Felicidad y adrenalina sobrevolando en parapente la costa de Ferrolterra y Ortegal

ANA F. CUBA FERROL / LA VOZ

CARIÑO

Desconexión, paz, emoción y libertad son algunas de las sensaciones que produce moverse por el aire sustentado por una vela: «Sénteste especial, coma un paxaro»

23 may 2024 . Actualizado a las 18:44 h.

Dolce soñó que volaba, y no era un vuelo cualquiera. Despegaba del monte de O Limo y aterrizaba junto a la playa de A Basteira. «Me desperté feliz. Fue el mejor sueño que he tenido hasta el momento, tan chulo que dije: ‘ala, con vértigo y todo, vamos a probar a romper esta barrera'», confiesa Alejandro Breijo Da Silva, Dolce (Cariño, 36 años). Aquel sueño fue tan real que no es capaz de decir cuándo disfrutó más, si soñando o manejando la vela en el aire. De tanto ver a los parapentistas sobrevolando su pueblo, este mecánico afincado en Narón acabó apuntándose a la escuela del Club Parapente Ferrol (CPF), en enero de 2020. Antes había pasado un año observando a los tuzariños, como autodefinen los socios de esta entidad en alusión a su mascota, y probando en tándem.

Ahora, Dolce es piloto con titulación biplaza (su hija, Iris, de siete años, está ansiosa por crecer para subirse) y ya se ha iniciado en los campeonatos de precisión (gana el que aterriza más cerca del centro de la diana), pero jamás olvidará «la primera vez» que cruzó el cielo de Cariño, dormido o despierto. El parapente ha ido ganando enteros entre sus aficiones: ciclismo, submarinismo, carrera, paddle surf, pesca submarina, esquí... A Miguel González Cuesta (León, 45 años), vecino de Mugardos, le pasó algo parecido. A este conductor de mercancías peligrosas siempre le han gustado «los deportes chungos», como los califica su padre. «Venía de la escalada y se me metió en la cabeza aquello de subir a la montaña y bajar volando, y eso fue lo que motivó que empezase con el parapente. Luego descubrí que volar molaba mucho y bajar (solo) no molaba nada», desvela.  

«Esto se mueve más»

Piloto (monoplaza y biplaza), técnico (en la escuela del CPF) y juez de la especialidad, se formó tierra adentro: «El vuelo es diferente, ni más difícil ni más fácil. En interior se aprovecha la actividad térmica del valle, generada por el calor, y en la costa buscamos el viento meteo, el que viene del mar, choca contra el acantilado y crea una pared virtual ascendente. Cuando vuelas mucho en costa y te vas al interior, al haber más actividad térmica es un poco más caótico, como decimos coloquialmente, ‘se mueve más'». El parapente se ha impuesto a la escalada, las aguas bravas o el submarinismo (que practica de vez en cuando).

Miguel le ha transmitido su pasión a su pareja. Hace seis años que Vanessa Feal Bonome (Mugardos, 43 años) tentó una vela por primera vez. «No sabía nada, ni había pensado nunca en el parapente. Al principio lo veía volar a él, después me animé a ir en biplaza y al final me llamó para ir yo sola. Me lo paso pipa, no lo podría quitar de mi vida», reconoce esta trabajadora del sector hostelero, que además de piloto es jueza de competición. En el aire desconecta. «Eso que aún no consigo ir todo lo relajada que quisiera —reconoce—, voy muy concentrada, solo pienso en el vuelo, todo me lo ocupa la actividad».

Ha participado en campeonatos biplaza, de pasajera, y le apetece competir en monoplaza (no solo en pruebas de precisión, sino en distancia): «Necesito volar más. Me hace falta más práctica, pero siempre lo he tenido en mente, sé que me gustaría probar». Desconoce por qué hay tan pocas mujeres practicando este deporte en la zona: «No es cuestión de físico, aunque cuanto más en forma estás, mejor, seas chica o chico, te ayuda cuando tienes que caminar porque aterrizas en una zona que no es la oficial»

Marcos Galán (Lugo, 51 años), director de la escuela del CPF, fue uno de los instructores de Vanessa. Este músico y profesor de oboe asentado en Mugardos se inició en el parapente en la escuela de Cerdedo (Pontevedra), a través de un amigo: «Fue en el año 2000. A Salva lo había metido un primo y cuando llevaba un año aprendiendo me dijo: ‘ya sé lo que te va a gustar a ti'. No sabía ni lo que era, pero me apunté al curso. El primer día de clase, el instructor me hizo un vuelo biplaza en paramotor, y tampoco me pareció la hostia [risas], mucho ruido, pesaba, era incómodo...».

Un deporte muy mental

Sin embargo, el vuelo libre (sin motor) lo atrapó. «El parapente está mucho más ligado a la navegación que al paracaidismo. Es como navegar, en tres dimensiones; tienes que leer un medio nuevo, el aire (como el agua), y también requiere un estudio, veteranía y experiencia. Tenemos que aprender a ver lo que no se ve, eso es tan o más importante que la propia técnica. Es un deporte muy mental, no es como coger la bici, más práctico [...]. Y es un deporte de riesgo, sobre todo si asumes riesgos —precisa—, porque no estás en tu medio, como un buceador».

