Carlos Borreiros Fortúnez: «La gente no se lo cree, pero Ferretería Fortúnez se acabó»
FERROL
El histórico negocio de la plaza de Canido de Ferrol, fundado hace más de 60 años por Enrique Fortúnez, tío del gerente actual, bajará la verja definitivamente: «Me jubilo y la propiedad del local no quiere otro traspaso»
23 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Viernes, diez de la mañana. En una esquina de la bulliciosa plaza de Canido, varias personas merodean a la entrada de un negocio con la verja bajada. En el escaparate, un cartel anuncia: «Oportunidad. Venta de material de ferretería y mobiliario». «¿Abrirá hoy?», pregunta uno de los que esperan. Lo hará, sí, pues aparece Carlos Borreiros Fortúnez, propietario, que no fundador, de la mítica Ferretería Fortúnez de Canido. El negocio cerrará dentro de unos días por jubilación.
—Nací en Ferrol el 17 de diciembre de 1958, pero me fui de pequeño a Madrid, mi padre trabajaba en el Ministerio de Agricultura.
—¿Cómo llegó a Ferretería Fortúnez?
—El fundador, Enrique Fortúnez Cabada, era hermano de mi madre. Abrió la ferretería, no sabría decir exactamente el año, pero alrededor de 1964 o por ahí. El negocio llegó a mis manos por decisión de mi tío. Decidimos volver de Madrid, mi mujer, para trabajar en la Autoridad Portuaria, y yo, al negocio de la familia, mi tío me ofreció esta posibilidad.
—¿Se iba a jubilar ya?
—No, en ese momento no, pero quería ir preparando el terreno con vistas a lo que pudiera pasar. Y aquí estoy, desde el año 2002.
—¿Le gustaba perderse por la ferretería cuando era niño?
—Me llamaba la atención, un sitio con tantas cosas...
—¿Y ya pensaba que acabaría ahí?
—No, nunca, son cosas que suceden en la vida inesperadamente. Mi tío se jubiló, me ofreció la posibilidad del traspaso, de acuerdo con los dueños del local, siempre se han portado muy bien con nosotros, colaborando en momentos más fáciles y más difíciles.
—Usted ahora se jubila, ¿qué va a pasar con la ferretería?
—Me jubilo ya, la propiedad no quiere un nuevo traspaso, así que la ferretería cerrará. Ahora tengo unos días, hablaré con ellos a ver si es posible estar un poco más de tiempo para intentar dejar esto lo más limpio posible.
—¿Hay un día para el cierre?
—No, la fecha de jubilación fue el 18 de agosto, pero esperaré unos días más de septiembre si los dueños acceden.
—¿Tiene todo a la venta?
—Exacto. Esta báscula era de mi bisabuelo, José Cabada Fraga, que tuvo una tienda de ultramarinos en San Sadurniño.
—Así que viene de una familia comerciante.
—Sí. Parte de la familia viene de San Sadurniño, que eran comerciantes, y la otra de Castro (Narón).
—¿Le va a dar pena cerrar Ferretería Fortúnez? A los clientes que están esperando en la puerta, seguramente, sí.
—Es un poco nostálgica la situación, porque es un negocio de toda la vida. La gente me dice ‘pero ¿cómo vais a cerrar?, esto no puede ser'. La gente no se lo cree. Pero es así, ha llegado ese momento, yo me jubilo, y aunque yo quisiera, no podría seguir porque la propiedad no quiere eso. Quiere esto para otra cosa, para venderlo o alquilarlo, no lo sé.
—Aquí la gente vendrá a buscar casi cualquier cosa.
—Cría fama y échate a dormir.
—¿Es verdad entonces?
—Suele ser verdad. Vienen a por cosas rebotados de otros sitios, donde les han dicho: ‘vete a Fortúnez, que allí lo encuentras seguro'. Pero no, no hay de todo.
—¿Qué es lo más raro que le han pedido?
—No sabría decir... Recuerdo una vez que vino una persona (ya era la hora de cerrar) a toda prisa, entró y nos dijo ‘por favor, por favor, no os vayáis que tengo esta urgencia'. Venía con una cerradura muy rara. Yo acababa de empezar, pero Manolo de la Viña, un empleado que ya había estado en otras ferreterías, estuvo mirando y le dijo ‘espérate un momento, que yo creo que eso lo tenemos'. Es que cuando entró aquí, mi tío le había encargado ordenar arriba parte de la mercancía y colocarla, y le sonaba. De repente, apareció con la cerradura y los demás ‘ah, ¿pero esto lo tenemos aquí?'.
—O sea, que tienen cosas que ni siquiera saben que tienen.
—Sí, eso es cierto, a veces ves cosas que dices ‘¿Ferretería Fortúnez compraba esto también?'. Sobre todo arriba, en el entresuelo, tenemos cosas que no sabíamos.
—¿Puede cuantificar cuántos artículos quedan en los estantes?
—No, nunca hemos hecho un inventario de material. Se pensó en su momento, pero era tan complicado por la dinámica de la ferretería, que se aparcó la idea.
—¿Qué es lo vienen a buscar sus clientes?
—Destaca la cerrajería, quizá sea uno de los puntos más fuertes. Hubo otra época de pintura, pero fueron tiempos de vacas gordas, cuando la ferretería iba como un tiro.
—¿Últimamente ya no?
—Las grandes superficies, internet... Los modos de compra de la gente han cambiado mucho. Siempre van comiendo un poco de terreno.
—Es decir, esta cola de gente es porque saben que va a cerrar.
—Sí, vienen a ver qué hay, les ofrezco la posibilidad de entrar a mirar para que se den una vuelta por los pasillos. Tengo confianza en la gente.
—Ya no quedan ferreterías como esta...
—En el centro queda Vázquez Pérez en el Callao y en San Xoán, Canaima, otra decana de las ferreterías. Fortúnez ya se acabó.
—Además de la balanza tan antigua, ¿qué otros tesoros antiguos tiene la ferretería?
—Tenemos los mostradores originales, hechos por Peninsular Maderera.