Reuma: la ciencia avanza por buen camino

J. Luis Guerra Vázquez JEFE DE REUMATOLOGÍA DEL CHUF

FERROL

José Luis Guerra Vázquez.
José Luis Guerra Vázquez. Ángel Manso

06 mar 2023 . Actualizado a las 10:33 h.

La reumatología es la ciencia que se ocupa de las enfermedades reumáticas y el reumatólogo es el médico especialista que las estudia y las trata. Son aquellas que afectan las estructuras óseas y articulares de nuestro organismo así como sus elementos de sostén: músculos, tendones y ligamentos. En el papiro de Ebers, mil quinientos años antes de Cristo, se habla del «reuma» como hoy lo haríamos de la artrosis : «El endurecimiento de las bisagras de las extremidades».

La medicina griega, con Hipócrates, da un gran paso al dejar de considerar la enfermedad como destino ciego o castigo divino, reconociendo que además de lo espiritual existen elementos externos que pueden ocasionar enfermedades y que estos a su vez pueden ser evitados, curados o al menos aliviados.

La medicina Hipocrática hace ya alguna distinción. La artritis que cursa con fiebre, dolor articular fijo u errático, que no dura mucho y rara vez es fatal, que afecta a los jóvenes, y la separa del llamado catarro o reuma que cursa con dolores ligeros que no producen hinchazón y no están asociados a podagra. Se conocía ya la podagra (la gota de hoy), sinónimo de pie cogido en la trampa. Decían que era la enfermedad más violenta y tenaz de las afecciones articulares y que sucedía en gente de buen comer y beber. En el mundo romano, Celso describe los signos de inflamación: rubor, tumefacción y dolor. Areteo de Capadocia, médico griego, es quien escribe el primer libro sobre artritis. Claudio Galeno es el científico de los humores (colérico, sanguíneo, melancólico, etc). Y Pablo de Egina, (para el cual el reuma no es más que un catarro de un humor bilioso, sanguíneo, melancólico, linfático, pero siempre viscoso, pensaba que el flujo que procedía del cerebro y que descendería a las articulaciones) indicaba que su alivio se lograría mediante sanguijuelas y sangría, purga y enema, hierro, fuego y sudor, lo que nos da una idea de los sufridos reumáticos de la época.

En la Edad Media, la enfermedad vuelve a ser sinónimo de castigo divino. La revolución surgió con Vesalio, con sus exhaustivos estudios anatómicos, mientras la clínica es obra de Paracelso (1493-1541) y este define el reuma como «enfermedad tartárica debida a los posos que nuestros alquimios procesos dejan en nuestras coyunturas». Ya en 1576 se recomendaba el clima cálido y seco para tratar ciertos reumatismos.

Estamos en el Siglo de Oro cuando los reumatismos se incluyen entre los catarros, corrimientos, fiebres, tabardillos... Se conoce bien la clínica de la gota o podagra (sin saber por qué se produce) y otra afección denominada reumatismo poliarticular agudo, y en 1721 Willian Musgrave describe la artritis asociada a gonorrea o purgaciones.

En 1676 T. Sydenham destaca el reumatismo agudo que ataca a los jóvenes vigorosos en la flor de la edad, preferentemente en otoño o invierno, con fiebre y dolor articular cambiante, denominado fiebres reumáticas y describe la corea minor o baile de San Vitto, de la misma enfermedad; separa esta de la gota, que él padecía, y del lumbago; está naciendo la clasificación de las enfermedades.

En el año 1691 el irlandés Bernard Connor hace la descripción anatómica de la Espondilitis Anquilosante, enfermedad de la que, dice, afecta a la columna vertebral, uniéndola y volviéndola rígida como si fuese un solo hueso.

En el siglo XX la reumatología, con la escuela alemana y francesa, alcanza su auge asentando sus bases dentro de la medicina, contribuye la aparición de los rayos X, que permiten visualizar las estructuras óseas y articulares. Más tarde otras técnicas como el TAC o la resonancia mejoran esa visión, sin olvidar la ecografía, que es para el reumatólogo el estetoscopio de la articulación. Los conocimientos en fisiología e inmunología propician grandes avances tanto diagnósticos como terapéuticos. La farmacopea para el dolor, la inflamación, la osteoporosis, más tarde los medicamentos inmunosupresores y finalmente los tratamientos biológicos que cambian la vida y el pronóstico de nuestros pacientes.

Hoy en día la reumatología abarca más de 250 enfermedades o procesos distintos y de origen muy variado: degenerativos, mecánicos, metabólicos, infecciosos, autoinmunes... Y afortunadamente la ciencia avanza inexorablemente por buen camino para la curación o el alivio de estos procesos.