La Sagrada Familia lleva grabada la huella de los canteiros pontevedreses

maría conde PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

cedida

Cuatro profesionales formados en Poio trabajan en la obra cumbre de Gaudí

25 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La piedra que conforma uno de los monumentos más visitados en España, el templo de la Sagrada Familia de Barcelona, lleva ya grabada la huella de los canteiros gallegos. Los más de dos millones de personas que pasan cada año por la obra cumbre de Antonio Gaudí pueden admirar el trabajo que están realizando en la actualidad cuatro maestros pontevedreses, todos ellos formados en la Escola de Canteiros de Boa Vista. «Es muy bonito, una experiencia única -dice Emilio González, de 30 años-, porque la verdad ves cada día entrar a centenares de personas a ver la obra de Gaudí y tú estas trabajando en ella. Te sientes entonces un poquito especial y que estás formando parte de la historia».

Este joven pontevedrés y su amigo Álex Muelle, de Meis, están estos últimos días subidos a 50 metros de altura trabajando en la fachada. Concretamente, en la denominada «curva especial». «Se llama así porque hace un giro lleno de texturas y en lo que trabajamos es en una canalización de agua». Solo el jueves, en que llovió, se fueron con los otros dos canteiros, Severino Barcala Lago (de Ribadumia) y César Alberto Iglesias (de Caldas), al taller para puntear piedra para una de las mundialmente famosas torres de la Sagrada Familia.

Los dos primeros se conocieron en la escuela. Y recalaron en Barcelona para cumplir un encargo de dos esculturas que un empresario realizó a Emilio tras ver su obra en el Simposium de O Grove. En la ciudad condal, fue Álex el que dejó su currículo en la fundación que aborda la construcción de la inacabada obra de Gaudí. «Pedían más gente -añade Emilio- y presenté el mío. Tuvimos que hacer una prueba que fue un paraboloide en granito, les gustó y nos llamaron». «Vimos para un mes e levamos tres anos e medio -agrega Álex-. A verdade é que é unha experiencia moi bonita. Ao traer a nosa man artesán a un sitio que non ten un costume de pedra como o noso, sínteste un pouco curioso por participar nesto».

Las labores van rotando. Emilio cuenta que los cuatro son autónomos, y que entre empresas y técnicos de las oficinas puede haber en este momento más de 150 personas trabajando en el templo. Hace meses, les tocó restaurar la cripta que ardió y su mano también está en las letras de la fachada. «Tallámolas todas in situ e colocámolas», explica Álex. «Hai pezas que van para a parte vella que hai que elaborar artesanalmente», agrega.

En el taller están finalizando unos contrafuertes en piedra de Montjuic para terminar una torre. «Hacemos de todo -añade Emilio-, colocamos, repasamos, hacemos piezas nuevas, todo lo que abarca el campo de la piedra». «Como a obra vai decrecendo hacia arriba -apunta Álex-, as veces algunhas pedras quedan fóra de medida e hai que traballalas in situ». La piedra que se utiliza para el templo viene, además de Montjuic -«de la que ya no se puede extraer, nos queda muy poca con la que estamos trabajando»- de varios lugares, entre ellos Vilachá, en Lugo, «pero también de Escocia y de otros sitios».

Escuchar que trabajan a 50 y 60 metros de altura impone, pero Emilio insiste en la excepcional seguridad. «Todos los días tenemos un vigilante revisando si se cumplen los sistemas de seguridad, si llevamos calzado adecuado, las protecciones... Y los jueves y viernes vienen los jefes a revisar lo que hay revisado. Los andamios son muy seguros, tienen valla y están sobre firme, y hay redes que protegen». Algunas previsiones estiman que en 18 años podría estar terminada la Sagrada Familia (la primera piedra se puso en 1882), cuenta Emilio. Él espera asistir a la inauguración. «Vendremos con bastón», ríe. Álex tira más para la tierra. «Eu preferiría ir para Santiago. Traballar na Sagrada Familia, que de cara ao mundo é unha das súas marabillas está moi ben, pero para nós, como canteiros, traballar na nosa catedral creo que sería máis importante».