Manuel Moreno, vecino de Cabanas, adquirió un híbrido hace un año: «Si llega a ser hoy, me compro un coche de gasoil»
CABANAS

Reconoce que se decantó por este tipo de vehículo por la amenaza de que en el 2030 no se pudiese circular con un diésel por Madrid
26 dic 2024 . Actualizado a las 17:49 h.El trabajo de Manuel Moreno Franco, consultor de centros comerciales, le obliga a recorrer media España con frecuencia. Suele hacerlo a los mandos de su propio vehículo, con el que realiza una media de 80.000 kilómetros al año. Necesitaba cambiar de coche y hace justo un año se enfrentó al dilema: ¿Cuál compro? ¿Uno de gasoil? ¿De gasolina? ¿O quizá uno eléctrico? Al final, ni uno ni otro. Se decantó por un híbrido, un Toyota cuyo motor combina la batería eléctrica autorrecargable con la gasolina. «Si llega a ser hoy, me compro uno de gasoil», confiesa. No porque no esté contento con su elección, al revés, sino porque los mensajes oficiales sobre la próxima prohibición de los coches diésel se han flexibilizado. Ese temor fue el que lo llevó a decantarse por un híbrido.
Moreno explica: «Sí, tuve ese debate, pero no puedes estar lanzándole un mensaje a la gente y cambiarlo a los tres meses. Es un coche que necesito para trabajar y no podía permitirme que en el 2030 no pudiese circular con un diésel por Madrid. Me matan». Antes de tomar la decisión, «estuve probando coches diésel y las motorizaciones son espectaculares, no tienen nada que envidiarle a los de gasolina».
Al final, «elegí un híbrido porque, por trabajo, ando mucho por grandes ciudades y para entrar en las zonas centro necesitas etiqueta eco y, además, la amenaza de una legislación restrictiva tampoco te dejaba muchas más opciones». De lo contrario, «me hubiera comprado un diésel, por supuesto, y más con la tecnología que hay, tanto a nivel contaminación como de consumo. Honestamente, no tiene nada que ver». Aclara que en casa (vive en Cabanas) tiene todavía un monovolumen que tiene diez años y 480.000 kilómetros, que anota un consumo de entre 5,7 y 6,2 litros a los cien kilómetros.
Manuel Moreno razona que «los combustibles fósiles se acabarán algún día, el petróleo es finito, pero es una industria que mueve mucho dinero y han salido noticias a lo largo del 2023 de que las grandes compañías decían que está muy bien acabar con el diésel, pero no se puede llegar al 2035 y se acabó, porque parece que es mucho tiempo, pero es un suspiro».
Su Toyota híbrido es «súper silencioso, agradable y dócil a la conducción, con cambio automático, con lo cual es un alivio no estar pendiente del embrague. Además, ahorras en mantenimiento».
«El coche responde a las mil maravillas», añade, aunque tiene el inconveniente de que el depósito de gasolina es muy pequeño (de 32 litros) porque la batería eléctrica es muy grande. Esto hace que tenga que repostar con más frecuencia, pese a que, por ciudad, el coche va en modo eléctrico, pero cuando pasa de 30 o 40 kilómetros por hora (en carretera o autovía) entra en acción el motor de combustión.
Moreno no ha calculado cuánto dinero ahorra. Sí sabe que «he llegado a ir de aquí [de Cabanas] a Oleiros ida y vuelta y el funcionamiento del motor eléctrico ha sido el 34 % del trayecto».
La mitad de los coches vendidos el año pasado en A Coruña eran electrificados
Mediados de febrero del 2023: el Parlamento europeo decidió vetar los coches con motores de combustión a partir del 2035. Fueron 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones a que todos los vehículos ligeros que se vendan en la Unión sean eléctricos o de hidrógeno (ni siquiera valdrán los híbridos) dentro de once años. Pero con la mirada puesta en el 2050, para cuando ya no podrá quedar vivo ningún vehículo que no sea cero emisiones. Abril del 2023: la Comisión Europea flexibiliza ese veto y admite la combustión limpia con fuel sintético más allá del 2035.
