Carlos Bascoy, presidente del comité de Megasa: «Lograr cualquier avance social cuesta muchísimo, es chocar contra un muro»

f. fernández FERROL / LA VOZ

FERROL

CESAR TOIMIL

Propone aplicar cambios en los horarios de la fábrica de Narón: «Solo libramos un fin de semana al mes»

04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente del comité de empresa de Megasa, Carlos Bascoy Amenedo (Narón, 1975), trabaja en la principal siderúrgica gallega desde octubre de 1998. Tenía 23 años, ya había hecho la mili tras estudiar una FP en Automoción y trabajar unos meses en Gándara Motor. «Dejé el currículo en todas partes y me llamaron».

—¿Qué empezó haciendo en Megasa?

—Sigo haciendo lo mismo que hacía, soy gruista de la palanquilla. Manejo un puente grúa que regula la producción entre la sección de la acería y la de laminación.

—¿Qué es la palanquilla?

—El subproducto que sale en la acería, una vez que se derrite la chatarra, son como unos lingotes de sección 130 por 130 de doce metros que se llama palanquilla. Eso va para el horno de laminación para darle la temperatura necesaria en función del producto que se esté realizando y de ahí es de donde salen las barras de corrugado.

—Lleva 27 años haciendo exactamente lo mismo.

—La promoción profesional en Megasa es muy peculiar, no la hay. La empresa es la que escoge al candidato para cubrir una vacante o directamente lo incorpora de fuera. Y, aunque las cosas han evolucionado, una vez que uno cruza la línea del compromiso sindical queda marcado.

—¿No ha ascendido porque es sindicalista?

—Creo que influye, pero, en general, para todo el mundo es muy difícil promocionar.

—¿Cuántos son ahora?

—132 trabajadores. La plantilla es estable desde el año 2015.

—¿Qué pasaba antes?

—Cuando entré era una fábrica de cuatro turnos de trabajo en producción 24 horas. La crisis del 2008 desembocó en la reducción de cuatro a tres turnos. Luego llegaron los fuertes recortes en las compensaciones a las grandes industrias consumidoras de electricidad por prestar el servicio de interrumpibilidad y, con ellos, un ERE extintivo para unos 40 trabajadores y la eliminación de otro turno productivo. Nos quedamos con los dos que funcionan en la actualidad. También se aplicaron varios ERTE en la acería para afrontar distintas crisis, como la de la construcción, la pandemia, la huelga del transporte o la alarma de radiactividad.

—La acería es el corazón de la fábrica, ¿no?

—Es el alma, sí, donde se transforma la chatarra en acero. Somos la única siderúrgica integral que hay en Galicia, que hace todo el proceso de transformación de la chatarra.

—Es la acería la que consume tanta electricidad y por eso trabajan cuando la luz es más barata.

—Correcto. El 90 % del consumo eléctrico de la factoría se produce en el horno de fusión de la acería. De abril a octubre trabajamos en turnos de mañana y tarde; a partir de octubre, mañana y noche. El horario es muy duro, es una de las cosas que queremos cambiar.

—¿Cómo es ese horario?

—En producción trabajamos ahora ocho horas al día (7,75 porque nos descuentan el tiempo del bocadillo) durante siete días y descansamos dos. Sí es verdad que, en cómputo anual, estamos cuatro o cinco horas por debajo del convenio provincial porque ese exceso te lo compensan en los meses de invierno. Pero es muy difícil para la plantilla trabajar los festivos y librar un solo fin de semana al mes. Eso pesa mucho en la vida familiar. Luego, en oficinas tienen jornada partida (de 8 a 13 y de 14.30 a 17 horas) de lunes a viernes. El horario continuado sería más productivo. De hecho, se están yendo trabajadores a otras empresas por el horario.

—¿Qué cambios proponen?

—No trabajar más de seis días seguidos e intentar librar dos fines de semana al mes. Las cosas hay que ir conquistándolas poco a poco. Entendemos que nuestra actividad es muy peculiar, muy vinculada al precio de la electricidad, pero con pequeños gestos se puede mejorar un poco. Pero no es fácil. En Megasa, conseguir cualquier avance social, por pequeño que sea, cuesta muchísimo, es chocar contra un muro. Es verdad que hemos ido cediendo por la compensación económica.

—¿Cuánto cobran?

—Tenemos un sueldo razonable, en el que van incluidas una serie de primas. Las vacaciones son 30 días naturales, 20 en julio y 10 en Navidad.

—¿Hay renovación de plantilla?

—Ese es uno de los retos a los que se enfrenta la fábrica, porque dentro de los dos próximos años, en los dos turnos productivos de acería y laminación, se va a jubilar en torno a un 10 % o 12 % de la plantilla. La empresa es muy reacia a aplicar el contrato relevo y no lo entendemos, no tiene una explicación objetiva.

—¿Con quién negocian?

—Con la Gerencia, con Carlos Gil Robles, gerente y consejero delegado del grupo. La relación es cordial.

—¿Suelen venir los propietarios?

—Sí, alguna vez. Bajan, hacen una visita a la fábrica, ven lo que hay, pero no hay reuniones con ellos desde hace muchos años.

—¿Hay mujeres en la acería?

—No. En la fábrica, en plantilla, hay solo dos mujeres. Una es la responsable de Seguridad y la de otra, del departamento de Calidad.

«La fábrica es antigua, pero muy rentable y con una producción muy elevada» 

En Xuvia (Narón) hay dos empresas: Megasa SL, que es la fábrica de acero, y Megasa SA, la comercializadora de los productos de todas las factorías del grupo. La segunda es la que proporciona los grandes números al entramado familiar: 1.578 millones de euros facturados en el 2023. Por eso, Megasa es la séptima empresa gallega por cifra de negocio y la primera de la comarca.

—¿Hay temor entre la plantilla a la deslocalización de la producción?

—Yo soy de los que digo que no. Es una fábrica antigua, pero muy rentable, eficiente, que ha sido digitalizada, no da ningún problema, con un coste de mantenimiento mínimo y una producción muy elevada. Dicen los técnicos que han estado en las distintas fábricas del grupo que no hay cómo salir de casa para darte cuenta de lo que valemos.

—¿Son la mejor fábrica del grupo?

—No lo quieren reconocer, pero sí. Otra cosa es que, estratégicamente, Zaragoza, por ejemplo, está en un nudo muy importante y poner un pie en Portugal también es importante. Somos perfectamente compatibles unas con otras. El monocultivo es nuestra virtud, pero también nuestra limitación. Hacer acero corrugado para la construcción te permite ser muy competitivo y eficiente, pero a la vez te limita a un único campo y si entra en crisis la gran obra civil, pues entras en crisis tú. Zaragoza hace algún tipo de perfil, ahí la propiedad a empezado a diversificar un poco.

—¿Hay más inversiones en las otras fábricas?

—Sí, sí, sí. En Narón desde que entré no ha habido grandes inversiones de calado y en las demás, sí. En Zaragoza está habiendo fuertes inversiones, tren nuevo, acería, máquina de colada... Esas inversiones, si las hubieran realizado aquí, tendríamos unas producciones altísimas.