El tiburón peregrino de la playa del Porto de Bares, una especie inofensiva de dientes diminutos que se alimenta por filtración

ANA F. CUBA MAÑÓN / LA VOZ

MAÑÓN

El Cemma corrobora varios avistamientos en los últimos años en la costa norte de ejemplares como el que nadaba junto a la orilla el lunes

24 jul 2024 . Actualizado a las 23:33 h.

La aparición de un tiburón peregrino, el lunes por la tarde, en la playa del Porto de Bares, atemorizó por un momento a los bañistas. A algunos los sorprendió dentro del agua y tardarán en olvidar el susto. En realidad, se trata de un animal inofensivo para las personas. El tiburón peregrino, Cetorhinus maximus, es el segundo de su especie más grande del mundo, tras el tiburón ballena, y puede alcanzar los doce metros de largo. El ejemplar que se dejó ver junto a la orilla del mar en Bares rondaba los tres.

Alfredo López, responsable de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), reconoce que es una especie «pouco frecuente» en Galicia. Pero, apunta, «dentro diso, posiblemente na zona norte, A Mariña de Lugo e ata a ría do Barqueiro e Bares, é onde hai máis rexistros, con varias observacións nos últimos anos». «Son animais grandes —explica—, e cando estás diante deles non estás seguro de que son. Convén tomar precaución e respecto de cara a eles. As persoas si podemos irnos a outro sitio, pero eles non, porque o mar é o seu medio».

En la página fishipedia.es destacan el temperamento tranquilo de este escualo de color gris oscuro. «A pesar de que pueda parecer un gran depredador, sus dientes son diminutos, prácticamente vestigiales, ya que se alimenta pasivamente, filtrando zooplancton y peces pequeños a través de las branquias», indican en la web submon.org. Nada que ver con el tiburón blanco, con siete filas de dientes serrados de seis centímetros de largo. Son peces que «se están movendo continuamente», según dice López. De ahí su nombre. «No Atlántico pódense ver desde a costa norte de África ata a costa norte de Inglaterra», añade.

En el Porto de Bares, donde irrumpieron ejemplares de esta especie durante varios años, entre 1943 o 1944 y 1955, los bautizaron como peixorros. Para los vecinos era «un peixe raro». Plácido Méndez Fernández diseñó un arpón de hierro para capturarlos y fue el primero en hacerse con un ejemplar. Aprovechaban el hígado, del que extraían aceite para los candiles y algo para vender, y la carne, como abono de las huertas. «O máis grande que se colleu tiña 7,2 metros de longo e 2,02 de cola», recordaba hace unos años Manuel, hermano de Plácido, ambos fallecidos.