«Es importante saber controlar la frustración y el ansia —incide—, porque dependes de las condiciones meteorológicas (a veces pasas horas en el monte y no puedes volar), y por eso hace falta cierto grado de madurez, si lo que quieres es seguir volando. Hay gente joven que la tiene y gente mayor que no. Hay personas muy explosivas, con mucha ansia, que después, por miedo o por un percance, se van alejando del deporte».

Aparte de volar, Marcos disfruta enseñando a alumnos como Daniel Cenalmor Pérez-Lago (Ferrol, 24 años), que el viernes (9 de mayo) asistió a su segunda clase. Este bombero se crio en Covas y desde pequeño ha visto cómo los parapentes tiñen el cielo de colores, parafraseando uno de los eslóganes del CPF: «Pensaba: ‘cómo debe ser el hecho de estar ahí arriba'. Y ahora, como ya tengo trabajo, sueldo y tiempo libre, es el momento, y en eso estoy». Ni siquiera se ha estrenado con un vuelo tándem, pero ve claro que le gusta: «Me está encantando, eso que aún no he hecho ni saltos de gallina [los primeros ejercicios en el aire], vengo del mundo del remo, de hacer deporte en la naturaleza, que es lo que me gusta».

Ni radical ni extremo

Las primeras sesiones formativas le han servido para comprobar que «es un deporte mucho menos extremo de lo que pensaba, menos radical y mucho más controlado». Pronto cumplirá el sueño de «ver desde arriba las playas de Ponzos, Santa Comba o La Fragata», el entorno donde creció. A David Castro (As Pontes, 40 años) también le motiva esa «relación co entorno e a natureza», y en el parapente ha encontrado «un plan b» a las carreras de montaña, aparcadas por el impacto físico. «Este é un deporte que che permite saír por aí e desafogarte, sen ser lesivo (podes ter un accidente, claro), non te machaca», subraya. Trabaja en Tracktherace, una plataforma de gestión y seguimiento de eventos deportivos, y fue por eso por lo que contactó con responsables del CPF. «Explicáronme como ía o club e que facía, e como sempre tivera gañas de probar... faláronme da escola e foi unha escusa para empezar», comenta. Hace un par de años que se dejó tentar y en marzo sacó el título de piloto.

Juan Airado Cabarcos (Neda, 52 años) lo obtuvo en la anterior convocatoria, en 2023. La idea de volar siempre le había despertado ilusión y un día, en una playa en Ferrol, vio velas en el aire y su hermano le habló del CPF. Su primer contacto fue doble, con dos biplazas en un día en O Comado (Barreiros), y allí mismo decidió anotarse en la escuela. Era 2018. Regenta su propia tienda, Chimeneas Ferrol, y cuenta que cuando vuela el fin de semana, el lunes y el martes aún le dura la sensación: «Voy en la furgoneta con una mueca de felicidad en la cara, me siento mejor, más contento. Y volando lo miras todo con otra perspectiva, en sitios con vistas preciosas desde el aire».

El fotógrafo Xulio Villarino (Fazouro, Foz, 54 años), vecino del Porto de Bares, en Mañón, quería captar esas imágenes con su cámara, y por eso en 2011 entró en la escuela del CFP, que ahora preside. «Facía un par de anos que fixera o curso de piloto de ultralixeiro en Oviedo, porque me interesaba voar para facer fotos, pilotando eu. Pero dinme conta de que necesitaba voar máis amodo e máis cerca do chan para facer o que quería, e iso non era posible nun ultralixeiro», indica. «E o que ía ser unha titulación para voar e facer fotos converteuse en algo máis persoal, fíxenme piloto, empecei a competir, gustoume o ambiente e o deporte, e saquei a titulación de técnico», repasa.

Recuerda la impresión que le causó, con diez años, ver cómo aterrizaban en el campo de fútbol de Mondoñedo las alas-delta del campeonato de España de 1980; y otra vez, ya en la veintena, un curso de parapente cerca de la sierra de O Xistral, donde alguien le dijo: «Chaval, se non te podes dedicar a isto cada día, mellor non o fagas». En esa época, Javier Rosado Escobar (Ferrol, 60 años) ya había ojeado algún libro de vuelo libre, que apartó hasta 2002. Un día de mayo, este farmacéutico que vive en Redes (Ares), saturado, cogió su Lada en dirección a Ponzos para comerse un bocata «tranquilamente». Y se vio inmerso en «una película».

Extrañado por la presencia de la Guardia Civil, un helicóptero y una lancha de Salvamento, acabó guiando a dos personas que estaban tratando de localizar a un hombre que había dejado una nota en su coche anunciando que iba a suicidarse. «Conocía el monte y los acompañé, pero en un momento me quedé solo y coincidió que me llamó mi mujer, y al coger el móvil me confundieron con el suicida, porque justo le habían mandado a su novia que le llamara al teléfono», relata.

