















La llegada del buque escuela argentino servirá para explorar acuerdos con Navantia
17 jul 2025 . Actualizado a las 18:37 h.Sus tres grandes palos se elevaron ayer por la mañana sobre el skyline de Curuxeiras, visibles desde distintos puntos de la ciudad. El buque escuela de la Armada argentina, la fragata Libertad, entraba majestuoso por la ría este jueves como la pasada semana lo hizo su homólogo español, el Juan Sebastián de Elcano. Recoge el testigo de la expectación ferrolana con una escala de cinco días en la ciudad dentro de su 53.º viaje de instrucción, once años después de su último atraque en la ciudad. Tras quedar amarrado después de las diez de la mañana, el barco invirtió su primera jornada en una ajetreada agenda institucional, diplomática y empresarial, que tuvo como epicentro un almuerzo con la asistencia del presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. A pie de muelle le daba la bienvenida la cónsul general argentina en Vigo, Silvina Montenegro. Y a bordo lo esperaban el embajador de Argentina en España, Wenceslao Bunge, el comandante del buque, Roberto Gestoso, entre otras autoridades. Su presencia en Ferrol, que el embajador destacó como ocasión de estrechar lazos, puede significar, además, oportunidades de futuro.
Mientras el buque ya conquista la atención de los ferrolanos y parte de la dotación desembarcaba para tomar las calles de la ciudad en su asueto, se auspician otro tipo de operaciones. «Queremos hacer cosas con Galicia», confirmaban fuentes oficiales de la embajada, tras un encuentro con empresas españolas con intereses comerciales en Argentina. Así, «estamos explorando proyectos de ampliación de negocio de las empresas que ya están y tratando de incorporar nuevos actores al vínculo comercial y de inversiones con Argentina», señaló el ministro consejero de la embajada argentina, Sebastián Laino. Y dentro de esa ecuación puede entrar en juego Navantia, para «retomar» el contacto que hubo hace años, y «a ver si podemos avanzar con alguna propuesta más hacia el futuro», evaluar las necesidades de la Armada argentina y plantear, dijo, «alguna oferta». Para ello, está prevista una visita a los astilleros, después de que Eduardo Dobarro, director de Navantia Ferrol, acudiese también al encuentro a bordo. La jornada se cerrará con una recepción oficial vespertina.
Visitas públicas
La fragata Libertad podrá ser visitada por el público desde el viernes al lunes, en horario de una a cinco de la tarde. No se requiere inscripción previa, y el buque se encuentra atracado en el mismo lugar en el que estuvo el Elcano, trasera a la lonja. Pero a diferencia del buque español, los visitantes podrán recorrer parte del interior del navío, además de subir a la cubierta.

Emoción a pie de muelle: «Fue muy duro estar separados»
Bajo la llovizna la fragata Libertad ultimaba el amarre a ritmo de tango. Sonaba La Cumparsita. Y otras piezas argentinas, amenizando la espera de una treintena de personas, que seguían atentamente el atraque en Curuxeiras. La mayor parte, turistas y curiosos, atraídos por la imponente presencia de este barco de más de cien metros de eslora con casi 300 personas a bordo. El acento y la emoción delataba a quienes no lo eran. También la albiceleste. Expectantes aguardaban el desembarco de familiares y amigos. Desde Argentina viajó Silvina Messina para reencontrase con su marido, el comandante de la Libertad, Roberto Gestoso, acompañada por las hijas de ambos: Lola, de 23 años, y Pía, de 12. Ya se habían visto la víspera en la breve escala en Marín. Y a ellas se sumaba ayer una familia amiga llegada de Barcelona, a la que no veían desde hace ocho años. «No hubo oportunidad», explicaba Mauricio Ruggieri, argentino y mejor amigo del capitán, que acudió junto a su mujer Montse Solvas y su hijo Gianluca.
«Es un privilegio para la dotación tener como destino la fragata Libertad», expresaba Silvina. «Es un premio», apostillaba Mauricio. Por ello, pese a lo duro de las ausencias navegar «es su pasión», decían sobre el capitán. Para Lola «venir a España era una gran ilusión», aunque, admitía entre risas, «es raro cruzar el océano para ver a mi papá, que lo veo en casa todos los días, pero es muy emocionante y muy lindo». En su agenda, conocer Ferrol, ir de compras y un poco de turismo gastronómico.

A pocos metros otra pareja saludaba a través de la valla. Argentinos de origen pero residentes desde hace un lustro en Vila de Cruces (Pontevedra), a donde llegaron para «cambiar su kilómetro cero», aguardaban con emoción poder abrazar a su hijo tras más de un año y medio sin verse. Martín Suárez, que iba y venía por el puente, la vocación naval le llegó en pandemia. Y ahora este barco, «es su vida, descubrió su lugar en el mundo», contaban Norma Berros y José Alfonso Camino con los ojos empañados, junto a su perro, Lole. «Fue muy duro estar separados, pero lo vemos feliz y estamos muy orgullosos de sus logros». Cuatro días de licencia les permitirá ahora disfrutar del reencuentro.