Tras 19 años al frente de la directiva, Ramón Rodríguez Silverio urge un relevo, personal y generacional, para el colectivo naronés
18 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando Ramón Rodríguez Silverio (Xuvia-Narón, 80 años) se prejubiló, el entonces alcalde, Xoán Gato, le animó a crear una asociación de vecinos (la anterior se había disuelto hacía más de una década). «Yo le dije ‘depende de lo que me ayudes’», relata. De ahí surgió el colectivo Altea, que cuenta con más de 300 socios. Y 19 años después, advierte, «hay riesgo serio de que desaparezca». El presidente urge un relevo, personal y también generacional: «Quedamos pocos y somos mayores. Hay gente joven y, sobre todo, prejubilados, con más tiempo libre, que pueden hacerse cargo de la asociación. Hace falta gente que se maneje con los ordenadores, porque cada vez hay más papeleo y más problemas para realizar cualquier gestión o tramitar una subvención».
Rodríguez Silverio constata que el papel de los colectivos vecinales ha cambiado, pero defiende su necesidad para representar, en este caso a Xuvia, en los órganos de participación o en los consellos territoriais promovidos por el Concello de Narón. «En los primeros años de la democracia fueron un vehículo fundamental y aún hoy son importantes para tener voz». En los casi 20 años de trayectoria de la entidad, el trabajo ha sido arduo y los logros, muy relevantes, siempre de la mano del Ayuntamiento, pese a las tensiones. «Había un tapón urbanístico en Xuvia, cerca del puente, e hicimos gestiones con los propietarios del antiguo cuartel para que el Concello pudiera derribarlo», repasa.
La directiva de la asociación medió para lograr la demolición de la Casa de Perandones, frente a la carretera de O Trece. «Cuando se construyó la pista polideportiva también hablamos con las familias para que se llegara a un acuerdo [...]; y cuando se hizo el paseo marítimo, incluso asistí, con el alcalde, a reuniones en Costas, en Madrid, porque estaba medio paralizado. Queríamos que se saneara la ría, porque daba asco, y afortunadamente ahora empezamos a ver que ‘ya no huele’, como comentan aquí», explica. Pese a los avances en el saneamiento, mantienen la fiesta Alteaba, que nació para reivindicar el fin de los vertidos a la ría.
¿Qué queda por hacer? «Ahora mismo, la parroquia precisa mantenimiento de las áreas de recreo [...]. Como obras de peso, pedimos que se derribe el cuartel viejo de la Guardia Civil, que ha comprado el Concello, y que se den los primeros pasos, con un concurso de ideas, para un proyecto bonito. La restauración del molino, que también está en proceso; y que la casa indiana de San Román y la finca pasen a ser de dominio público algún día».
«Xuvia era el núcleo de Narón, aquí estaban la industria y los bancos; sufrió cuando se llevaron el concello», recuerda, «pero ahora está olvidado». De niño, evoca, «en la ría había de todo, almejas, mejillones, jibias, pulpo, lubinas, anguilas... Eran años de mucha pobreza y la ría ayudó a que muchas familias numerosas sobrevivieran». Él iba a pescar por gusto, pero otros lo hacían «para comer». Hoy observa la ría con orgullo y esperanza.
Asambleas, el día 29, a las 20.00 horas. La Asociación de Vecinos Altea ha convocado dos asambleas para el día 29, la primera, ordinaria, para tratar las cuentas y las gestiones realizadas. Y la segunda, extraordinaria, para renovar e incorporar integrantes a la junta directiva. El presidente ruega la máxima asistencia.