El cambadés Alberto Jurjo Costa trabaja y estudia ahora en Argentina
21 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Quién no ha fantaseado alguna vez con dar la vuelta al mundo. Muchos lo piensan y pocos lo consiguen, pero siempre hay quien está dispuesto a emprender esta aventura. Alberto Jurjo Costa hizo su «sueño de infancia» realidad el año pasado. «Cuando tienes tiempo no tienes dinero y cuando tienes dinero no tienes tiempo» y, en estas circunstancias, Alberto fue dilatando la hora de partida más de lo que hubiera deseado. «Me hubiera gustado hacerlo después de estudiar, pero empecé a trabajar y ya no fue posible», indica.
Estudió Ingeniería Superior Aeronáutica en Madrid y pronto encontró trabajo. Le surgió la oportunidad de volver a Galicia y se instaló en Vigo para ejercer de coordinador en materia de seguridad aeronáutica para la empresa que se encargó de la ampliación del aeropuerto de Peinador. Allí estuvo más de tres años y, en esto, llegó la crisis y se quedó sin perspectivas laborales. Fue entonces cuando Alberto se planteó seriamente salir de España a buscarse la vida pero decidió que, antes, había llegado la hora de recorrer mundo.
Se estrenó con un vuelo Madrid-Sao Paulo, el primero de medio centenar de traslados por aire a los que se sumarían muchos más por tierra, mar y río. Emprendió así un periplo de diez meses, en solitario, en el que visitó docenas de países de los cinco continentes. De Brasil pasó a Argentina, Uruguay, Perú, Chile, México, Cuba, Estados Unidos, Canadá y después cruzó el charco para viajar a Australia y Asia. En su itinerario se incluyeron destinos tan lejanos y exóticos como Singapur, Indonesia, Camboya, Tailandia, Filipinas, China, Malasia, Vietnam e India y, a partir de ahí, se fue acercando poco a poco a Europa sin dejar de hacer parada en Jordania e Israel. El final del camino lo encontró en Egipto, donde en agosto del 2011 cogió otro vuelo, el último, con destino a Madrid. «Estaba muy satisfecho pero muy cansado», explica, y con 9 kilos menos.
Muchos países y anécdotas
De una aventura de este calibre es difícil descartar para quedarse con una única experiencia. «Visité muchas maravillas del mundo y estuve en lugares tan remotos como la Isla de Pascua, Chichén Itzá, el parque de los Glaciares argentino, Machu Picchu, la ciudad Santa de Jerusalén, el Taj Mahal, las pirámides de El Cairo, los indescriptibles templos de Angkor Wat, la Ciudad Perdida de Petra o la gran Muralla China», relata Alberto. Pero, aunque de otro calibre, las sensaciones de pasear por Nueva York, Sydney o Hong Kong fueron también «increíbles». Anécdotas tiene para dar y tomar. Nadó con tiburones en el Caribe, comió serpiente, canguro e insectos, fue corneado por una vaca sagrada en Varanasi (India), su vuelo a Tokio se canceló por el terremoto de Japón, «y me bañé en mitad del Pacífico, frente a la fija e imponente mirada de los Moais en Rapa Nui». Y hasta tuvo oportunidad de compartir mesa con famosos y ricos. Ocurrió en Sao Paulo y sus acompañantes fueron nada más y nada menos que Michael Schumacher, Ross Brawn y Fernando Alonso.
En una carpeta guarda como un tesoro billetes de avión, moneda de distintos países, entradas a monumentos y demás papeles que acreditan que él sí estuvo allí. ¿Y la seguridad?. El cambadés puede darse con un canto en los dientes porque, a parte de una indigestión que sufrió en India, no tuvo mayores incidencias. «Estuve en Montevideo y veía cómo robaban los bolsos en la calle cada diez minutos, pero a mí nunca me pasó nada».
Para dar la vuelta al mundo hace falta tiempo, espíritu de aventura y dinero, aunque el presupuesto varía mucho dependiendo del tipo de viajero que se quiera ser. Alberto gastó unos 12.000 euros en diez meses. «Todo depende mucho. Gasté más en tres semanas en Australia que en tres meses en Asia. Hay sitios en que duermes por 5 euros al día y comes por 2 y después hay lugares como EE.?UU o Canadá que son muy caros».
Vuelta a casa
En agosto del 2011 puso rumbo a casa desde la tierra de los antiguos faraones. Regresó a su Cambados natal para «descansar y reponer fuerzas», porque a Alberto todavía le quedaban unos cuantos kilómetros por delante. Tres meses después volvía a subirse a un avión, rumbo a Argentina, esta vez con otros proyectos vitales: buscar trabajo. «Me gustaba Australia para ir a trabajar pero las condiciones de entrada eran muy duras». Se refiere a la burocracia, pero en Argentina se encontró, también, con no pocas trabas en este terreno.
De Cambados a Argentina con una vuelta al mundo a sus espaldas. Alberto Jurjo Costa tiene 32 años y es ingeniero en Aeronáutica. Actualmente reside en Buenos Aires, donde trabaja y estudia, pero antes lo hizo en Madrid, Lisboa y Vigo. De su Cambados natal marchó a los 18 años y, desde entonces, no ha pasado más de tres meses seguidos en casa. El año pasado emprendió la «aventura» de recorrer el mundo. Durante diez meses visitó 30 países de los cinco continentes, en los que vivió una experiencia «increíble».