La Granxa do Souto, en Mera (Ortigueira); la Granja Labrada, en Grañas do Sor (Mañón); y Cabaliño do Lago, en Valdoviño, proponen rutas por espacios naturales de la zona para gente de todas las edades
20 jul 2023 . Actualizado a las 11:32 h.A comienzos de julio, la Granja Labrada lanzó sus nuevos packs ecuestres, que combinan alojamiento (media pensión, con desayuno y cena) y actividades con caballos, «al nivel de cada persona», explica Mar López. Ella y Sara Gascón, madrileñas en la treintena, desembarcaron en esta aldea de Grañas do Sor (Mañón) en julio de 2019. La pandemia retrasó hasta el verano de 2021 la puesta en marcha definitiva de su proyecto de turismo ecuestre, concepto que López define como «el conocimiento de un territorio a través del caballo, poder disfrutar de una forma distinta de llegar y estar en los sitios».
El turismo ecuestre no consiste únicamente en montar a caballo, precisa: «Hay un objetivo turístico, una planificación, el alojamiento, conocer la cultura y la gastronomía de la zona... En nuestro caso descubrir los antiguos senderos [corredoiras, delimitadas a ambos lados por chantas, losas o piedras grandes], los lugares donde se recogían las castañas [curripas], hórreos, cruceiros...». Los paquetes que preparan en la Granja Labrada «garantizan el cien por cien de la experiencia», subraya. Hay opciones de dos días y una noche, tres días y dos noches, una semana completa e incluso «a medida» del cliente. El coste de un fin de semana para una familia de dos adultos y un menor ronda los 200 euros.
Las actividades varían: «El primer día se centra más en el conocimiento del caballo en la zona de la granja, y luego ya se van realizando rutas más largas y de mayor dificultad, en función del nivel de la gente». Los itinerarios «estrella» son los que discurren por el río Sor, «espectaculares». También ofertan salidas de carácter etnográfico para ver «las aldeas gallegas» e indagar en la tradición oral de la zona; y otras «de altura», por la sierra de A Faladoira, «más de paisaje y vistas».
Las responsables de la Granja Labrada pretenden impulsar el turismo ecuestre, «que está poco desarrollado en España, pese a que hay muchas hípicas y mucha tradición de caballo y rutas, pero no ese concepto tan extendido en países como Francia o Estados Unidos, viajar con el caballo, que es un medio para moverte y una forma de vivir un territorio, ir a visitar monumentos, etcétera». Su propósito es «ir creciendo» en este ámbito.
A mayores, durante el verano, en las instalaciones que gestionan López y Gascón quieren «dar respuesta al turismo de la zona, gente que quiere hacer una ruta de una hora o dos, pero no le apetece la experiencia completa [de los packs], sino que viene solo a alojarse o solo a la ruta». La estancia media en el hospedaje de la granja es de tres noches, «y prácticamente todos realizan alguna actividad con los caballos, que se ofrecen de forma independiente». Reciben huéspedes de casas de turismo rural de la zona que les sugieren este tipo de alternativa de ocio. Entre sus clientes hay «algunas personas que llegan con miedo por una mala experiencia con el caballo». «Lo típico —desvela López— es haber hecho una ruta en Punta Cana en la luna de miel... y la gente viene con ese temor, aquí nos esforzamos para que pueda resetear y disfrutar montando sin tener mucho nivel, con caballos tranquilos, entrenados».
Quienes contratan un pack ecuestre tienen libre la parte central del día para «comer fuera y visitar sitios». Quien pisa este rincón de Grañas do Sor «sale encantado». López cuenta que, «en torno a la Semana Santa hubo grupos de americanos que fliparon con la zona». «Ahora aparece gente de A Coruña o de Madrid, y el que viene se queda impresionado, incluso los de cerca, no entienden cómo no sabían de este sitio».
A poco más de veinte kilómetros de Grañas do Sor se encuentra la Granxa do Souto. La madrileña Patricia Alonso Muela, directora técnica ecuestre de la explotación propiedad de Manuel Vierna, en Mera (Ortigueira), repite sin cesar que «este es un sitio espectacular, hay muy pocos así en España, ni en otros establos de Europa» en los que ella ha trabajado. ¿Por qué? «La calidad de vida... es el cielo de los caballos».
Por las orillas del río Mera
Las rutas constituyen el eje central de la granja durante el verano, con opciones para todos los perfiles. El paseo del río, diez minutos a orillas del cauce del Mera, es apto para niños a partir de los tres años, «ideal como primera toma de contacto con el caballo», con un monitor a pie sujetando al animal en todo momento (cuesta 15 euros por persona). La denominada ruta familiar dura 50 minutos, a través del valle del río Mera, y pueden realizarla personas con o sin experiencia, puesto que se adapta a la cualificación de cada uno (el precio es de 30 euros por participante).
