
Con las obras de la piscina pública paradas, la playa fluvial de O Val se convierte en foco de atracción para combatir las altas temperaturas
21 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.El termómetro marca treinta grados y medio a orillas del río Tea en Mondariz. Los madrileños Paco Sierra, Gloria Rodríguez y Manuela Dios extienden el mantel sobre la mesa de piedra del área recreativa O Val situada a orillas del cauce. «El sitio es precioso y nos gusta el río porque aquí en Galicia el agua del mar está muy fría», asegura Paco.
Dentro del agua, Sofía Vázquez expresa su alegría mientras juega con su hermano Adrián bajo la atenta mirada de sus padres, Miguel y Paula Davila. «Somos de Salceda y esto está genial, mejor entre semana. El domingo no puedes venir porque está tan lleno como Samil», asegura el padre, que trabaja como administrativo en Vigo.
El río Tea es la única forma de combatir los calores que afectan estos días a los vecinos de Mondariz y a todo el interior de la provincia. A diferencia de otros pueblos no puede utilizarse la piscina pública porque está cerrada, ya que los vestuarios no pudieron finalizarse a pesar de que la inversión fue de casi 200.000 euros. La piscina sin estrenar se encuentra junto a la Escola de Música de Vilar, que en su día fue un colegio público. Vilar se halla sobre una meseta en la que el sol aprieta como nunca y sin embargo Valeriano Fontán, conocido en el vecindario como Lano, lleva puesta la cazadora porque es de un tejido especial que mantiene la temperatura corporal fresca. «Aquí estuvo una brigada construyendo los vestuarios durante tres meses y ya ve como está esto, abandonado. Se han gastado un montón de pasta y la piscina sigue cerrada», asegura este vecino. Xoan Carlos Montes, de Máis Galiza, critica el despilfarro. El alcalde, Julio Alén, del PP, asegura que «no nos dejan abrir hasta que no haya unos vestuarios en condiciones y no tenemos dinero para terminarla porque hemos dado prioridad a otras obras. El año que viene terminaremos la piscina. Tenemos el río y todo el mundo se baña en él». Sandra Casal, la cantinera de la playa fluvial de O Val da fe de ello. Mientras una pareja juega al tenis en la pista del área recreativa la familia de Sandra da buena cuenta de una gigantesca fuente de pulpo a feira. Desde Semana Santa hasta septiembre el bar está abierto desde once de la mañana hasta pasadas las diez de la noche. En este cabaña de madera se sirven comidas por encargo y los bañistas toman sus refrigerios. El vigués Julio Cameselle es uno de ellos. Explica que «prefiero estar aquí que ir a la playa en Vigo. Vengo por la tranquilidad y porque hace un calor más sano».
Aguas cristalinas
Los veteranos de O Val aseguran que antaño el río Tea bajaba con más agua y más limpio. La realidad es que el año pasado la playa tuvo problemas por contaminación de coliformes. Este año los vertidos incontrolados se han atajado y las analíticas cuentan todos los parabienes de Sanidad. Al acercarse al cauce puede comprobarse como las aguas son cristalinas y abundan las truchas que nadan contra corriente. Los análisis efectuados por la Xunta constatan la excelencia de las aguas ya que, en el realizado el 27 de julio, apenas se registraron 48 unidades de coliformes por cada cien milímetros y la legislación desaconseja el baño cuando el número de estas bacterias alcanza las 1.500 por cada 100 milímetros.
Junto a la cascada del río, los bañistas muestran su satisfacción en el almuerzo. «Pienso que esto es mucho mejor que cualquier piscina», dice Ernesto Hernández, procedente de Salamanca que disfrutó de la jornada con su familia.