La «realpolitik» se impone en unas relaciones tensas

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

FIRMAS

19 ene 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace tan solo 16 meses el entonces primer ministro marroquí, Abbas el Fassi, llamaba provocador a Rajoy por visitar Melilla. El 28 de noviembre del 2010 cientos de miles de marroquíes proferían gritos contra el PP y su líder en una gigantesca manifestación en Casablanca fomentada por las autoridades. Rabat lo culpaba de alentar la declaración de condena del Parlamento Europeo por el violento desmantelamiento del campamento de protesta saharaui en las afueras de El Aaiún. En Rabat temían la llegada a Rajoy al poder. No solo por estos desencuentros, sino también por el recuerdo de la época de Aznar, sobre todo cuando en julio del 2002 ambos países estuvieron a punto de enfrentarse tras la toma de Perejil. Además, el interlocutor preferido del régimen era Gustavo de Arístegui, al que el líder popular defenestró. El nuevo jefe de gabinete del presidente, Jorge Moragas, no es bien visto en Rabat tras desaprobar el velado apoyo de Zapatero a las tesis marroquíes sobre el Sáhara.

Rajoy dejó caer durante la campaña que su primer viaje al extranjero no sería a Marruecos, con lo que hubiera roto la tradición que inició Felipe González hace 30 años. No ha sido así. La realpolitik se ha impuesto en las relaciones entre dos países condenados a entenderse. Aquel al que se abucheaba en las calles era recibido ayer con todos los honores, se presentaba como «amigo de Marruecos» y no escatimaba elogios hacia las reformas democratizadoras emprendidas por el monarca alauí. Ya no está El Fassi, sino Abdelilah Benkirán, el primer jefe de Gobierno islamista del país, que eso sí no estuvo presente en la algarada contra el PP.

Este buen comienzo no quiere decir, ni mucho menos, que las relaciones bilaterales vayan a ser un camino de rosas. Están los precedentes de Aznar y, sobre todo, de Zapatero, que vivió una auténtica luna de miel con Marruecos hasta que se quebró hace cuatro años tras la visita de los reyes a Ceuta y Melilla. Desde entonces ha habido otros momentos de tensión como el provocado por la expulsión a Canarias de Aminetu Haidar en el 2009 o por los cierres de la frontera de Melilla en el 2010. Los problemas siguen ahí y pueden volver a provocar choques en cualquier momento.