Un galimatías que está volviendo locos a los compradores de vehículos nuevos: «Adquirir un coche es una odisea porque no sabes qué comprar», confiesa uno de ellos. Por eso, ante la falta de claridad sobre si se van a prohibir o no dentro de once años, muchos están recurriendo al mercado de segunda mano, cuyos precios se han puesto por las nubes.
Las estadísticas que manejan las patronales Faconauto (concesionarios) e Ideauto (filial de los fabricantes) revelan que el año pasado se matricularon en la provincia de A Coruña 10.318 turismos y todoterrenos nuevos. Fueron casi un 5 % más que el ejercicio anterior.
Del total de las ventas, solo el 12 % fueron de coches de gasoil y el 36 % tenían motor de gasolina. El 52 % pertenecía a la categoría que las patronales definen como resto: son los vehículos de propulsión alternativa — eléctrico puro (BEV), eléctrico de autonomía extendida (EREV), híbrido enchufable (PHEV) y no enchufable (HEV), hidrógeno (FCEV), y gas (GNC, GNL y GLP)—. Es la primera vez que los modelos electrificados le ganan la partida a los motores de combustión.
En comparación con el 2022, las matriculaciones de vehículos como motor de gasoil cayeron un 16 %, mientras que las de electrificados aumentaron un 15 %. Las de modelos propulsados por gasolina se mantuvieron estables al crecer un 0,89 %. En Galicia se vendieron 24.808 coches, el 51 % de propulsión alternativa.
Iván Rocha, ferrolano: «Para poder ser ecológicos hay que ser casi multimillonarios»
El padre de Iván Rocha se compró en agosto del año pasado un Mercedes 100 % eléctrico, matriculado dos meses antes. En la búsqueda de alternativas en el mercado se implicó toda la familia y, sobre todo, su hijo Iván. «No elegimos uno 100 % eléctrico por un tema ecológico ni nada de eso, porque para poder ser ecológicos hay que ser casi multimillonarios», reconoce este vecino de Ferrol.
Se decidieron por ese modelo en concreto después de sopesar la alternativa de adquirir un híbrido autorrecargable: «Queríamos un coche tipo SUV, al principio pensamos en un híbrido y después, barajando opciones y marcas, nos decidimos por este». ¿Por qué? Porque su padre vive en una casa de campo en Bergondo y usa el coche poco más que para ir a buscar el pan y hacer la compra. El Mercedes tiene una autonomía de 400 kilómetros, lo que le permite cargarlo cada quince días. El cargador está instalado en el garaje de la vivienda.
Una vez tomada la decisión de que valía la pena optar por un eléctrico puro, «nos costó bastante encontrarlo, porque los precios que se manejaban en ese momento eran completamente desorbitados y, después de ver distintas ofertas, nos fuimos al usado, nos hicieron una ofertaza por este coche, que tenía dos meses». Aun así, el vehículo costó 48.500 euros, que se convertían en 63.000 si fuese nuevo.
Rocha destaca que «el ahorro hasta ahora es muy, muy considerable, porque mi madre tiene un diésel y hace más o menos los mismos kilómetros que mi padre y está gastando tres veces más».
El padre de Iván tiene una discapacidad, por eso disfrutó de un IVA reducido. Además, «tanto para el cargador como para el coche, achatarrando el que poseía, tiene una subvención supuestamente de 5.000 o 6.000 euros, pero no sabemos nada de esas ayudas», revela. «Hay gente esperando dos años para cobrarlas», añade.
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Rocha confiesa que le encantaría comprar un eléctrico: «Cuando utilizo el de mi padre es una gozada, pero económicamente no puedo. No bajan de 50.000 euros, es una auténtica barbaridad. Además, vivo en un piso y en el garaje no tengo opción de poner un cargador». También destaca los problemas para realizar grandes trayectos: «Tienes que hacer un plan de viaje solo para buscar puntos de recarga».