La sombra de Pérez Mariño ronda por la Praza do Rei

j. Fuentes VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Pérez Mariño se despidió de los funcionarios el 3 de diciembre del 2003 ante un salón abarrotado.
Pérez Mariño se despidió de los funcionarios el 3 de diciembre del 2003 ante un salón abarrotado. capotillo< / span>

El Bloque ya hizo caer al anterior alcalde socialista de Vigo en el 2003

04 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

En 1999 Vigo tuvo por primera vez un alcalde nacionalista, Lois Pérez Castrillo, elegido con los votos de 8 concejales del BNG y 7 socialistas. Cuatro años después, en 2003, la situación se invirtió y los 7 ediles del BNG unidos a los 8 del PSOE colocaron en la alcaldía al socialista Ventura Pérez Mariño. Fue el suyo un mandato cortó ya que a primeros de diciembre se despedía del cargo.

En ese poco más de medio año las relaciones entre ambos grupos políticos alcanzaron un nivel de enconamiento que terminó con una alcaldesa del PP gobernando en minoría. Corina Porro llegó por esta vía al poder hasta que fue sustituida por el propio Caballero.

Los motivos del destronamiento de Pérez Mariño no tienen nada que ver con la actual crisis ni su talante guarda parecido con el de su sucesor socialista. Mariño tropezó con el BNG, liderado aún por Castrillo, cuando intentó nominar al gerente de Urbanismo en plena elaboración del Plan Xeral. Los nacionalistas no le dejaron y, unidos al PP, mantuvieron al arquitecto Javier Rivas.

A partir de aquí los acontecimientos se aceleraron. Era el mes de octubre de 2003 y Mariño no tuvo otro remedio que cesar de sus cargos a los concejales del BNG. De aquellas no existía la ley de grandes ciudades y los poderes del alcalde eran mucho más limitados que en la actualidad.

En las siguientes semanas el alcalde Mariño y su equipo (Miguel Barros, María Xosé Porteiro, Xulio Calviño, José Carlos Arias, Mauricio Ruiz, María Luis Graña y Belén Sío) trataron de mantener operativo un gobierno acosado. Las presiones se recrudecieron, especialmente las del BNG a nivel gallego, hasta que Pérez Mariño decidió poner fin al calvario.

Para ello llevó a pleno la aprobación definitiva de las tasas municipales para 2004 vinculadas a una moción de confianza, que perdió al no contar con los votos de los nacionalistas, que se abstuvieron. A partir de ahí presentó su dimisión y el 13 de diciembre se elegía como alcaldesa a Corina Porro en su calidad de candidata de la lista más votada. No fue posible un acuerdo BNG-PSOE sobre la base de otro nombre socialista, aunque hubo quien lo intentó y el nombre de Barros sonó. Y lo ocurrido después es ya una historia muy reciente.