodri García). Y, desde aquella primera lectura, quedé fascinado no solo por la calidad de la prosa de Fernández Flórez, que también, sino sobre todo por la inmensa ternura, en cierto sentido un tanto franciscana, con la que el escritor contempla todas esas pequeñas cosas que siempre tenemos cerca y por las que casi nunca sabemos dar las gracias. Creo que las letras españolas aún no han sabido reconocer del todo el inmenso valor de El bosque animado, pero ya el tiempo colocará al libro y a su autor en el lugar que verdaderamente, y por derecho propio, les corresponde. Una obra así, como todo lo que en esencia es poesía, nos permite caminar a través del inmenso misterio que nos rodea sin pedirnos a cambio prácticamente nada: solo que estemos dispuestos a salir, durante unas horas, de nosotros mismos. Para mi gusto particular, se trata de una de las mas grandes creaciones de ficción de la literatura española del siglo XX (no sé si estarán ustedes de acuerdo conmigo). Por cierto: Fernández Flórez, cuya raíces familiares lo vinculan a Esmelle, y que en su juventud ejerció el periodismo en Ferrol, debió de ser, también en lo personal, un personaje fascinante. Y fascinante era, además, oírlo hablar en público, según les he oído contar tanto a José María López Ramón como a Carlos Vidal. Don Wenceslao, recuerda Amorós, decía que «no hay nada más serio que el humor». Y subrayaba esa afirmación (esto lo anota Amorós, también) citando el Quijote y recalcando la «altura» con la que Cervantes abordaba las cuestiones más trascendentales. Una excelente lectura de Navidad, El bosque animado. Si todavía no han escrito la carta a los Reyes Magos, y aceptan la sugerencia de un amigo, ténganlo en cuenta.