En seguida se aclaró el enredo y encontraron vivo al hombre que buscaban. Superada la impresión, bajó a la playa (nudista) a descansar, y se quedó dormido. «Al despertar vi a un americano aterrizando en parapente al lado de mi coche. Pensaba subir andando [al despegue] y le llevé, y de camino me dijo que iba a vender el equipo, y ya me fui al cajero para pagárselo», narra. Al poco hizo un curso —«fue una locura, con una chica que no se llegó a sentar, bajaba gritando abierta en cruz»—, y durante años eran solo dos volando en la zona.

La tercera dimensión

Javier, socio del CPF, asegura que está «de retirada», pero aprovecha como pocos las escapadas a Ponzos. En su día fue pionero en la lectura de los modelos de previsión meteorológica, para aprovechar al máximo el tiempo que podía robarle al trabajo. Así describe su progresión: «Pasé de una dimensión, la del rodaje, motos, bicicletas...; a dos, con la navegación; y la evolución natural era a tres, el vuelo. Siempre había querido, y aquel día, accidentalmente, surgió el nexo que faltaba».

De edades, oficios e intereses dispares, les une el ansia de volar y la amistad. Es un deporte individual, que no solitario, como repite Marcos: «Somos como una bandada... si somos más en el aire vamos a volar mejor, porque las condiciones las ves si hay gente, pájaros, nubes, polen...» A Juan le da felicidad y a Dolce, «paz», ajeno «al estrés y los problemas del día a día»; Miguel siente «libertad absoluta, te aíslas, te quedas en tu mundo flotando debajo de la nube; una vez en el aire, es como estar sentado en el sofá de tu casa»; y Vanessa desconecta.

En tierra, Marcos siente que algo le impele a despegar, y volando, «que todo encaja, que ese es el único sitio donde quieres y puedes estar en ese momento». «É unha mestura estraña de adrenalina e paz que me fai sentir especial —abunda Xulio—, porque ti non es un paxaro e estás voando».

Integrantes del Club Parapente Ferrol, en una actividad de la entidad en Ponzos
Integrantes del Club Parapente Ferrol, en una actividad de la entidad en Ponzos CLUB PARAPENTE FERROL

El Club Parapente Ferrol, 17 años y cada vez más alto

El Club Parapente Ferrol (CPF), fundado en 2007, lleva 17 años tocando el cielo. Con 60 socios (tres son mujeres), todos federados, es la mayor entidad de esta especialidad en Galicia. Hasta hace un año, cuando se produjo el relevo al frente de la Federación Aeronáutica Galega (FAG), solo había dos clubes. Hoy son nueve, como indica Miguel González Cuesta, presidente de la FAG, socio del CPF y uno de los instructores de su escuela deportiva. «Tiene que ver con la política de fomento de los deportes aéreos que hemos impulsado desde la federación», subraya González Cuesta.

«O cambio foi radical, agora o deporte está ordenado e ben regulamentado, e todos os clubs temos voz na organización pública que nos representa [...]. Pasamos de ter cero competicións a nivel autonómico a un calendario con cerca de dez probas para este ano, organizadas polos diferentes clubs», apuntala Xulio Villarino, que preside el CFP desde hace una década.

La formación representa uno de los pilares del club, con cursos de entre seis meses y dos años de duración, «dependendo da progresión de cada alumno, condicionada pola meteoroloxía [determina el número de convocatorias de la escuela] e pola man de cada un», explica el presidente. Se trata, subraya, de preparar a los futuros pilotos con el objetivo de «seguir facendo equipo». «Iso é o máis importante, o que nos diferenza. Este é un deporte no que un voa só (en bipraza, son dous), pero igual que os paxaros migran en bandada, nós tamén, para voar máis seguros e protexidos, compartindo información e dando indicacións. Iso é o que tratamos de inculcarlles», reitera.

El club, sin ánimo de lucro, se financia mediante las cuotas de los socios. Sus deportistas vuelan, sobre todo, en la zona de Ferrol (Ponzos), Ortegal (Cariño) y A Mariña lucense (O Comado, en Barreiros). Con frecuencia se desplazan a Quiroga, en cuyo despegue principal han instalado una de las estaciones meteorológicas propias de que disponen (con información abierta a través de internet). Poseen equipos biplaza, material técnico para medir el tejido de las velas y los cordinos, paracaídas Anti-G o trackers para el seguimiento del vuelo de los pilotos en competición y distancia.

Ocho deportistas de la entidad participan regularmente en competiciones oficiales de ámbito nacional y autonómico —Salvador Crespo es el actual campeón gallego de distancia en categoría general; Marcos Galán, segundo en sport; Villarino, oro en estándar, y González Cuesta, bronce— y hay pilotos «que veñen pisando forte» y que no tardarán en debutar. El CPF se ocupa, por otro lado, del mantenimiento de los despegues de su área de influencia. Informa de sus actividades en la página web, Facebook e Instagram.