Adiós al Festival de Ortigueira de 2025: «Es energía de la buena, una comunidad»
FERROL



























Los vecinos vivieron con emoción el desfile del 50 aniversario de la Escola de Gaitas
14 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Vivo esperando al Orti [Festival de Ortigueira], es muy mágico y la gente es muy buena, hay mucha paz. Si pierdes algo te lo van a devolver. Es energía de la buena, una comunidad». Laura, madrileña, resume el sentir de la marea folkie y del pueblo entero. Su amigo Fernando debutó este año: «Una pasada, una desconexión total. Vivo pegado a la pantalla y he tenido el móvil apagado cuatro días... he vuelto a ser yo. Repetiré, claro». A Gonza, el tercero del grupo, también le ha cautivado: «Es muy tranquilo y el pueblo te acoge muy bien».
Los tres caminaban por la avenida Escola de Gaitas cuando los 140 músicos que ha logrado reunir la banda para conmemorar el 50 aniversario marchaban, a pocos metros, en el Desfile das Nacións Celtas. Los vecinos, todos en la calle, lo vivieron con gran emoción. «Non fun alumna porque non vivía aquí todo o ano, pero vela transpórtame á infancia, ás vacacións, ao verán, á felicidade... un sentimento de orgullo», repetía Noa. Una octogenaria bajó la silla de playa a la acera «para verlos de cerca, porque las articulaciones están jorobadas».
Al lado, dos festivaleros dormían en el coche sin inmutarse al paso de los gaiteiros, como Xavier Garrote, el fundador de todo, casi inadvertido, Marías, otro de los iniciadores del Mundo Celta, Javier Pena, Bossa, que fue director, o el cervense David Moreiro. Y también Marta y Eva Díaz, que llevaban años alejadas de la Escola, o María Quintiana, festivalera de corazón (y actual directora xeral de Igualdade). En el descanso, junto a La Perla, comentaban las ganas de «darle continuidad (a este reencuentro), hacer algo los veteranos».
El sonido de las bandas gallegas, astures, bretona o escocesa se mezclaba con el runrún de la escapada masiva. Piti y Nazaret, cacereñas, cargaban los petates hasta el aparcamiento, a reventar a media mañana, paladeando aún «los conciertos, la acampada, la convivencia... y esta temperatura». «Volveremos, por supuestísimo». Igual que una pandilla de pontevedreses y coruñeses (fascinados con la actuación de Alana): «Ha sido genial, divertidísimo. Nos encanta Ortigueira y el festival, la gente es muy educada, respeta mucho los tiempos de los demás».
Los hosteleros están de acuerdo. «Te ayudan, se ofrecen a limpiar la mesa, vienen a la barra», comenta uno de la zona cero, con la espalda rota y la caja llena. «Es una semana, hay que aguantar, luego viene un bajón, y la Patrona, otro repunte, quince días de agosto... y ya casi el invierno». Silvia, cordobesa, se gastó 130 euros «con comida caliente y recién hecha todos los días», en los puestos de la acampada. Alguno de los autorizados cerró antes de tiempo por agotamiento.
Marías gozó como siempre: «É o mellor que hai, non lle podo poñer pegas, o meu balance é xenial». Para sus amigos sevillanos de Stolen Notes, banda sevillana con casi veinte años de trayectoria, «Ortigueira es el festival por antonomasia». Ya son parte del club de devotos del Caracas.