
La punta de Coitelada presenta unos abruptos acantilados y unas maravillosas vistas sobre A Marola
16 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Nunca tuvieron miedo a las olas los habitantes de Chanteiro, en la parroquia de Cervás, a su vez en el ayuntamiento de Ares. Pero a su playa no eran muy aficionados a ir allá por los años 40 o 50, bastante había con trabajar para comer todos los días y en los escasos tiempos de descanso parar en casa Emilio o en la inolvidable casa Juan, un hombre cuya vida se merece una gran biografía. Una playa, por cierto, que no es la actual: se encontraba muchas docenas de metros más allá, pero el mar fue implacable e incluso se tragó un improvisado cementerio de animales. Para ser justos, la chupona hizo lo suyo para degradar aquello. La chupona era una embarcación que extraía arena a tiro de fusil de donde morían las olas, odiada con generosidad por el pequeño grupo de veraneantes.
Y a la punta de Coitelada se iba solo a pescar hasta que empezó la furia de comer percebes. O mejor dicho, no tanto de comer como de venderlos. Porque en las rocas de Coitelada había y hay unos percebes magníficos, aunque aquella gran abundancia de entonces pasó a la historia. Por supuesto, en Chanteiro y alrededores decían que eran los mejores al menos de la provincia y es posible que del mundo entero. Y decir que peces o marisco venían de allí era en sí mismo una garantía de calidad por una parte y de bravura del osado que los había pillado por otra.
Increíbles panorámicas
Su nombre ya dice con lo que se va a encontrar el visitante: una costa cortada a cuchillo. Unos acantilados peligrosos en los que no hay que cometer ninguna imprudencia. Pero con esas reservas, es meta que recompensa con unas increíbles panorámicas sobre la entrada al Golfo Ártabro, con A Marola y O Marolete al frente.
De manera que el primer objetivo es Chanteiro, y hay dos maneras de llegarse hasta allí. Una es coger a la entrada de Ares -procediendo de Mugardos- la carretera por supuesto hoy asfaltada. Otra, desde el castillo de La Palma continuar por esa magnífica pista (restos del castillo de San Martín al arrancar, batería abandonada de O Segaño más adelante) que resulta idónea para amigos de caminar y de la bicicleta de montaña: ignora lo que es el asfalto, por suerte.
En otros tiempos existió una tercera alternativa, y era coger la vía que partía de O Baño (cerca de Mugardos), ascender hasta Montefaro, caminar por ese suelo histórico puesto que el monasterio fue un centro de poder y bajar hasta Cervás. Hoy en día no merece tanto la pena como otrora: el arbolado tapa las vistas.
La aventura
Ir caminando desde la playa de Chanteiro hasta Coitelada por el sendero que va pegado al mar.
La foto más personal
En Coitelada, ante el cartel.
El desafío
Hacer ese mismo sendero en bicicleta.
El pasado
Las robalizas de la zona de O Segaño gozaron siempre de gran fama, aunque hoy en día no abundan como antes.