Daniel Azules, desde Pontedeume: «De niño sufrí 'bullying', decían si era niño o niña, y era gordito; hoy soy referente de superación»
PONTEDEUME
![Daniel Azules en Pontedeume, donde vive desde los 18 años, con la ponte de Pedra al fondo](https://img.lavdg.com/sc/eiBM3GwaphYeUmwZlzubOcNOUKA=/480x/2024/12/25/00121735133761550554606/Foto/F_20241225_102257000.jpg)
Docente vocacional y activista LGBTIQ+, compagina la hostelería con el márketing digital y la participación en «realities», el último, «Salvaxe»
26 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Ferrolano de origen y eumés de corazón, Daniel Labarta Pita, a quien casi todo el mundo conoce como Dani o Daniel Azules (el mote que él mismo se puso de adolescente, «copiado de una chica en el colegio»), abandonó hace un par de semanas Salvaxe, el reality «más extremo» de la TVG, obligado por la lesión del hombro que arrastra desde hace tiempo. «Tuve que salir al tercer programa, no porque me nominaran, sino por este problema físico, por desgracia... Hay muy buena gente ahí y me han enseñado muchos valores. Me sentí súper incluido y súper, súper bien, y a todo el mundo le dio mucha pena que me fuera, desde el equipo de producción a los concursantes. No me esperaba que mi forma de ser les fuese a gustar tanto», señala este joven de 32 años, polifacético, multitarea o micro influencer —«ojalá, porque por lo menos monetizaría lo que hago en redes sociales»—, como le califican unos y otros. Algunos le definen como «artista» y a él, sin pizca de arrogancia, no le disgusta: «Como hago un poco de todo e intento hacerlo bien...».
Con 18 años se mudó a Pontedeume para formarse en la escuela de Hostelería (el actual CIFP Fraga do Eume), después cursó el máster de profesorado en esta rama y estudió Turismo. «Siempre he sido camarero y recepcionista, ahora soy camarero extra [en la cafetería Stollen, donde trabajó diez años de forma continuada] y me dedico al márketing digital, llevando las redes sociales de empresas y abriendo un poco el mercado», explica. Pero de vez en cuando sucumbe al imán de la televisión: «Me gusta bastante y estoy intentando abrirme a ese mundo, que me descubran... No paro quieto, intento abarcar de todo, siempre he sido así». Lo mismo pone copas que va de azafato a un evento, aunque su vocación de toda la vida ha sido la docencia, y uno de sus planes continúa siendo opositar.
Si algo identifica a Daniel Azules es su espíritu de superación, que ha ido callando bocas, las de quienes le repetían que nunca conseguiría sus propósitos. «De pequeño era el discriminado, el que decían si era niño o niña, y aún encima gordito. No me escogían en los juegos; salvo mis dos o tres amigos de siempre, no me invitaban a los cumpleaños... En la adolescencia ya hubo agresión física, me metían en el baño, me insultaban, me daban balonazos, me veían un blanco fácil, esa gente tiene un ojo para localizar al que es más sensible», relata.
Su primera incursión televisiva fue en First Dates; después participó en Xente marabillosa —«con cámaras ocultas contra injusticias, conocían mi historia de leerme en TikTok, cómo había sufrido mucho bullying y acoso de pequeño y había encontrado herramientas para salir yo solo, me veían como un referente por mi capacidad de superación»— y en Historias mínimas, también en el canal autonómico, «reivindicando el activismo LGBTIQ+ y contra la gordofobia».
Este vilancho que encontró en Pontedeume el cariño y la luz, tras «las etapas más oscuras» que vivió en Ferrol, se sabe querido por su pueblo de adopción y fuera de él, y quiere aprovechar su forma de ser —«lo que hago me sale así, no hay postureo ni exhibicionismo, siempre he sido así, con naturalidad»—, sus aprendizajes y la proyección que le dan las redes sociales —«la madurez me salva de la toxicidad, los ataques de perfiles falsos y la sobre información»— y el universo audiovisual para erigirse en el referente que él no tuvo en su día.
Da las gracias a los amigos que, en la adolescencia, le impulsaron «a coger coraje y valor». Y ahora procura transmitir sus valores —«soy muy participativo, valgo para un roto y un descosido, intento mostrar buena cara ante la adversidad y superar las expectativas»— y ayudar. Aficionado a los deportes acuáticos o el senderismo, los viajes, la gastronomía, los videojuegos y la lectura, aspira a crecer en la televisión, un medio en el que se siente muy cómodo: «Entro en trance».