Cuando Anxo Cormes comenzó la aventura del Club Baloncesto O Meco allá por 1999 seguro que no se podía imaginar que tres lustros después la entidad contaría con cerca de doscientas licencias tramitadas y con catorce equipos y subiendo. Pero es que en O Grove se está viviendo todo un básquet bum. La categoría de minibásquet es un buen ejemplo, con una participación notable de equipos y con hasta una treintena de chicas en sus filas.
La labor de captación tiene más mérito porque, al contrario de lo que sucede en otros lugares, no llegan los chavales al pabellón por el efecto llamada que pueda realizar un equipo sénior que esté en una categoría relevante y continuamente en los medios de comunicación. Es el reflejo de una tarea sorda pero efectiva.
Uno de los grandes problemas que acarrea esta proliferación de jugadores es la acumulación de trabajo en los entrenadores. El club se preocupa de formar a nuevos técnicos, incluso asumiendo el pago de los cursos, porque como dice Anxo «estamos en una esquina» y es difícil convencer a gente de fuera con el presupuesto que maneja el O Meco. La fórmula, sin embargo, parece funcionar. La pirámide, desde luego, tiene una base muy ancha. Habrá que esperar para comprobar si también sigue creciendo a lo alto.