El resto de recorridos son más largos. Por un lado, el de Cal da Loba, de una hora y media (50 euros), pensado para «jinetes mayores de 12 años, con o sin experiencia previa». Transcurre por el antiguo Camiño Real, «atravesando bosques de castaños y eucaliptos, para regresar por prados de manzanos a orillas del río». El trayecto de la cascada de Guitín, de dos horas y media (75 euros), está concebido para mayores de 12 años con cierto conocimiento de los caballos. Después de adentrarse por una fraga «apenas transitada», hay que cruzar el río a caballo para culminar en «una cascada escondida». Recorrer las marismas de Leixa es otra opción, tres horas (85 euros) «con la sensación de montar a caballo por encima del agua» y unas vistas «increíbles» del interior de la ría de Ortigueira. La salida más larga, de cinco horas y media (175 euros), ha sido ideada para jinetes o amazonas con más experiencia.
Hay que recorrer seis kilómetros de subida hasta la cima de la sierra de A Capelada, lo que garantiza «unas vistas fascinantes de la ría, el océano y Estaca de Bares», además de acercarse a la cascada , el Pozo do Inferno y los restos del castelo do Casón, una fortaleza erigida a finales del siglo IX o principios del X, «cando as costas galegas eran obxecto de saqueos normandos», como indica el arqueólogo Emilio Ramil, que dirigió la última excavación.
Al margen de las rutas, la Granxa do Souto ofrece visitas guiadas a las instalaciones y la finca. «Son un éxito», destaca Alonso Muelas. «Duran 50 minutos, con un monitor, y se puede acariciar y dar de comer a todos los animales, conejos, gallinas, cabras enanas, burros... Los niños de las ciudades no tienen oportunidad de coger una gallina en brazos... les hablamos de cada animal y les explicamos cómo ordenar una cabra o pueden recoger los huevos de las gallinas», detalla. La experiencia cuesta 35 euros para un grupo formado por hasta cinco personas.
La directora técnica ecuestre de la granja alude, además, a los campamento estivales del mes de julio, con clases de equitación (aprender a cepillar al animal y a cuidarlo, no solo a montar), yincanas y otras actividades, a partir de los cinco años y hasta los 18. Los de este año ya están cubiertos. Sí es posible acceder a clases de equitación en el período estival, por 25 euros si es de forma aislada y por 180, un bono de diez sesiones. «Abarcan todos los niveles, desde iniciación, a partir de los cinco años, hasta avanzado, también para adultos», concreta. Recuerda que disponen de dos alojamientos para alquilar: la casa de la granja y la casa de Tellas.
Territorio femenino
Los centros ecuestres de la comarca están en manos de mujeres. Tamara Rodríguez (Lugo, 1989) y Paula Soto (A Coruña, 1984) pusieron en marcha Cabaliño do Lago el 22 de julio del año pasado, en una finca junto al lago de A Frouxeira, en Valdoviño. Por allí discurren las rutas que organizan de media hora (20 euros por persona), una hora (30), dos horas (50) o media jornada (cuatro o cinco horas, dependiendo del grado de experiencia de los participantes, por 120), como enumera Soto. Las más largas, que bordean la laguna y continúan hasta el faro de punta Frouxeira, van dirigidas a mayores de 18 años, y las de 30 minutos están pensadas para los más pequeños. «Hay bastante demanda para niños a partir de cinco años, que quieren probar; los chavales de veinte o treinta hacen la de una o la de dos horas; y para la de media jornada tratamos de hacer un grupo más o menos acorde, para que todos puedan disfrutar», explica esta emprendedora. Cuentan con siete caballos, por lo que el máximo por salida es de cuatro o cinco personas, «si tienen experiencia».
Además de las expediciones a caballo, en verano, Cabaliño do Lago promueve un día en familia, «sobre todo para los menores de cinco años, que no puedes sacar en ruta por seguridad, pero sí realizar una actividad que les permita estar con los animales», explica Soto. Durante una hora y media, los pequeños cepillan y dan de comer a los caballos, «y montan a modo de bautismo ecuestre, para poder disfrutar con el menor riesgo». Admiten a un máximo de seis personas por tanda y suelen acudir padres, abuelos, tíos o primos de los niños, «que aprovechan para estar con el peque y tener también su experiencia». El coste es de 35 euros por cada uno, salvo los menores de tres años, que acceden gratis.
Campamentos estivales
La tercera pata de la oferta de Cabaliño do Lago en verano son los campamentos, desde que acaba el curso escolar hasta que comienza, en septiembre, para niños de cinco a 16 años. «Montan, cepillan los caballos, hacen algún taller, pintan herraduras, elaboran galletas para caballos... que también pueden comer ellos, claro...», desgrana. Toda una aventura que facilita la conciliación, de 9.30 a 13.30 horas, con posibilidad de acudir días sueltos (por 25 euros), una semana (110) o varias (con un diez por ciento de descuento, igual que para los hermanos). El resto del año se centran en las clases de equitación y prosiguen con las rutas.
«En esta zona hay bastante cultura ecuestre, los peques están acostumbrados a ver caballos en su casa o la de algún familia. Cuando abrimos teníamos expectativas bastante buenas y vamos en aumento», celebra Soto. En verano acuden tanto vecinos de la comarca como turistas. Basta con compartir la pasión equina.