El desafío de una familia de Ferrol con cinco hijos ante la inflación: «No puedes despilfarrar ni darte lujos, pero compensa»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

Mónica Benasach, rodeada de sus cinco hijos, en el paseo de A Malata
Mónica Benasach, rodeada de sus cinco hijos, en el paseo de A Malata césar toimil

Llenar la cesta de la compra resulta más complicado en hogares como el de Mónica Benasach, donde tres de los siete miembros del clan familiar son celíacos

24 nov 2023 . Actualizado a las 09:23 h.

A la hora de encargar la foto para este reportaje, la ferrolana Mónica Benasach pide unos minutos para consultar el «croquis» de actividades extraescolares de sus hijos. «Va a ser difícil juntarlos a todos a la vez, porque cada uno está en una cosa. A ver si hay suerte», comenta con humor. Al final, la hay. Y en un descanso entre clase y clase, encuentra un hueco para retratarse junto a sus pequeños en el paseo de A Malata. No es tarea sencilla, porque Mónica es una de esas personas que rompe la estadística de 1,3 hijos por cada mujer que ostenta España. No tiene ni uno ni dos ni tres ni cuatro... Sino cinco pequeños de entre diez y tres años: Miguel (a punto de cumplir 11); Cecilia (9); María (7); Mario (5) y Carlos (3).

Mónica, de 46 años, y su marido, Mario, de 43, comandan una familia en la que las facturas siempre se han tenido que mirar con lupa para que cuadren las cuentas. Y más ahora que la inflación ha puesto por las nubes la cesta de la compra. «Además, en nuestro caso, tenemos otra dificultad añadida y es que tres de los siete miembros de la familia son celíacos y las ayudas para comprar productos sin gluten son cero. Las galletas, la pasta, el pan para celíacos... Todos estos productos siempre han sido más caros que los que llevan gluten, pero ahora, con la inflación, han aumentado una barbaridad», comenta Mónica. Y para ilustrar ese encarecimiento, pone un ejemplo concreto: «Un paquete de galletas del tipo María cuesta unos tres euros, cuando las normales te salen por la mitad». Pero podría poner muchos más, como el precio del kilo de harina de maíz —70 céntimos con gluten frente a 1,63 de la versión «sin»—; el del pan Bimbo, que cuesta 3,25 el paquete de 300 gramos sin gluten, cuando el de 430 gramos normal sale por 1,59; o el de las plumas de pasta (450 gramos suponen un desembolso de 1,81 euros, 70 céntimos más que la versión con gluten).

En la familia de Mónica, los que tienen prohibido el gluten son su marido y sus hijas Cecilia y María, de 9 y 7 años. Pero, para curarse en salud, «porque ellas todavía son pequeñas y puede haber algún despiste», cuando toca macarrones de comida, toda la familia come pasta sin gluten. «Supone un gasto importante y no tenemos ningún tipo de ayuda», insiste Mónica con espíritu reivindicativo.

Acostumbrados a heredar

Pero organizar la intendencia familiar en una casa con dos adultos y cinco niños, en estos tiempos en los que la inflación está disparada, implica mucho más que controlar al milímetro lo que se gasta en la cesta de la compra. Aunque los dos trabajan y tienen un buen sueldo (Mario es médico y Mónica ejerce como matrona), no son ricos ni pueden irse de vacaciones al Caribe. Aun así, todos los veranos se las arreglan para pasar unos días en Cádiz, donde viven los padres de ella. Y sus hijos son felices sin necesidad de estrenar ropa nueva cada temporada: «Los niños están acostumbrados a heredar y aprovechar las cosas que ya han usado sus hermanos y yo creo que eso es una de las cosas buenas de las familias numerosas. Los niños aprenden a compartir, se dan cuenta de que no pueden tenerlo todo ni tirar de caprichos».

césar toimil

Cuando se casaron, ni ella ni su marido se plantearon tener cinco hijos, aunque Mónica reconoce que siempre tuvo claro que le gustaban las casas con muchos niños, porque ella misma procede de un hogar así. «Tengo tres hermanas y ellas también han formado familias numerosas: una tiene tres hijos y la otras dos, cuatro», comenta.

El primero lo tuvo con 35 años y los siguientes llegaron uno tras otro, con muy poco tiempo de diferencia entre cada parto. «Fue así porque con mi edad, si quería una familia numerosa, los tenía que tener muy seguidos, y también porque, al estar ya metidos en el trabajo de la crianza, todo resulta más fácil cuando llega el nuevo bebé, porque ya estás acostumbrada a esa dinámica», apunta Mónica.

Todos fueron buscados. «Y no, no soy del Opus ni los he tenido por razones religiosas. Simplemente, nos gustan los niños y las familias numerosas», apunta esta madre repitiendo la respuesta que siempre da a una pregunta que le han hecho mil veces.

Al margen de los gastos que supone tener tantos hijos, Mónica comenta que en el día a día también hay que ser muy organizados para que todo fluya en su casa de Canido, donde el matrimonio cuenta con ayuda doméstica por las mañanas. Los cinco hijos van a un colegio público (el CEIP Cruceiro de Canido, donde también comen) y, por las tardes, ella y su marido se reparten las tareas: «Mario a veces tiene que trabajar por las tardes, pero si está en casa, nos organizamos para que él ayude con los deberes mientras yo hago de taxista para llevarlos a las extraescolares, o al revés, depende del día». Por las noches el trabajo también es compartido. Y al menos una vez por semana, hasta son capaces de sacar tiempo para sí mismos. «A los dos nos encanta correr, así que nos turnamos. Un día se queda él con los niños y me voy yo a correr, y otro día hacemos al revés. Otras veces vamos con los niños, porque a ellos también les gusta mucho el deporte. Los tres mayores hacen triatlón y los pequeños van a natación y patinaje», relata. Reconoce que a veces la casa es una «locura» y un «desbarajuste», pero «no lo cambiaría por nada». Y se despide con un frase para el titular: «En una familia numerosa no puedes despilfarrar ni darte lujos, pero compensa».