Santa Comba, un edén accesible al bajar la marea

FERROL

CESAR TOIMIL

Normandía tiene su Mont Saint-Michel. El País Vasco, San Juan de Gazteluatxe. Y Ferrol, la Illa do Medio, un paraíso natural con ermita, barca pétrea, restos arqueológicos y un paisaje que quita el aliento

07 oct 2023 . Actualizado a las 10:33 h.

Hasta hace cinco años, ascender a lo alto de la isla de Santa Comba, en la parroquia ferrolana de Covas, era poco menos que una misión imposible o solo apta para los genios de la escalada. Un fuerte temporal de lluvia y viento arrambló con sus escaleras en el 2010. Y hasta el 2018, cuando el Concello de Ferrol construyó un nuevo acceso de hormigón y madera ante la insistencia de los vecinos y la Asociación Cultural Columba, la también conocida como Illa do Medio quedó incomunicada del resto del mundo.

Al margen de la polémica que suscitó en su momento esta estructura —calificada por algunos como «mamotreto»—, lo cierto es que las nuevas escaleras han hecho posible disfrutar otra vez de este edén natural situado entre las playas de Santa Comba y Ponzos, dos de los arenales más imponentes de la costa ferrolana. Eso sí, a Illa do Medio solo se puede visitar cuando baja la marea (al subir queda totalmente rodeada por el mar) y más vale estar bien pendiente del reloj si uno no se quiere quedar atrapado con la pleamar y ser rescatado por surfistas o los mismísimos bomberos. Un despiste de tal calibre parece imposible, pero ya sucedió en más de una ocasión.

Una vez hecha esta advertencia, ¿qué es lo que le espera al visitante en la isla de Santa Comba? Pues además de unas vistas formidables sobre la costa ferrolana, el faro de Cabo Prior y el inmenso Atlántico, una ermita cuyos orígenes se remontan varios siglos atrás, restos arqueológicos de la Edad del Hierro y una historia envuelta en la leyenda. Cuenta la tradición que Santa Comba llegó a la isla que lleva su nombre en una barca de piedra, acompañada de su hijo San Silvestre. Y ahí, en un pequeño montículo del islote, todavía descansa esa mágica embarcación pétrea. Más allá del mito, José López Hermida, presidente de la Asociación Cultural Columba, explica que probablemente se trata de un antiguo sarcófago, mientras que en su libro Un mar de leyendas por el noroeste de Galicia, Esperanza de San Miguel y Andrés Gómez aludían a la posibilidad de que ese bloque de piedra labrada se utilizase en el pasado a modo de faro, «haciendo en ella una hoguera para orientar a los navíos».

CESAR TOIMIL

Pero quizás el mayor reclamo de la isla es su icónica ermita, la misma cuyo perfil se recorta bajo el cielo azul al observarla desde la arena en los soleados días de verano. Sus orígenes se remontan al siglo XII, aunque con posterioridad se reconstruyeron algunas partes, y se puede visitar el último fin de semana de agosto, cuando se celebra la romería en honor a la virgen, y también con cita previa llamando a la asociación Columba.

Además, este limbo de tranquilidad y paz, en el que el tiempo parece haberse detenido para siempre, también esconde otros muchos tesoros, como los restos de un poblado prerromano que fue objeto de una pequeña excavación arqueológica hace unos años y que sacó a la luz un horno de uso metalúrgico. ¿Qué más se puede pedir? Nada más. El Mont Saint-Michel de Ferrol lo tiene todo. Y, además, sin hordas de turistas.

Para alojarse o comer

El hotel Finca dos Mares de Covas cuenta con una terraza con vistas a la playa y la isla. Y Casa Prior ofrece estancias de fin de semana con talleres de yoga, fotografía o meditación muy cerca del enclave.