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Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

NEDA

12 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El pan con más solera que se conoce en esta comarca es el de Neda. Lleva trigo, avena, agua cristalina y en algunos casos, sal. Se elaboran más de treinta tipos de panes de manera artesanal, se amasa con mucho cariño y vigor por gente fuerte como los Carrizos, que desde siempre usan harina bien tamizada en los fogones de un horno, con leña de roble, que es de grandes calorías. También Dorita, de la Mourela, hacía buen pan y exquisitos dulces, igual que la familia de aquel gran portero del Racing y del Real Madrid, Juanito González, y otras muchas tahonas, que sirven su pan en establecimientos de Galicia. La Xunta declaró de interés turístico la Fiesta del Pan de Neda.

Este pueblo de 5.000 habitantes, por su situación estratégica al fondo de la ría de Ferrol, históricamente estuvo poblado por varias culturas desde sus orígenes prehistóricos. En la actualidad, Neda es una gran ventana abierta con gente muy afectiva. Eso sí, muy en lo suyo, con un estilo de vida de alma liberal, donde no gusta que los periféricos se metan en su cocina, conforman una sociedad muy completa en servicios sociales y buena gestión en sus respectivos alcaldes, entre los que forzosamente hay que destacar a Carlos Pita López, que fue el que se plantó ante el vicepresidente del Gobierno, Álvarez Cascos, que pretendía cruzar la autopista por el municipio, dando un navajazo al monte, y Pita López consiguió, y con un presupuesto mucho más elevado, que soterraran la traza, mostrando una influencia razonable y decisiva para Neda.

El volumen de este pueblo se recorre por cuatro hermosas iglesias, y el famoso crucero de San Nicolás -único en Galicia- con la imagen de Cristo por las dos caras. También es importante el reloj del Consistorio, la Casa de las Palmeras, la antigua Fábrica de la Moneda y Armas, o el Pazo de la Merced, convertido en alojamiento del turismo rural, con mesa de oro. Y para disfrutar del placer del sol o la sombra, está el río Belelle y su cascada, con la admirable presa de la Fervenza, y el boque o fraga típico gallego, o la ruta de los molinos. Haciendo un ejercicio de honestidad intelectual imprescindible en la vida y en la política, es justo reconocer la labor de los dos últimos alcaldes, Ignacio Cabezón, un médico que lo dejó casi todo por su pueblo, y el actual Ángel Alvariño Saavedra, que con una benevolencia complaciente con sus gentes, está aumentando las posibilidades de plácet a su gestión.